Embarazada ~ 36

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Narra Peter:

— A ver, no quiero que esto que te voy a decir te ofenda, mamá — comencé. Era algo difícil lo que la iba a decir mi vieja. Pero bueno, prefería decir la verdad a mentir. Cuando era chiquito, mi mamá (de las pocas veces que estaba conmigo), me decía: "No hay que mentir, eso es algo malo y terminas en el infierno".

Lali me miró tranquilizadora. Ella no quería que hubiera problemas, y menos, estando ella delante, y embarazada, de nuestros dos bebés.

— ¿Qué vas a decir Peter? — mi madre no variaba su voz. Era una persona muy falsa, siempre estaba fría, aunque muchas veces fingiera que estaba feliz, o triste, o que me quería. Tal vez, todo esto venía de que mi padre la había lastimado.

— Que, yo me crié con Alicia.

— Para eso la pagábamos.

Era tarada... Sin duda. ¿Cómo podía decirme eso sin importarla nada? La daba igual todo, mis sentimientos y los sentimientos de Lali.

— Pero vos la dijiste a Lali hace un momento que es una pena que una madre no pueda criar a su hijo.

— Pero yo en parte te crié, al menos te vi crecer, y la madre de ella no pudo verla crecer. Con lo lindo que es que tu hija te cuente sus primeras veces, escuche tu primera palabra, esté allí cuando se te caiga tu primer diente, que atienda cuando la estás contando tu primer romance... ¿Verdad Lali? — mi madre miró a Lali, quién, tras decir todas estas palabras, estaba a punto de ponerse a llorar. Rápidamente la abracé y la di un beso en la cabeza:

— Mamá, ¿podés irte un segundo? — la pregunté intentando calmar el estado de Lali.

— Ay Lali, no quería que te pusieras así. Lo siento mi vida.

— Mamá, por favor. Andate.

— Bueno bueno, ya me voy hijo. Y recuerda Lali, que no quise ofenderte. Mañana vuelvo y así veo como están, ¿si?

Asentí con la cabeza:

— Pero ahora andate.

Mi madre sonrió maliciosa y se fue de mi cuarto. Y entonces, por muchos mimos que la hubiera hecho, Lali rompió a llorar.

— ¡¡¡HIJA DE...!!!

— Peter, tranquilo — me interrumpió y me miró secándose las lágrimas —. No podés decir eso de tu mamá, a mi me falta y no sabés lo que la extrañó desde que se fue de mi lado, no podés decir eso de ella. En el fondo te quiere.

— No lo sé, yo pensaba que ella, aunque la costara, podría apoyarnos, pero ya he visto que lo único que ha hecho ha sido reírse de ti y de tu condición. Y de la futura madre de mis hijos, delante de mi, no ser ríe nadie. ¡NADIE! — grité enojado.

— Tranquilo, da igual Peter — dijo Lali más calmada.

— No, no da igual. Tal vez, hacia unas semanas me daba igual lo que dijeran de ustedes, pero ya no. Me importan muchísimo, y quiero formar una familia, con ustedes cuatro. Los nenes, vos y yo — me acerqué y sin más comencé a besarla. Ella me siguió el beso rápidamente. Y volví a desearla, esta vez de verdad. Me di cuenta de todo lo que sentía por la petisa. Todo lo que había hecho por ella estos días. Porque me había dado cuenta de una cosa... De que en verdad la necesitaba para poder seguir estando vivo.

-...-

Narra Ana:

— Mi hermana está embarazada. De mellizos — publiqué frente a mis amigas.

— ¿De verdad? — Luli estaba completamente perpleja y sorprendida.

— Ay no... ¡Qué vergüenza! — exclamó Diana poniendo ambas manos en sus labios.

— Lo siento por vos Ana, ¿lo sabe tu papá ya? — preguntó Maru.

— No aún no, se va a morir avergonzado pobrecito.

— Por lo menos, ¿sabrá quién es el papá de las criaturas? — preguntó Diana.

— Sí, gracias a Dios. ¡Y lo peor de todo chicas, se va a casar con él!

— Ah bueno... Entonces no es tan grave el tema — dijo Maru.

— Por lo menos ha sido decente y no se ha acostado con cualquiera — apuntó Luli.

Pero de repente, mi viejo y Pato, mi hermano pequeño, entraron en la cafetería en la que estábamos mis amigas y yo. La tarada de Diana les llamó para que vinieran a saludarnos.

— Hola chicas — dijo mi viejo besándome en la cabeza.

— Hola — dijo Pato, el cuál no tenía mucha relación con mis amigas, puesto que Maru había intentado besarle unas cuantas veces, y él la odiaba.

— Bueno, creo que algún día tendrás que contarles, ¿no?— preguntó Diana. Era tarada, ya les dije.

— ¿Qué cosa tenés que contarnos Ana? — preguntó mi papá.

— Nada.

— Es una cosa de Lali — añadió Luli.

— ¿Qué pasó con Lali? — preguntó mi hermano, se le notaba algo de preocupación en la voz.

— Sí, está embarazada — dijo Diana —, y además se va a casar.

Y fue cuando mi padre se cayó redondo en el piso, desmayado.

— Ya las dije que no era bueno decirle — reí.

— ¡¿SON ESTÚPIDAS O QUÉ?! ¡¡UN MÉDICO POR FAVOR! — gritó mi hermano arrodillado en el piso sujetando a papá.

— ¿No opinas nada de lo de Lali?

— Ella es inteligente, y si es feliz con el papá de los bebés, yo voy a apoyarla en todo. Pase lo que pase, voy a estar con ella, en las buenas y en las malas — dijo Pato —. ¡Y VOS ANA, DEJÁ DE COMPORTARTE COMO UN BEBÉ Y LLAMA A EMERGENCIAS!

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