Capítulo treinta y dos

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― ¡Josh! ―escuché a Dallon gritar mi nombre mientras se aproximaba a los casilleros, donde me encontraba sacando mis libros.

― Hey, ¿qué pasa? ―lo saludé― ¿Olvidaste hacer la tarea de álgebra?¿Quieres copiar la mía? Creo que tenemos el mismo profesor...

― No, gracias, no es eso ―me interrumpió―. En realidad quería preguntarte sobre otra cosa.

― Claro, preguntame.

― Pero no aquí ―dijo mirando a las personas que pasaban caminando junto a nosotros.

― Tranquilo ―sonreí―, están tan concentrados en su mundo que ni siquiera nos prestan atención.

― ¿Seguro?

― Por supuesto, anda, cuéntame ―le animé.

Él sacó el celular de su bolsillo y giró la pantalla hacía mi, para mostrarme algo. Rodé los ojos divertido y me acerqué para ver mejor, era una fotografía de Tyler y yo, basándonos.

Abrí grande los ojos mirando la pantalla y luego a Dallon, quien se encogió de hombros como diciendome "te dije que este no era un buen lugar".

Le quité el móvil metiendolo en mi chaqueta y luego lo tomé del brazo llevándolo casi corriendo hasta los baños, donde nos encerré dentro de un cubículo.

― Esto debe ser demasiado extraño para todos los que nos vieron entrar aquí ―comentó.

― Olvidalos, ¿de dónde sacaste esa foto?

― Yo la tomé.

― ¿Alguien más la ha visto? ¿Quién iba contigo? ¿Pete y Brendon saben de esto? ―pregunté alarmado.

― Tranquilo, sólo yo. Por eso necesitaba hablar contigo ―tomó su teléfono de vuelta ― ¿Hay algo de lo que quieras hablar?

― No, todo está bien ―respondí, nervioso.

― Josh, sabes que puedes confiar en mi ―dijo poniendo una mano sobre mi hombro― ¿Te avergüenza que se enteren de que te gusta un chico?

― ¿Qué? ―lo miré con el ceño fruncido― No, sabes que no soy de ese tipo.

― ¿Entonces?

Me quedé un momento en silencio, pensando en lo que iba a decir. La verdad era que ni siquiera yo podía explicarme a mi mismo el porqué Tyler no quería que supieran de nosotros, es decir, ¿había algo malo conmigo?

Comencé a sentirme sofocado al mismo tiempo que mis ánimos decayeron.

― Es...

― ¿Complicado? ―completó Dallon como si hubiera leído mi mente. Asentí con la cabeza― No sería complicado si no fuera amor, ¿cierto? ―me sonrió de lado― Tranquilo. Tu secreto está a salvo conmigo.

― Gracias ―le sonreí de vuelta.

― Hey, para eso estamos los amigos ―revolvió mi cabello y antes de quitar el seguro a la puerta para salir me miró a los ojos―. Sólo prometeme que no dejaras que te lastime. Eres un gran chico y mereces a alguien que esté dispuesto a dar lo mismo que tú.

Toda la tarde estuve repasando en mi mente las palabras de Dallon. Nunca me había considerado a mi mismo como alguien ejemplar, alguien a quien pudieran amar, sin embargo, ahora que tenía a los chicos a mi lado ellos me hacían sentir como si fuera importante por primera vez, desde que mi madre falleció, como si mis pensamientos fueran valiosos y debieran ser escuchados.

Slowtown | JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora