Embarazada ~ 35

5.9K 338 8
                                    

Narra Peter:

Estaba muy nervioso por la llegada de Claudia, mi mamá. Lali estaba abrazada a mí, intentando tranquilizarme. Ya saben, contarla del embarazo de Lali a mi mamá había sido un gran paso para mí. Casi nunca la gustaba nada. Siempre les cuentas a tus papás de tu primer amor, pero yo no lo había hecho. Porque yo, no confiaba en mis progenitores. Siempre me habían mantenido al margen de todas sus actividades. Y eso, para un nene de 7 u 8 años, era algo muy duro. Les tenía envidia a mis compañeros, cuyos padres siempre iban a recogerlos al colegio y a llevarlos a las actividades extraescolares. Y yo me quedaba solo, sentado en la jardinera del patio, esperando a que alguna de las criadas de mi casa apareciera. Alicia siempre tenía demasiado trabajo para venir, y mis niñeras no duraban en casa ni una semana.

En realidad, mis niñeras me tenían miedo, un nene bien, con plata, exigente, solitario, arisco... Apenas las dejaba acercarse. Ni cuando tenía dos o tres años dejaba que me vistieran, siempre tenía que venir Alicia a hacerlo. Porque ella era la única en la que de verdad confiaba.

Mis padres aparecían de vez en cuando con regalos caros y una enorme sonrisa. Mamá decían: "Te he echado de menos, mi niño", pero era mentira, lo hacía para disimular frente a Alicia y al servicio. Y así pasaron los años de mi vida hasta que empecé a ser un universitario y me fui de asa. En mis vacaciones salía a destinos tropicales y paradisiacos con mis amigos y me olvidaba de mis asquerosos viejos. Pero este año, mis vacaciones serían otra cosa, consistirían en unas vacaciones de papá primerizo con la mamá de mis hijos embarazada. Teniendo cuidado con todo y mirando para que nadie la lastimara. Así habían cambiado las cosas, pero tal vez ahora sería más feliz, ¿quién sabe?

Finalmente, mi mamá llegó y empezó a tocar a la puerta.

— Voy yo — dejé a Lali en la cama y fui a abrir la puerta. Y detrás de ella, ahí estaba, mi vieja, con  un enorme oso de peluche y un lazo amarillo alrededor del cuello de este. ¡OH NO! ¡YA COMENZABA A SER PESADA!

— Mi amor — se lanzó a abrazarme (mejor que no hiciera lo mismo con Lali porque sino aplastaría a los bebés) —. ¡FELICIDADES! ¡Va a ser algo difícil acostumbrarse pero seguro que al final cuando nazca el pequeñín será genial — dejó de abrazarme, y sin permiso se metió en mi cuarto. Está muy ordenado, más que en casa — miró a Lali —. ¿Sos la mamá? Pero que linda...

— Señora — Lali se levantó de la cama y la saludó a mi mamá con dos besos. Mi mamá hizo lo mismo:

— Pero que buen gusto Peter, es una nena muy linda, algo flaca. Tenés que comer más, con el embarazo de Peter engordé 24 kilos, espero que no te pase lo mismo.

Lali suspiró.

— Mamá, vienen dos bebés.

Mi madre me miró asombrada y dejó el enorme oso de peluche sobre la cama:

— ¿Cómo qué dos bebés?

— Sí, dos bebés, señora Lanzani — dijo Lali acariciándose la panza.

— ¡Dios! Me lo tenían que haber dicho y así traía dos ositos enormes. Ya sabes Lali, a nosotros nos sobra el dinero. ¿Y vos? ¿Tu papá en que trabaja?

— Es entrenador de fútbol.

— ¿De qué equipo?

— Mamá, no la marees a preguntas.

— Del equipo del pueblo.

— Ah... — mi mamá dejó de sonreír y se sentó en la silla del escritorio.

— Ha podido mantener a 3 hijos, y yo nunca he pasado hambre.

— Yo no dije nada — mi mamá la miró muy seria a Lali. Las cosas se estaban empezando a ponerse tensas.

— Es de una buena familia, mamá. Además ganó una beca para estudiar acá, es una muy buena estudiante.

Mi mamá solo la miraba a Lali:

— ¿Tu mamá?

— Murió cuando yo era pequeña. Mi madre ha sido mi hermana.

"Sí, claro la que luego te dice de todo" pensó mi subconsciente.

— Siento lo de tu mamá. Es una pena que una mamá no pueda criar a sus hijos.

— Aplícatelo eso — uy... Pensé en voz alta.

— ¿Cómo dijiste Peter? ¿A qué te referís con eso? — me preguntó mirándome fijamente.

— Eh... Que digo que yo...

— ¿Qué vos qué?

— No peleen adelante mía y de los bebés.

— Nadie está hablando con vos — la dijo mi mamá a Lali.

— ¡A ella la tenés que tener un respeto! — la grité a mi vieja.

Mi mamá ablandó el gesto de su cara:

— Bueno, no hace falta que me grites, hijito.

— Es que ella está embarazada, la tenés que tener un respeto.

— Y ella tiene que tenerme un respeto a mí, pues soy más mayor que ella.

— Yo no la falté el respeto en ningún momento, señora — se defendió Lali.

— Bueno, ahora quiero que mi hijo me explique una cosa... ¿Es que acaso yo no te cuide?

Sí, no lo hiciste, y si querés que esto explote, va a explotar. Y de inmediato.


EmbarazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora