Capítulo ochenta

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Una destello iluminó mi rostro con intensidad, tanta que tuve que cubrir mis ojos con mis manos por un momento. La brisa helada me cubrió totalmente de pies a cabeza y un olor a cloro llenó el ambiente.

Al mirar al frente no pude creer lo que vi.

― ¡Ya despertó! ―anunció Timothy.

Vanesa, Jace y las dos gemelas se acercaron con velocidad y me rodearon, analizandome.

― ¿Eres Tyler o Josh? ―preguntó Jace.

Recorrí mi rostro, brazos y pecho, asombrado. ¿Acaso este era el último delirio que mi mente me había concebido antes de abandonarme? Pero, de ser así, ¿cómo era posible que pudiese sentir tan claramente? Definitivamente tenía que haber algo más, no podía ser simplemente producto de mi imaginación.

― ¿Esto es real?

Una carcajada de alegría escapó de mi garganta. Eso era lo mejor que pudo haberme pasado, la noticia más maravillosa del mundo, ¡Tyler seguía vivo!

― Es Josh ―dijo Jace.

Me senté en la camilla donde me tenían, sin dejar de sonreír. Creí que sería prácticamente imposible volver a viajar al cuerpo de alguien más debido a las complicaciones con mi cerebro. Además, ese no era parte del plan original, mi mente no me condujo a Tyler, pues pensaba que lo había perdido. Todo era tan confuso y emocionante a la vez.

― Estoy aquí, ¿por qué? ―quise saber.

― Nosotros te trajimos ―respondió Vanesa.
― ¿Cómo lo hicieron?

― Con ayuda de Tyler, le contamos todo ―confesó.

Mis ojos se abrieron como platos, totalmente estupefacto.

― ¿Y qué pasó?

― Hizo mismo que tú ―contestó Jace―: lloró y sonrió como tonto.

Más lágrimas escaparon de mis ojos. Una dicha incontenible llenaba mi cuerpo, una felicidad tan potente que la única manera que encontraba de salir era desbordandose como agua en mis ojos, los ojos de Tyler, mi amado.

Luego me di cuenta de que él se encontraba en mi cuerpo, cuerpo que estaba marchitándose a punto de perder el calor.

― Tengo que regresar ―dije.

― Espera, Josh ―me pidió Vanesa―, te trajimos por una razón.

― Las cosas están cambiando ―informó Jace―. Los experimentos pararon, ya no hay más vigilancia ni comida con zomniferos, tampoco chequeos, pero cada noche va llegando nuevo personal, los veo por las rendijas.

― No sabemos que significa, pero podría estar a punto de pasar algo grande ―Vanesa acarició el cabello rizado de Timothy―. No sabemos que sucederá con nosotros.

Todos se mantuvieron cabizbajos, sabiendo que ese "algo grande" sólo podría ser malo, al igual que todo lo que provenía de este lugar.

― Estuve de vuelta en el Hospital Middlewood, pensé que podrían estar ahí, seguí las pistas ―expliqué―, pero fue una trampa. Ahora estoy seguro de que las personas de ese lugar tienen algo que ver con todo esto, que ellos fueron quienes los capturaron, más todavía no he descubierto su finalidad. Sé que les he pedido mucho tiempo, pero debo hacerlo de nuevo.

― ¿Cuánto más? ―quiso saber Vanesa.

― Sólo un poco, lo prometo.

― Y si fue una trampa, ¿significa que tendrás que comenzar desde cero?

Los cinco me miraron expectantes.

― No, aún no han descubierto todos mis trucos ―respondí―. Sé cuál será mi próximo paso, sólo confíen en mi.

Permanecieron en silencio e intercambiaron miradas entre ellos. Tal vez les estaba pidiendo demasiado, ya habían esperado mucho bajo esas condiciones en las cuales cualquiera perdería la cordura. Tal vez había agotado su confianza. Tal vez me creían un charlatan. Tal vez...

― Yo lo hago ―Timothy tomó mi mano.

― Yo también ―dijo Jace― y ellas ―señaló a las gemelas.

Dirigimos nuestras miradas a Vanesa, en espera de su respuesta.

― Supongo que no tengo otra opción ―sonrió.

― Me temo que no ―sonreí también―. Volveré chicos, y la próxima vez con buenas noticias. Hasta entonces, mantenganse unidos, no bajen la guardia y diganle a Tyler que lo amo.

Todos hicieron un sonido de "aww" al unísono y reímos.

― Es hora de despertar.

○ⱡ●

El sonido distorsionado de decenas de murmullos diferentes hacían eco en mi cabeza, como una colmena de avispas siendo agitada en mis oídos.

Mis ojos se abrieron poco a poco, intentando enfocarse en algún punto fijo. Después de unos segundos pude reconocer unas voces, mis favoritas.

― ¡Los demandare! ―gritaba Pete.

― Tienen que dejarnos entrar, es nuestro amigo ―suplicó Dallon.

― ¡Josh, despierta! ―Gerard se les unió.

Abrí mis ojos por completo y el electrocardiograma comenzó a pillar, anunciando mi despertar.

― Chicos, chicos, ¡callense! ―Ryan perdió los estribos, provocando que todos en la habitación le pusieran atención―. Es Josh.

Doctores, enfermeros, guardias de seguridad y cuatro adolecentes histéricos dirigieron su vista a la camilla. No hacía falta decir que ni la fuerza más grande del mundo habría podido detener a mis amigos de correr hasta mi para envolverme en un reconfortante y aplastante abrazo.

― Oigan, tenemos que darle espacio ―indicó Gerard y me soltaron.

Uno de los encargados les pidió salir, cosa que molestó a Pete y Dallon, pues los obligaron a dejar la habitación a base de empujones hasta asegurar la puerta.

― Nos diste un gran susto ―dijo Ryan.

― El peor de todos ―Gerard acarició mi cabello.

― ¿Cómo se te ocurre hacernos eso a nosotros? Tú... enorme y tonto chino ―Pete apoyó su cabeza en mi abdomen para romper en llanto.

Traté de quitarme la mascarilla para hablar, pero me lo impidieron.

― Será que mejor que te recuperes pronto porque ganamos el caso ―dijo Ryan―, iremos a casa.

Sonreí aunque no pudiesen notarlo.

― Pero antes de irnos, hay alguien que quiere verte ―Dallon abrió la puerta dejando entrar a Brendon.

Solté un suspiro de alivio. Pete retrocedió para dejarle lugar y él fue hasta mi para darme un suave abrazo.

― Perdón por tardar tanto, Joshie ―se disculpó―, tuve que convencer a mis padres de que no me rompería otra cosa ―nos miramos mutuamente―. Y estoy perfecto, de verdad, justo igual de irresistible que antes.

Los cuatro rodaron los ojos y Dallon tomó la palabra.

― Creo que lo que todos queremos decir es: te amamos. Bienvenido de vuelta.

Slowtown | JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora