Capítulo sesenta y cinco

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¡Lo sabía! Sabía que los de ese lugar tenían algo que ver con todo ese asunto tan retorcido y que eran responsables de lo que había sucedido con los chicos y con Tyler. Ahora sólo necesitaba más detalles, tenía que conocer en que había consistido su malévolo plan y quienes estaban involucrados.

Parecía que aún faltaban muchas piezas del rompecabezas, pero todo estaba tomando forma, y mientras contara con mis amigos podría resolverlo.

― ¿Sabe que tipo de tratamientos recibió?

― Sólo eran consultas con el psicólogo ―respondió―, mi hija lo llevaba tres veces a la semana.

Otra cosa en la que había tenido razón, Tyler no estaba enfermo.

― ¿Notaron algún cambio en él después de las sesiones?

― Se veía mucho más calmado, pero no como si estuviera tranquilo, como lo era normalmente, si no con sueño ―dijo Lisa―. Creo que esto es todo lo que sabemos.

― Muchas gracias por todo, no saben cuanto nos han ayudado ―les agradecí con un apretón de manos.

― Haríamos cualquier cosa por Tyler ―me sonrió la señora Green― ¿Quieren quedarse a cenar? Mi Lisa prepara una lasaña deliciosa.

― No, muchas gracias, pero creo que si me quedaré un rato más ―miré a Halsey.

Una por una iba arrancando desde la raíz la maleza que me encontraba a mi paso. Me dolían las manos a pesar de llevar guantes, pues mis heridas seguían abiertas, y estaba cansado, pero sentía que se lo debía a la amable mujer.

Mi camisa no me permitía moverme con libertad, así que tuve que quitarmela. Halsey me veía sonriente desde los rosales que se había ofrecido a regar.

― Vaya, ¿desde cuándo te volviste tan musculoso?

― No estoy nada musculoso ―reí.

― Pues a mi me parece que sí.

Seguimos con nuestro trabajo hasta terminar. El jardín nos había quedado estupendo ha decir verdad, me sentía orgulloso de nosotros.

Guardamos las herramientas en el pequeño cobertizo que tenían en la parte trasera de la casa. Las vendas que llevaba en mis manos estaban llenas de tierra, tuve que deshacerme de ellas para evitar infección.

― Cada vez que te veo tienes una nueva marca ―dijo tomando mis manos.

― Lo sé, debería ser más cuidadoso.

― Sí, deberías, de lo contrario yo tendría que hacerlo.

Me sonrió y en seguida pasó sus manos sobre mis hombros descubiertos, dándome un masaje. Sus toques eran placenteros, pero algo en mi se encendió, como una alerta que me indicaba alejarme de ella.

― Debemos parar.

― ¿No te gusta lo que hago? ―preguntó.

― Sí... pero no está bien.

― ¿Estás seguro?

― Lo estoy ―tomé sus manos y nos separamos―. Lo siento, no puedo.

― No, yo lo siento ―la miré, confundido―. Sé que debe ser difícil para ti estar conmigo desde lo que pasó en la fiesta...

― No, no tiene que ver con eso.

― ¿No? ―negué.

― Estoy enamorado de alguien más ―bajó la mirada abrazandose a si misma― y nisiquiera sé donde está.

La expresión de su rostro cambió a una de asombro.

― ¿Tyler?

Asentí.

― ¿Por qué no me dijiste antes? ―preguntó― Jamás hubiese intentado nada de haberlo sabido.

― No lo sé, es complicado. Ni siquiera los chicos lo saben, sólo Dallon y ahora tú ―la miré, apenado.

― ¿Nunca sentiste nada por mi?

― Sí, por mucho tiempo ―confesé―, pero pensaba que yo a ti no. Luego llegó Tyler y todo cambió.

― Está bien, Josh ―suspiró―. No conocí a Tyler realmente, pero si llegaste a sentir algo por él fue porque era especial. Tú siempre sacas lo mejor de las personas.

― ¿Podemos seguir siendo amigos?

― Los mejores.

― Pero ya revisamos el lugar ―dijo Pete, refiriéndose al hospital―, no hay forma de que los tengan ahí.

Estábamos compartiendo mesa en la cafetería de la escuela, era la hora del almuerzo. Era la primera vez que lo hacíamos después de casi un año de estar separados, y se sentía tan bien como en los viejos tiempos.

― Tal vez hay una ―todos me miraron―. El lugar donde se encuentran los chicos no tiene ventanas y el jardín artificial es sólo otra habitación. Cuando estuvimos en el hospital revisamos los dos pisos, pero nos faltó revisar debajo.

― ¿Quieres decir que tienen un tercer piso subterráneo?

― Eso creo. La vez anterior logré ver unas escaleras que conducían hacía un lugar abajo del primero, sólo que la puerta estaba increíblemente asegurada ―respondí.

― Creo que sólo hay una forma de averiguarlo ―dijo Gerard―, tenemos que regresar.

― Esperen, ¿cómo lograremos entrar si lo más probable es que reforzaron la seguridad? ―preguntó Pete.

― Josh podría hacerse pasar por un paciente ―propuso Dallon.

― Estuve investigando sobre el lugar y se necesita una cita para entrar, la cual podría tomar hasta meses en ser aceptada ―dijo Ryan revisando su laptop. Todos bajamos la mirada―. A menos que tengamos los suficientes recursos para acelerar el proceso.

Nos miramos entre nosotros.

― ¿Qué significa? ―preguntó Brendon.

― Que tal vez no nos dejarían entrar a nosotros, pero no rechazarían al único hijo de la familia más rica del Estado y futuro heredero de toda su fortuna ―respondió Gerard.

Nos quedamos un momento viendo a Brendon, quien asentía con la cabeza.

― Aún no entiendo ―dijo.

Los demás rodaron los ojos.

― Bee ―lo tomé de los hombros―, jamás creí que diría esto, pero necesito que me dejes usar tu cuerpo.

Slowtown | JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora