Capítulo cuarenta

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Después de contarle a los chicos sobre el sueño que acababa de tener anoche, recibí una inesperada llamada del oficial Schmidt pidiéndome vernos porque tenía más información, algo que tal vez podría ser útil.

Todos estuvieron de acuerdo en que fuera a la casa de Pete también, ya que sus padres y hermanas no se encontraban y no teníamos un vehículo en el cual movernos por el pueblo.

No podía decir que las cosas habían vuelto a la "normalidad", ya que, aunque Brendon había hecho las pases con Ryan y reforzado su relación con Dallon, ahora Dallon estaba consciente de que Ryan era su ex novio y Ryan de que Dallon y Brendon estaban juntos, lo que los ponía en una situación un tanto incómoda.

La primera vez que Gerard había invitado a Ryan a reunirse con nosotros, Dallon y él no se habían separado el uno del otro en toda la noche, se llevaron bien al instante, hasta intercambiaron números, pero ahora lo único que lograban intercambiar eran miradas penosas y sonrisas de cortesía.

― Entonces ―comencé a hablar, para tratar de iniciar una conversación y que el ambiente no estuviera tan tenso― ¿qué tal el clima?

Pete negó, dándome un bien merecido golpe en la nuca.

― Pues, amm agradable, supongo ―respondió Ryan, encogiendose de hombros.

― Sí, escuché que él viernes podría nevar, así que abrirán la pista de hielo ―comentó Dallon―. No puedo esperar por jugar hockey.

― ¿Prácticas hockey? ―preguntó Ryan, emocionado.

― Algo así, pero la verdad no soy muy bueno, ¿y tú?

― Tampoco soy la gran cosa, pero unos amigos de mi hermano y yo formamos un equipo el invierno pasado con Gee ―miró a Gerard y este asintió―. Este año nos hacen falta jugadores ahora que dos se han ido a estudiar a Londres ―sonrió, avergonzado―. Podrías unirte, si quieres.

Todos nos quedamos en silencio esperando la respuesta de Dallon, quien se encontraba sentado junto a Brendon, el cual no dejaba de mover la pierna a causa de sus nervios.

― Por supuesto, gracias ―contestó sonriendo, y todos pudimos respirar de nuevo.

Escuché el timbre y Pete y yo subimos corriendo a recibir al oficial Schmidt.

Al terminar de presentarlo a Ryan y Gerard, todos tomamos asiento en los sofás, preparados para escuchar lo que el oficial tenía que compartir con nosotros.

― Lamento haber tardado tanto en volver a ponerme en contacto con ustedes, pero no quería revelar nada hasta tener algo concreto. Los conozco muy bien y sé que este chico aquí a mi lado hubiese salido corriendo contra mi auto tan pronto como supiera que tenía noticias ―explicó, refiriéndose a mi, y todos asistieron.

― Ya aprendí mi lección ―dije, apenado.

― Más te vale, no quiero volver al hospital porque mi amigo se rompió otras dos costillas ―comentó Pete.

― Yo también te quiero ―le sonreí y lo abracé.

El oficial sacó unas carpetas de su maletín y las acomodó sobre la mesa para que pudiéramos observar su contenido.

Tomé la primera que vi y al abrirla me encontré con unas transcripciones.

― Desde la última vez que hablamos no he podido de pensar en los sueños que tienes, Josh ―me dijo, mirando una de las carpetas―. Juntos han logrado recabar más información en casi dos meses de la que todo el departamento lo ha hecho en cuatro ―ahora nos miró a todos―, son un gran equipo, por eso necesito que de ahora en adelante dejemos atrás a las autoridades y lo hagamos por nuestra cuenta.

Todos lo miramos confundidos. ¿Un oficial jugando contra su propio bando?

― Perdone, oficial ―habló Pete― ¿qué no es eso lo que hemos hecho todo este tiempo?

― No del todo ―soltó un suspiro―. Verán, aunque sabía que él departamento estaba tratando de encubrir cualquier rastro del caso de los chicos desaparecidos para que esto no se hiciera más grande y causará un caos entre la gente del pueblo, la verdad es que decidí seguir creyendo en ellos.

― ¿De qué está hablando? ―cuestionó Brendon.

― Pensé que seguirían trabajando en los casos sin llamar la atención, prometieron asignar a un equipo especial para ello, pero cuando llegó la fecha en que darían resultados, no hubo nada ―se tocó la sien, frustrado―. Lo siento.

― ¿Lo siente? ¿Eso es todo lo que se le ocurre decir después de todo este tiempo? ¿Una miserable disculpa? ―preguntó Pete, bastante molesto.

Todos comenzaron a hablar al mismo tiempo, si no es que a gritar. Me sentía mal por el oficial Schmidt, sabía que había hecho mal, pero ahora la verdad no me importaba, lo habíamos hecho bastante bien sin él hasta ahora y el que no nos hubiera ayudado no nos perjudicó en nada.

Finalmente, decidí ponerle fin a su discusión.

― ¡Chicos! ―me puse de pie, llamando su atención― Tenemos que hablar ―miré al oficial―. Perdón, ¿podría darnos un momento a solas?

El oficial accedió a mi petición poniéndose de pie y subiendo las escaleras hasta el primer piso.

― ¿Y ahora qué? ¿Vas a pedirnos que sigamos confiando en él después de esto? ―espetó Pete.

― Ya sé que cometió un error, pero todos lo hacemos. Después de todo, somos humanos, ¿qué no? ―respondí, encogiendome de hombros.

― Estoy de acuerdo con Josh ―intervino Gerard―. El oficial no debió hacer lo que hizo, pero ya está hecho, no queda más que seguir adelante.

― Tienen razón, pero no creo que debamos seguir contando con el como parte del equipo ―habló Brendon―. No podría volver a confiar en alguien que me ha ocultado una cosa tan importante.

Sin querer, todos miramos a Ryan, quien bajó la mirada.

― No se refería a eso ―agregó rápidamente Dallon.

― De acuerdo, escuchen ―solté en un suspiro―, se que yo fui quien inició todo esto, pero ya que gracias a mi todos ustedes se han involucrado tanto como yo, considero que lo justo sería que decidamos entre todos, como equipo.

― Sí, pero eso no funciona en este equipo ―habló Pete―. Con esfuerzo y logramos coexistir de nuevo.

Los miré a todos. Lo que decía Pete era verdad, justo apenas hace unos minutos pudimos hacer que las cosas volvieran a marchar como antes, cuando todos éramos buenos amigos y confidentes, no podía crear otra división, no me lo perdonaría.

Pero, ¿y si no aceptar al oficial significaba estar más tiempo alejado de Tyler? ¿Algún momento sería demasiado tarde para traerlo de vuelta a casa conmigo? No podía arriesgarme.

Los chicos me observaban impacientes a la espera de una respuesta con la cual no contaba. Mi respiración se volvía cada vez más pesada, como si pequeños granitos de arena cayeran dentro de mis pulmones en lugar de oxígeno, me sentía sofocado.

¿Qué se supone que debía hacer?

― Josh, ¿estás bien?

Slowtown | JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora