Capítulo cincuenta y cuatro

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Séptimo sueño

Una superficie dura y helada bajo mi mejilla es todo lo que necesito para despertar de golpe. Me encuentro sentado frente a una de las mesas del comedor del lugar donde se encuentra Tyler y los otros chicos.

Hay un tazón vacío a un lado y Timothy frente a mi, comiendo una especie pasta líquida. Sopa, tal vez. Hacía tanto que no estaba ahí.

― Hola, amiguito ―lo saludo, limpiando las migajas que se me han pegado en la mejilla.

― ¿Te sientes mal otra vez? ―pregunta.

― No, estoy bien... ¿cómo que otra vez?

― Hace unos días te caiste en el pasillo, las enfermeras dijeron que te habías... uhmm... ¿desmayado? Y que eso pasa cuando no comes.

Lo miro, preocupado, y luego coloco mis manos sobre mi pecho, puedo sentir las costillas bajo la delgada capa de piel que las cubre. Mi pequeño Tyler no está lejos de convertirse en un fantasma. Es dolorosamente aterrador. ¿Cómo pude abandonarlo así?

Unas lágrimas se escapan de mis ojos a la par que recorro mis extremidades, olvidando a Timothy por un momento.

― Ty ―me llama y al levantar la mirada me topo con una pieza de pan―. Ya estoy lleno, puedes comerte el resto por mi.

Mi corazón se estremece y una sonrisa se forma en mi rostro. Tomo el pan y lo divido a la mitad, dándole una a él.

― Vamos a comer juntos, ¿si, Timmy? ―él sonríe alegre ante el sobrenombre que acababo de ponerle y asiente gustoso.

Soy consciente de que la comida está llena de sedantes y otras porquerías, pero es mejor que morir de hambre. Me encargo de comer todo lo que puedo antes de quedarme dormido, aunque por alguna razón no sucede, a Timothy tampoco.

Espero a que el comedor se encuentre completamente vacío con solo nosotros dos para preguntar lo que tanto ansío saber.

― Timmy, ¿recuerdas cómo llegaste aquí?

Mi corazón palpita acelerado, al fin he generado un lazo de confianza entre él y yo lo suficientemente fuerte para que me cuente lo que sabe sin temer de mi.

― No ―contesta simple.

Mis ojos se abren como platos ante su respuesta. Esperaba cualquier cosa excepto eso.

― ¿No? ―niega con su cabeza― ¿Y qué hay de tus papás? ¿Los recuerdas a ellos?

― ¿Mis papás? ―me mira de una manera que no sé como interpretar. Es como una mezcla de confusión y algo más― Mis papás ―repite.

― Timothy.

Ambos miramos a la imponente mujer de color vestida de blanco que había llegado con nosotros.

― Es hora de tu revisión, el doctor está esperando por ti ―informa―. Acompañame.

― Ty ―me mira de nuevo con sus ojos cristalinos.

― Hablaremos cuando regreses, te lo prometo ―le digo en un susurro antes de besar su cabecita.

― Vamos, cariño ―la mujer toma su mano y lo conduce entre los pasillos.

¿Qué acababa de hacer?

En cuanto los veo perderse de mi vista corro a toda prisa hacía las habitaciones en busca de Vanesa. Me sorprende lo rápido que he memorizado el camino hacia su cuarto y el mío.

Slowtown | JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora