Capítulo ochenta y dos

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Un par de linternas, baterías extras, botellas de agua, cuerdas, comida, teníamos todo lo necesario para llevar a cabo nuestra misión.

Cerré la mochila y bajé las escaleras tomando las llaves. Ryan seguía terminando de arreglar sus cosas en la sala.

― ¿Necesitas ayuda? ―le pregunté.

― No, ya está todo listo ―respondió poniéndose de pie―, gracias. ¿Te sientes bien? ¿Has tenido ningún mareo o dolor de cabeza?

― No, todo perfecto ―le mostré mis pastillas―. Estoy preparado.

Escuchamos la bocina de un auto afuera de mi casa, anunciando la llegada de los demás. Ryan y yo salimos a encontrarnos con el oficial Schmidt, el alguacil Weekes, Gerard y Pete.

Los saludamos a todos y dejamos nuestras mochilas en la camioneta todo terreno de Pete. Al parecer sus padres le habían levantado el castigo o él se la había llevado sin su consentimiento.

― ¿Brendon y Dallon no vienen con ustedes? ―los busqué con la mirada.

― Dallon fue a buscar a Brendon a su casa, ya deberían de estar aquí ―Pete sacó su celular para llamarles, cuando ellos aparecieron corriendo hacía nosotros.

― Hola a todos ―nos saludó Brendon casi sin aire―, vámonos.

― ¿Te escapaste? ―preguntó Gerard.

― No, sólo salí de casa sin que nadie me viera hacerlo ―contestó riendo.

― ¿Y tú porque tienes hojas por todas partes?

Dallon se sacudió el cabello y la ropa.

― Se resbaló al bajar por la ventana ―dijo refiriéndose a Brendon―, y no podía dejarlo caer.

Brendon tomó de la chaqueta a su novio y lo besó en los labios con una sonrisa de por medio. Cuando se separaron sus mejillas se tornaron de rojo al notar las miradas de los adultos.

― Hola señor Weekes, no lo vi... ―empezó a decir Brendon cuando Pete lo metió a la camioneta.

― Mejor ya nos vamos ―dijo Gerard.

― Esperen, falta alguien ―los detuve.

Todos me miraron confundidos hasta que un taxi aparcó al lado de nosotros. De el bajó una chica delgada de cabellera rubia.

Al salir de la clínica los chicos me contaron que ella había sido quien les avisó que necesitaba ayuda cuando me encontraba dentro del hospital Middlewood, después de eso el oficial Schmidt pidió refuerzos, y así fue como lograron intervenir para sacarme de ahí. Hayley además había dado su testimonio a las autoridades y estado al pendiente de mi estado de salud y del de Brendon durante todo este tiempo. Habíamos generado un gran vínculo entre nosotros.

Era extraño verla sin bata, pero su estilo era genial y quedaba acordé a su personalidad atrevida y decidida.

― Ahora sí estamos completos.

Los adultos iban delante de nosotros en la camioneta del alguacil, mientras los chicos y yo los seguíamos de cerca todos juntos en la de Pete.

Hayley y Brendon se habían llevado bien al instante, aún le parecía extraño que fuese yo con quien había pasado aquella noche en el hospital, pero comenzaba a acostumbrarse.

El bosque estaba relativamente cerca, pero nos llevaría casi toda la mañana y parte de la tarde adentrarnos lo suficiente para localizar los puntos donde los cuerpos de las dos víctimas habían sido encontrados.

Contábamos con un mapa donde habíamos marcado los puntos claves dentro de un rango de 40 kilómetros radio, tomando como referencia el puente donde encontraron el primer cuerpo y los 20 kilómetros que había de distancia hasta el segundo. También teníamos un par de radios que nos había dado el padre de Dallon en caso de que no hubiese señal o nos tuviésemos que dividir, y gracias a Ryan, cada uno de nosotros podría ser localizado por medio de un GPS.

Parecía que todo estaba a nuestro favor. El clima era agradable, nuestro plan estaba bien estructurado, los chicos disfrutaban del viaje, y el dolor en mi cabeza había desaparecido. Era como el sol después de la tormenta.

Los días anteriores habían sido unos de los peores en toda mi vida, y en algún momento creí que no lograría superarlos y seguir adelante, pero aquí estaba ahora, recorriendo la carretera con las personas que me amaban rumbo hacia lo desconocido.

Y mientras mi corazón continuase latiendo y la sangre en mis venas corriendo, mientras él se mantuviese con vida y la luz en sus ojos no fuese extinguida, no existía fuerza en el mundo capaz de detenerme.

Estoy cerca Ty,
puedo sentirte.

Slowtown | JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora