Capítulo ochenta y nueve

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Tyler

― ¡Josh!

Me levanté de inmediato de mi lugar y corrí para abrazarlo con las pocas fuerzas que quedaban en mi cuerpo, derramando mis lágrimas al contacto. Era todo lo que necesitaba en esos momentos y lo único a lo que podía aferrarme para mantenerme a flote, mi ancla.

De pronto él me separó bruscamente de un empujón, dejándome desconcertado.

― ¿Quién eres? ―preguntó molesto.

― S-soy yo, Tyler ―respondí limpiando las lágrimas en mis mejillas.

― ¿De dónde vienes?

― De la excursión en el bosque ―probablemente lo había olvidado, decidí no darle importancia―. ¿Qué sucede?

Él se quedó un momento en silencio analizandome con su penetrante mirada, y por un momento sentí... ¿miedo? ¿Miedo de Josh? No, jamás.

― Entra ―dijo sin más y se hizo a un lado.

Josh se veía significativamente diferente, no sólo su cabello había adoptado una tonalidad oscura, sino su personalidad. Era frío y misterioso, y sus ojos no dejaban de pasearse de arriba a abajo por toda mi anatomía haciéndome sentir incómodo.

No podía negar que ese día había sido uno de los peores en mi vida, tenía los recuerdos tan frescos en mi memoria como las marcas sobre mi piel, y cada parte de mi ser gritaba con desesperación por un alivio que parecía jamás llegaría. Pero podía notar que Josh había pasado por algo también, y aunque tal vez ni siquiera se le acercaba a mi situación, quería escucharlo y darle todo mi apoyo porque él era lo más importante para mi.

― ¿Vienes sólo? ―preguntó.

― Sí, los otros me dejaron.

― ¿Los otros? ¿Hay más?

― Mis compañeros de clase.

― ¿En qué escuela?

― La única preparatoria que hay en el pueblo ―contesté confundido―. ¿Estás bien?

Asintió y continuó caminando en círculos alrededor de la sala.

― ¿Podrías mostrarme de donde vienes exactamente?

― No estoy seguro ―dije tocando la marca en mi cabeza―, creo que lo olvidé.

― ¿Somos amigos?

― Oh sí ―respondí apenado.

― ¿Buenos amigos?

Mis mejillas se pintaron de un rojo intenso, no estaba seguro de a que se refería.

― N-no lo sé, nunca habíamos hablado de e-esto.

De un momento a otro detuvo sus pasos frente a mi.

― ¿Tú me quieres?

¿Tú me quieres? Eres lo que más aprecio en la vida y lo que ni en mis más dulces sueños creí que vendría a mi. Eres la luz de mis ojos. Mi esperanza personificada. Mi todo. Mi Josh.

― Te amo ―respondí sin titubear.

Se inclinó lo suficiente hacía mi para que sus manos acunaran mi rostro con delicadeza, y sus oscuros ojos marrones miraron a través de los míos.

¿Qué estarías dispuesto a hacer por mi?preguntó sobre mis labios en un susurro.

Lo que sea necesario.

Por un instante creí que iba a besarme, pero no lo hizo, en lugar de eso volvió a ponerse firme y se dirigió a otra habitación. Y yo lo agradecí internamente porque no estaba preparado para tener ese tipo de contacto, no sabía si alguna vez podría volver a estarlo.

Nuevamente las lágrimas llenaron mis ojos y el temblor sacudió mi cuerpo.

Quería tocarlo como antes, sentir el calor de su suave piel irradiar sobre la mía, y que esos fuertes brazos que una vez me sostuvieron lo hicieran de nuevo. Quería sentirme a salvo, sonreír sinceramente y reír con él. Quería tomar su mano entre la mía y pasear bajo el sol de verano sin pensar en nada más que en seguir sus pasos. Quería que mi cuerpo volviera a ser mío de nuevo. Quería olvidar. Quería querer y ser querido.

Haciendo un gran esfuerzo respiré profundo y pensé en otra cosa para distraerme, entonces recordé el papel que había recogido de la calle. Saqué el folleto de mi bolsillo y una vez que terminé de leer su contenido quedé totalmente confundido.

― ¿Josh, que es esto?

Lo último que sentí fue el piquete de una aguja en mi cuello, antes de perder la razón.

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Slowtown | JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora