Capítulo veinticuatro

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Regresé a la escuela en cuanto mi suspensión terminó, y mi padre y mi hermana a casa. Sólo pasamos un par de días juntos, pero creo que a los tres nos habían bastado. Papá me hizo prometerle que me mantendría en clases y fuera de problemas, y mi hermana que iría a visitarlos en vacaciones de invierno para pasar la navidad juntos y año nuevo.

Aún sentía un poco de molestia al moverme, el doctor me explico que sería normal porque mis costillas tardarían por lo menos un par de semanas en recuperarse siempre y cuando evitara lastimarme de nuevo. Sin embargo, eso no era lo que más me preocupaba en esos momentos, sino que no había hablado con los chicos desde que les grité, hace dos días. Sabía que no estaban molestos conmigo, pero yo si lo estaba por haberme permitido perder el control.

Al caminar de nuevo por los pasillos me sentía un poco extraño, más de lo normal, pensé que ya me había acostumbrado a ser observado todo el tiempo. Llegué hasta mi casillero y unas chicas me saludaron sonrientes al pasar a mi lado, no sabía porque lo hacían, pero les devolví la sonrisa logrando que las suyas se ensancharan.

― Buen día, señor popular ―me saludó Halsey al llegar a mi lado, recargándose en los casilleros.

― Hola, Hals ―le sonreí―. ¿Popular? ¿De qué estás hablando?

― Todos se la pasan hablando sobre la pelea que tuvieron tú y Ashton hace unos días, creen que eres valiente.

― ¿Qué? ―pregunté riendo, de lo cual me arrepentí segundos después pues hizo que regresara el dolor― Sólo solté el primer golpe y él me mando al hospital, no veo que tiene eso de valiente.

― Bueno, que nadie antes se había atrevido a enfrentarlo y tú lo hiciste por defender a un amigo.

Terminé de tomar mis libros y cerré el casillero para comenzar a caminar con ella.

― No creo querer toda esa atención sobre mi, pero supongo que es mejor que hablen de mi por eso y no por ser un raro.

― No eres raro, Josh.

― Todos lo creen.

― Pues yo no.

Nos detuvimos frente a su casillero y me miró directo a los ojos. Sentía que me faltaba el aire y que mi corazón latía muy fuerte a un ritmo lento y pesado. Me sentía extrañamente feliz.

El timbre sonó y desvié la mirada apenado.

― Debemos ir a clases ―le dije.

― ¿Llevaras tus libros en la mano?

― Sí, es que olvidé mi mochila en el salón antes de la pelea y en dirección me dijeron que no la tienen, creo que necesito una nueva.

Ella abrió su casillero sacando mi mochila y me la entrego.

― Aquí tienes. Una amiga que está en tu clase me la dio ese día ―explicó― y te la hubiera entregado antes, pero no respondiste mi mensaje de texto.

¡El mensaje! Lo había olvidado por completo después de ver el de Pete. Ahora me sentía tan tonto.

― ¿Me enviaste un mensaje? Lo siento, de verdad. En el hospital le entregaron mi celular a Pete y él me lo devolverá hasta después de clases ―mentí.

― No hay problema ―dijo sacando sus libros antes de cerrar la pequeña puerta―. Escucha, Josh, estaba pensando en que hace mucho que no salimos juntos, y sé que tienes un montón de tareas que hacer para ponerte al corriente ahora que faltaste y que debes descansar, pero si necesitas hablar con alguien o solo pasar un buen rato, llámame, ¿sí?

Abracé la mochila sobre mi pecho. No tenía idea de que pensar o hacer, ni de porque estaba tan nervioso, pero asentí lentamente.

― Sí, gracias. Lo haré.

Ella me sonrió y dejó un beso en mi mejilla antes de alejarse y salir de mi vista al subir las escaleras.

Podría haberme quedado todo el día repasando ese momento en mi cabeza, pero no tenía tiempo. Debía ir a clases, poner atención y buscar a Gerard tan pronto como fuese posible, así que eso hice.

Me la pasé recibiendo sonrisas y saludos de las chicas durante el resto de la mañana, hasta unos cuantos chicos que apenas recordaba haber visto en los pasillos se habían acercado para hablarme. Era como si de pronto hubiera pasado de ser nadie a ser el centro de atención, ahora todos sabían mi nombre y trataban de agradarme.

― Hola, Josh ―me saludo Brendon cuando llegué a formarme detrás de él en la fila de la cafetería―. ¿Cómo te sientes? Te ves mejor.

― Ya no duele tanto, creo que voy mejorando ―sonreí―. Umm yo quería disculparme de nuevo por lo que pasó el otro día...

― No pasó nada, todo está bien, ¿sí? Sólo olvidado ―me sonrió de vuelta y yo asentí.

Parecía que él quería dejar el tema de lado y francamente yo también. Me alegraba que no tuviéramos que complicarnos tanto.

― Me siento muy raro ―le dije señalando con la cabeza a las chicas que nos observaban desde las mesas― ¿Cómo te acostumbras?

― No lo haces, pero es mejor fingir que no te sientes presionado ―avanzamos un poco―. Y no te dejes engañar, esas personas te quieren por las razones equivocadas.

La respuesta de Brendon me tomó por sorpresa. No era común escucharlo hablar así, casi siempre tenía un comentario gracioso para excusarse o decía cualquier cosa que te distrajera cuando tratabas de indagar en su vida personal y sus pensamientos, supongo que prefirió ser sincero conmigo ya que éramos amigos.

Compramos nuestro almuerzo y llegamos a la mesa donde se encontraban Pete y Dallon. Ambos nos saludaron recorriéndose para que pudiéramos sentarnos con ellos y Brendon y Dallon se dieron un lindo beso, provocando que Pete rodara los ojos divertido.

― ¿Tengo que ver el amor adolecente en todo su esplendor mientras estoy a punto de ingerir mis sagrados alimentos? ―preguntó Pete.

― ¡Por supuesto! ¿Qué otro momento sería más oportuno que este? ―cuestionó Brendon.

― Tal vez en un funeral ―dijo Dallon―. Podríamos saciar nuestros deseos carnales sobre el ataúd de algún pobre hombre mientras el resto de los presentes lloran desconsoladamente y fingen escandalizarse.

― Sólo espero que no sea en el mío ―les dije y todos reímos.

Continuamos con nuestro almuerzo, pero no pude quedarme más tiempo cuando vi a Gerard salir al jardín.

Me excuse diciendo que debía sacar unos libros de la biblioteca ―efectivamente ellos no tenían ni idea de que la escuela contaba con una― y tomé mis cosas para caminar rápido y así alcanzar a Gerard.

Slowtown | JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora