Capítulo cuarenta y uno

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Sexto sueño

Tyler, ¿estás bien? ―me preguntó una voz femenina.

Abrí los ojos y me tomó un par de segundos acostumbrar mi vista a la iluminación del ambiente. No me encontraba más en el sótano de Pete, estaba en otro de esos sueños, bueno, en el cuerpo de Tyler, y quien me hablaba era Vanesa.

― Sí, yo ―me apoyé de mis manos para sentarme en el suelo, donde estaba recostado― no sé que pasó.

― Yo tampoco, ibas caminando por el corredor cuando te caiste de pronto, ¿seguro que estás bien? ―cuestionó.

A pesar de que Timothy me había contado que ninguno de los otros chicos se relacionaban mucho con Tyler, a Vanesa parecía importarle de una manera genuina.

― Sí, creo que sólo estoy un poco mareado, tal vez porqué no he comido bien ―dije como excusa.

La verdad era que probablemente me hubiera desmayado en el sótano gracias a la presión que ejercieron los chicos en mi y al conectarme con Tyler de una manera tan repentina, hubiera creado un choque que hizo que su cuerpo cayera al suelo al no tener una mente que lo controlara conscientemente, mientras la mía se adaptaba a él.

― Sigueme ―me pidió.

― ¿A dónde?

― Sólo hazlo ―respondió con su usual tono autoritario.

Caminamos unos cuantos pasillos en silencio y atravesamos varias puertas, el único sonido que podía escuchar era el que nuestros pies descalzos sobre el suelo emitían.

Parecía que era de noche, ya que no había personal deambulando por ahí, aunque no tenía forma de estar completamente seguro porqué no contaba con un reloj y no había ventanas hacía el exterior.

Finalmente llegamos a una clase de bodega, donde no había más que enormes refrigeradores y almacenes sellados.

― ¿Qué estamos haciendo aquí? ―quise saber.

― Hola, Jace ―dijo Vanesa, haciendo que alguien saliera de atrás de uno de los almacenes. Era el chico rubio que había visto en el comedor en el último sueño, uno de los desaparecidos.

― Hola, pensé que no vendrías ―la saludó de vuelta y su ceño se fruncio ligeramente al percatarse de mi presencia―. ¿Y él?

― Soy Jo... Tyler ―me corregí apresuradamente―. Soy Tyler.

― Sé quién eres ―respondió rodando los ojos, y miró a Vanesa―, ¿por qué está aquí?

― Está aquí porque yo lo traje y se va a quedar porque yo lo digo ―contestó.

Todos nos quedamos en silencio. Jace no parecía nada contento, pero aún así decidió no discutir el tema.

― Bien, tengo lo que pediste, espero que hayas hecho tu parte ―dijo.

― Lo hice, descuida ―ella metió su mano dentro del pequeño bolsillo de su bata y sacó unas llaves que después le entregó al rubio―. Vamos, Tyler.

De regreso en la habitación de Vanesa, abrió la bolsa de papel que le había dado Jace y vacío su contenido sobre la camilla, era comida.

― ¿Qué? Probablemente pronto estaré muerta, pero hacerlo de hambre no está en mis planes ―explicó y me tendió una pieza de pan―. Come.

― Gracias ―tomé el pan y lo examine.

― Tranquilo, está libre de cualquier medicamento, los robamos todo el tiempo.

― ¿Puedo preguntarte algo? ―ella asintió sin dejar de comer― ¿Por qué no les agrado?

Vanesa se detuvo y limpio sus labios antes de responder.

― Tú los evitas todo el tiempo, creen que eres extraño ―baje la mirada―, pero yo no.

― ¿Tú no? ―alce mi vista de nuevo.

― No, creo que sólo estas asustado al igual que nosotros.

― Ustedes no parecen asustados ―dije.

― Créeme, lo estamos como locos, pero supongo que nos es más fácil fingir que somos fuertes que exteriorizar nuestras verdaderas emociones ―me miró directo a los ojos―. Tú eres diferente, eres real.

Era cierto, Tyler era la persona más valiente que hubiera conocido en mi vida, y no por él hecho de no temerle a nada, sino por reconocer cuando había algo que no podía manejar por su cuenta.

Mi chico era muy fuerte, la mayor prueba de ello era que a pensar de todas las atrocidades que había decidido cometer el mundo sobre él, aún seguía tratando de encontrar una pizca de bondad en la gente que lo lastimaba y ayudando a quienes no lo merecían.

No sabía que pensamientos pasaban por su mente al estar en ese lugar, deseaba poder hablar con él tan sólo un minuto para hacerle saber que no pararía de buscar hasta encontrarlo y tenerlo de vuelta entre mis brazos. Mi pequeño no podía perder la fe.

― Vanesa ―suspiré―. Sé que a veces soy muy tímido y callado y que puedo llegar a ser muy sensible, pero no soy una mala persona. He tenido una vida muy dura y no dudo que cualquiera de ustedes también, pero nunca tuve a alguien con quien contar... hasta hace un tiempo ―comencé a jugar con mis manos―. En casa todo era horrible, mi madre nunca me ponía atención, siempre había hombres desconocidos paseándose por el lugar y mi padre sólo se aparecía para tratar de herir a mamá. La escuela no era mejor, nadie hablaba conmigo y los pocos que se acercaban se burlaban de mi. No me sentía seguro, no importaba donde estuviera, hasta que un día conocí a un chico, su nombre es Josh ―sonreí un poco, recordando la vez en que Tyler me dijo lo mucho que significaba para él―. Josh me mostró lo que es la verdadera amistad y me ofreció su apoyo y cariño incondicional, no nos conocemos desde hace mucho, pero el corto periodo que pasamos juntos nos bastó para darnos cuenta de que lo que teníamos juntos era infinitono pude evitar derramar algunas lágrimas―. Te estoy contando esto porque quiero que sepas que confió en ti y necesito estar seguro de puedo contar con alguien aquí, aunque a veces parezca distante y no recuerde lo que hice o dije el día anterior.

El silencio inundó la habitación. Tal vez había pedido demasiado, pero no tenía otra forma de asegurar la estabilidad de Tyler sin revelar la verdad.

Estaba desesperado, tenía tantas cosas que resolver al mismo tiempo y no podía estar en dos lugares a la vez. Deseaba poder contarle a alguien como me sentía realmente porque, no es que no confiara en los chicos, eran mis mejores amigos y sabía que siempre estarían ahí, pero no quería que se sintieran mal por mi culpa.

Debía ser fuerte, tan fuerte como Tyler, por él, por los chicos, por mi.

― Puedes ―deslizó su mano sobre la camilla hasta tomar la mía―, puedes confiar en mi.

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Slowtown | JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora