Capítulo treinta y ocho

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Quinto sueño

― Ty, Ty, despierta.

Una aguda vocecita me hizo abrir los ojos y darme cuenta de que no estaba en el sofá donde me quedé dormido.

Mire hacía mi lado y vi a un pequeño pelirrojo de ojos grandes y brillantes tomando mi brazo. Era Timothy.

― Hola, amiguito ―le sonreí tomando asiento en mi camilla.

― Creí que dormirás por siempre, como la bella durmiente.

― No ―reí divertido. Era tan dulce―, sólo estaba cansado. ¿Necesitas algo?

― Es hora de cenar ―respondió― y no podemos llegar tarde.

― Oh, claro ―contesté como si supiera a lo que se refería con eso―. Andando.

Dejé que Timothy me guiará a través de los largos y luminosos pasillos hasta llegar al comedor, donde habíamos estado la última vez. Ahí ya se encontraban un chico y dos chicas comiendo en silencio.

El chico era alto de piel pálida, con los ojos más azules que hubiera visto antes y una larga y rubia cabellera sostenida en una cola de caballo. Las dos chicas eran gemelas de piel morena, cabello rojo rizado, y ojos oscuros. ¡Eran los chicos que había visto en los expedientes! No lo podía creer, realmente eran ellos.

― Vamos, Ty.

Timothy logró sacarme de mis pensamientos al tirar de mi bata, y ambos nos dirigimos a una mesa libre.

Una de las encargadas nos sirvió nuestros alimentos, que consistían en un plato con sopa caliente, acompañado de pure y un poco de verduras, un vaso con agua y una pieza de pan.

Estaba sorprendido, esta era la mejor comida que había tenido desde que comencé a quedarme en la casa de los chicos y no comprendía porqué todos aquí estaban tan delgados.

― Oye, amiguito ―llamé la atención de Timothy, quien se encontraba sentado frente a mi―. ¿Conoces a esos chicos? Es decir, ¿son tus amigos o míos?

― Sí ―respondió después de probar la primera cucharada de su sopa―. Bueno, a veces jugaban conmigo antes de que tú llegaras.

― ¿Y ya no? ―negó con la cabeza― ¿Por qué? ¿Hice algo malo? ―por supuesto que Tyler nunca haría nada malo, era el chico más lindo y considerado del mundo, pero estaba intrigado.

― No, no, Ty ―se apresuró a responder―. No sé porque no hablan con nosotros, pero no hiciste nada malo. Tú eres bueno, eres mi amigo.

Me miró con una expresión que no supe como interpretar. Era como si inconscientemente me estuviera rogando que le dijera lo que quería escuchar, que era bueno y su amigo y, como tal, me quedaría con él.

Me recordó a mi.

― Y siempre lo seré.

Timothy cayó rendido después de la cena. Lo acomode con mucho cuidado en su camilla y tomé un par de mantas para cubrirlo del frío. Luego besé su frente con cariño y salí de la habitación tan pronto como dejé de escuchar ruidos en el corredor.

No tenía idea de a donde me dirigía ni que estaba buscando exactamente, pero tenía que aprovechar cada segundo en ese lugar.

Comencé a sentir mis ojos pesados con forme avanzaba a pasos lentos, hasta que oí a alguien aproximándose e instintivamente abrí la primera puerta que vi para esconderme.

Slowtown | JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora