Embarazada ~ 73

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Narra Lali:

— Cariño, pensé que te iba a perder para siempre — repitió acariciándome la mano muy dulcemente. ¿Qué mosca le había picado? ¿La mosca del amor? ¿La del arrepentimiento? ¿O tal vez la de la mentira y la de la falsedad?

Lo miré frunciendo el ceño:

— ¿Por qué me tratas tan bien ahora?

— Lali, te dije que Candela me contó todo. Me contó lo de tu desmayo, me contó lo de Eugenia y Brenda, esas dos estúpidas que hicieron que te perdiera durante todos estos meses. Nunca he dejado de pensar en vos, ni en vos ni en los bebés, pero... Tenía miedo al rechazo, tenía mucho miedo...

— Todo lo has hecho tarde, Peter.

— Sé que lo he hecho tarde, pero, ¿mejor tarde que nunca no? Perdóname, por favor Lali...Nunca más me voy a separar de vos, ni de los bebés, dame tiempo si querés, pero no me hagas alejarme.

Suspiré. Y si no hubiera sido por mis hijos, y porque todavía una parte de mi corazón lo amaba con locura, lo hubiera echado nada más haber abierto los ojos en esa habitación de hospital blanca y fría.

— La vas a tener que remar mucho... — lo avisé.

— No me importa con tal de volver a estar con vos. Quiero casarme con vos, criar a los nenes con vos, comprarnos una casita, trabajar juntos, hacernos viejitos... Quiero formar mi vida, y terminarla a tu lado, Lali. Te juro, que sos la mujer de mi vida, la mamá de mis hijos... Y te amo... De verdad, tenés que creerme.

— Te repito, la vas a tener que remar mucho.

— Y lo haré. Por cierto, estuve mirando, y por los meses, creo que ya sabés, el sexo de los bebés.

Asentí con la cabeza:

— Vienen un nene y una nena.

— Fantástico... Un nene, lo que quería. Vos con la nena y yo con el nene, cada uno con lo que de verdad queríamos, es maravilloso...

— Sí. Con Cande y Mery... — no dije nada de Agus y de Pablo para que no se enojara —, elegimos los nombres.

— ¿Y cuáles?

— Thiago para el nene y Allegra para la nena.

— Son hermosos.

— ¿De verdad?

— Sí, me encantan.

Sonreí por primera vez durante toda la conversación que habíamos tenido.

— Yo tengo que contarte muchas cosas... — dijo —. Una de ellas, mi viejo no es mi viejo... Es otro señor. Hoy le conocí, y es muy bueno. Tengo un hermanito, de 9 años, que se llama Bautista.

— ¿Y cómo supiste que tu papá no era tu papá?

— Porque mi no papá me dijo, así, me lo soltó sin corazón. Gracias a Dios, mi mamá ahora me está empezando a apoyar en todo...

Por eso su mamá me dijo que ella sabía bien lo que era que un hijo creciera sin su padre, por eso me llamó... Ahora lo entendía todo:

— Eso es muy bueno Peter.

— Sí... Al menos me sirvió para unirme con mi mamá y conocer a mi verdadera familia. Bueno, ustedes también son mi verdadera familia... Siempre dije que eran el pedacito que me faltaba para completar la felicidad, y ahora espero poder tenerlo por siempre — sonrió.

— Aún no te perdoné del todo, te dije que tendrías que remarla Lanzani — le avisé mordiéndome el labio.

— ¿Y cuándo vas a hacerlo, Lalita? Ya sé que tengo que remarla pero tengo ganas de que me perdones... Y volver a estar juntos, como antes.

— Pues... Cuando quiera. Pero, te aseguro que será dentro de muy poco, ¿de acuerdo? Pero te repito, vas a tener que remarla y remarla...

Él asintió con la cabeza y sonrió:

— De acuerdo.

Fue entonces cuando el doctor, el ginecólogo mejor dicho, volvió a entrar en mi cuarto:

— ¿Así que la señorita Espósito se despertó?

— Sí, y además creo que está perfectamente — dijo Peter sonriendo.

— ¿Qué es lo último que recuerda? — me preguntó el médico.

— Que me caí en el hall de la residencia universitaria cuando Brenda... Me contó una cosa mala. Brenda es una chica de la Universidad que hizo que Peter... — lo miré, me miraba de una forma tan tierna que hacía que me derritiera bajo su dulce mirada —, y yo nos separáramos señor.

— Bien, ella está bien. Tenemos que ver ahora como están los bebés.

Fuimos entonces a la sala de ecografías, Peter pegado al lado de mi camilla, sin separarse de mí. Ay... Volvía a ser el Peter tierno que tanto me gustaba. Y pensar que todo esto había sido de vuelta por culpa de la tarada de Eugenia. No debería salir nunca de la cárcel la muy estúpida.

Al llegar a dicha sala, me pasaron el ecógrafo por la panza con delicadeza. Peter miraba a la pantalla literalmente babeando, sus hijos le estaban volviendo loco... Ay, estaba tan lindo mirándolos...

— Los bebés están bien por suerte.

Suspiré aliviada:

— Perfecto doctor — dije.

— ¿Cuándo la darán el alta médico a Lali?

— Por la mañana, la dejaremos en observación toda esta noche, si no les parece mal.

— En absoluto. ¿Se puede quedar un momento a solas doctor, o pasar otro acompañante? — preguntó Peter mientras le seguían brillando los ojitos —. Tengo que ir a hacer una cosa.

— No hay problema, avisaré a una de las amigas de la señorita Lali que están afuera.

— Gracias — me miró —. Ahora vuelvo — soltó mi mano y se fue de la sala.

¿Qué haría ahora de forma tan misteriosa?

-...-

(Recomiendo mis otras novelas: "Laliter, la historia que nunca se ha contado" y la nueva novela "Mamá", que habla del mundo del embarazo y de la maternidad. Si aman este libro, seguro que le gusta "Mamá".)

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