Narra Peter:
"Todo esto está yendo demasiado rápido" pensó mi confundido subconsciente. Cerré la puerta y la tomé de la cara Lali, para que asi intentara tranquilizarse.
— ¿Cómo qué te quiere matar, mi amor? ¿No habrá sido una pesadilla?
Negó con la cabeza y me abrazó fuerte. Estaba temblando, uau... ¿Por qué estaba tan asustada? ¿Sería verdad que Eugenia quería matarla? Si fuera verdad, eso sería algo raro, algo demasiado raro:
— Mi amor, explícame porque Euge quiere matarte.
— Tiene un té...
Reí:
— ¿Va a matarte con un té? ¿O es qué sos alérgica al té?
Ella hizo puchero y volvió a negar con la cabeza:
— No me dejaste terminar. Es un té envenenado.
¿Cómo? Sinceramente, Lali se había vuelto loca.
— Lali, ¿cómo que té envenenado?
— ¡Sí! A mí no me gusta el té, y ella me insistía en que me tomara un té, todo el rato. Me estaba dando miedo, y me perseguía con el té además. Mi conclusión por tanto es, que el té estaba envenenado.
Suspiré:
— ¿No lo habrás soñado?
Y justo, al terminar de decirlo, alguien comenzó a tocar a la puerta. Yo fui a abrir, y justo, atrás de ella estaba Eugenia, con las manos vacías, es decir, sin el dichoso té que estaba atormentando a Lali:
— ¡NO LA DEJES ENTRAR! — gritó Lali histérica, al verla parada en la puerta.
— ¿Te querés calmar, Lali? Por favor, mi amor...
— Te juro Peter que yo solo quería invitarla a un té. Y arreglar las cosas entre nosotras, nada más. Yo iba a su cuarto en son de paz, y ella me recibió como al mismísimo diablo, Pitt — dijo Euge desde la puerta, sin siquiera entrar en mi habitación.
— Pasa Euge, no pasa nada.
Ella entró y Lali se sentó en mi cama atemorizada.
— Peter, decila que se vaya por favor — dijo Lali.
Miré a Lali y me senté junto a ella. La tomé de las manos:
— Tranquila, Eugenia no te quiere hacer nada — miré a Euge —, ¿verdad?
— Claro que no, yo no te quiero hacer nada Lali. Solo quiero que seamos amigas.
— ¿Ves? Ahora vamos a cenar. Después hablan si no te importa... Perdón Euge, pero hemos quedado con la familia de Lali para ir a cenar.
Euge revoleó los ojos:
— ¿De vuelta van a ir a ese restaurante tan caro?
Asentí con la cabeza.
— Te vas a arruinar.
¡ESO SÍ QUE NO SE LO IBA A PERMITIR!
— Tengo la suficiente plata, para eso y para mucho más, Eugenia Suárez.
Ella asintió, y sin decir nada más, salió de mi cuarto. Volví a mirar a Lali. Estaba tan linda con la ropa que yo la había regalado. Parecía toda una reina. Sus manos ya estaban menos temblorosas, y parecía que el miedo estaba desapareciendo de a poco.
— ¿Estás mejor?
— Algo, pero te juro que con ese té estaba intentando matarme Peter. De verdad...
— No seas así Lali. Euge nunca mató ni a una mosca. Así que podés estar tranquila. Voy a terminar de peinarme, vos ve llamando al taxi, ¿si? — la di un beso en la sien y me metí en el baño. Esperaba, que al salir, todo se hubiera calmado y hubiera vuelto a la normalidad.
-...-
Narra Euge:
Nada más salir de la residencia pegué un grito.
— ¡MIERDAAA!
Estaba enojada, muy enojada. Menos mal que después de haber visitado el cuarto de Peter con la maldita dentro, había vuelto al cuarto de ella para sacar la bandeja con el té. Pero, no, esto no podía pasar de esta noche. El plan de Romeo y Julieta se tenía que producir y tenía que ser en el día de hoy. Y si yo no había podido conseguirlo, sería Ana la que tendría que hacerlo.
No pensaba pedir más pastillas. El plan debía funcionar sin falta. Esas pastillas podían tener varias consecuencias: la más suave... Era quedarse dormido para un buen rato, y la peor, era, que si eras alérgico a ella, podías incluso morirte. También, entre los efectos secundarios, según me había dicho el chico del Moët, estaba el aborto instantáneo. Otro de los efectos, era la agresividad (mmm, el efecto perfecto para que Lali dejara a Peter, y delante de su familia... Umm, eso iba a tener que ser muy divertido). En cada cuerpo, afectaba de una manera distinta. Y tan solo bastaba con ponerlas en un vaso con agua o cualquier otro líquido para que se disolvieran. No alteraban ni el olor, ni el sabor, ni tampoco el color.
Por lo que la llamé. Ella tardó un buen rato en atender, y lo hizo con una voz que apenas podía escuchar:
— ¿Euge?
— Sí, soy yo. ¿Por qué hablás tan bajito, Ana?
— Mi viejo y mi hermano están en el cuarto.
— Bue... Tu hermana ha armado lío. No sé ha tomado el té. Así que vos tendrás que hacerlo esta noche.
— ¿KI? — preguntó Ana completamente perpleja.
— Sí, vos vas a tener que hacerlo. Voy a ir al hotel — sí, sabía la dirección del hotel de Ana porque ella misma me lo había dicho unos días antes de llegar —, vas a bajar y vas a recoger las dos pastillas. En cuanto estén distraídos, las pones en el vaso. Esta vez si que no podés fallar, Anita de mi vida.
— ¿Cómo voy a hacerla eso a Lali? Es mi hermana.
— ¿Y no te morís de envidia cada vez que la ves? Con ese novio millonario, educado, apunto de casarse...
— Y sí, pero tan solo me gustaría darla un escarmiento. No matarla.
— No vas a matarla, al menos que sea uno de los 100 casos que hay de muerte. No creo que sea alérgica a esta pastilla.
Ana suspiró desde el otro lado de la línea:
— Esta bien, lo haré.
— Bien hecho Ani. Te espero abajo. Recuerda, llevo una gabardina beige y unas botas UGG marrones.
— Bien, te espero abajo del hotel, en la zona de basuras — Ana cortó.
Anita, Anita... No, no te podías arrepentir de esto. Lali y Peter... ¿Linda pareja? Mejor muertos... Sí, como Romeo y Julieta.
Poquito después, después de tomar varios buses, llegué al hotel donde Ana, su viejo y su hermano, se alojaban. Un hotel decente.
Allí ya estaba Ana esperando, junto a uno de los tachos de basura, me acerqué a ella y la di un toque en el hombro. Ella me miró, sonrió y nos saludamos:
— Rápido, mi hermana no tardara mucho en llegar.
Entonces saqué las dos pastillas que quedaban del bolsillo y se las dí:
— Cuidalas como si fueran tu vida.
Ella asintió:
— Lo haré.
— Ahora tengo que irme, encantada de conocerte, Ana Espósito.
— Igualmente, Eugenia Suárez.
Sonreí y me fui rápido. De todas formas, si Ana se encargaba de las pastillas, yo no tendría la culpa... Me libraría de un juicio, de una sentencia... Y la pobrecita Ana... Ay, sí... Iría presa en mi lugar.
-...-
(Chicas, perdón por subirlo tarde pero he tenido un problema familiar y estoy bastante desanimada. Disfruten mucho del capítulo y disculpen. Besos a todas y todos.)
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Embarazada
FanfictionUna novela Laliter. Ella, una chica de clase media, estudiosa y buena persona. Él, un mujeriego que quiere llegar a los 500 encuentros sexuales antes de los 20 años. ¿Podrán estar juntos algún día?