Capítulo cincuenta

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― Vengan, por aquí.

Seguimos avanzando detrás de Hayley con mucha precaución. El poco personal que quedaba a esas horas en el hospital se había concentrado en asegurar las salidas, pero por suerte no todas las ventanas estaban aseguradas, solo teníamos que encontrar la correcta.

Conforme caminábamos por los amplios corredores me aseguraba de grabar todo en mi mente. Cada pasillo, cada vuelta, cada puerta y cada parte de la monótona decoración del lugar era de máxima importancia si debía regresar, porqué por supuesto que lo haría.

Escuchamos unos gritos que indicaban que alguien se acercaba a nosotros. Mi piel se erizo.

― Entren ―nos ordenó Hayley, abriendo la puerta de una habitación. Pasamos Dallon y yo, ella se quedó afuera―. Volveré en unos minutos, no se muevan.

― Espera... ―comencé a hablar cuando cerró la puerta, dejándonos solos en la oscuridad.

Logramos tentar un sofá en un lugar de la habitación donde nos sentamos, resignados.

― Josh, ¿crees que los hayan descubierto? ―preguntó mi amigo.

― Es lo más probable ―suspiré―, pero tranquilo, Pete es el más listo de nosotros y sabrá idear algún plan para librarse. Brendon estará bien con él.

Acaricié su brazo intentando transmitirle confianza.

 ○

Pasaron unos largos minutos en los cuales sólo podíamos esperar ahí ocultos mientras el devil sonido de las alarmas sonaba por el lugar. Era aterrador, mucho, aunque agradecía no estar pasando solo por todo eso.

De pronto la puerta se abrió de nuevo, ella había regresado, tal como lo dijo.

― Es seguro ―informó.

Ambos nos pusimos de pie y la dejamos guiarnos hasta una salida. Al pasar por un pasillo pude notar una puerta de metal sumamente asegurada con una alarma y lo que parecía un sistema de códigos, quise preguntar que había ahí dentro, pero entonces ya habíamos llegado a nuestro destino.

Una habitación que contaba con un par de largos sofás acomodados frente a frente en cada extremo, una pequeña mesita de centro con un jarrón de flores frescas y un cuadro de un bosque colgado sobre uno de los muros pintados de blanco.

― Está es la sala de espera ―explicó ella, como si hubiese leído mis pensamientos. Luego cerró la puerta y Dallon la ayudó a abrir el enorme ventanal.

― Gracias por todo ―dijo mi amigo, ofreciéndole una sonrisa.

― No es nada ―le sonrió también―, es agradable tener algo de diversión aquí para variar.

― Andando, Josh ―Dallon atravesó la ventana.

― Espera ―miré a Hayley―. Hay tantas preguntas que quiero hacerte, tanto que quiero saber sobre este lugar.

― Lo sé, pero no hay tiempo.

― Entonces volveré ―dije decidido.

― Me gustaría que lo hicieras ―me sonrió y me acercó a la ventana.

― Lo haré, lo prometo ―le sonreí de vuelta―. Fue un gusto conocerte, Hayley.

― Lo mismo digo... ―dejó la oración a medias, esperando a que le revelara mi nombre real.

― Josh.

― Josh ―repitió para si misma.

Salté de la ventana con Dallon y miramos a Hayley una última vez antes de correr hacía la maya.

Slowtown | JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora