Capítulo sesenta

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Me quedé paralizado fuera de la habitación con la mano sobre el picaporte. Me habían atrapado y estaba tan apenado, sin embargo, debía dar la vuelta y enfrentar las consecuencias por mis actos.

Al voltear no vi a nadie.

― Hola.

Escuché esa voz de nuevo y miré hacía abajo, ahí estaba una niña de ojos brillantes y largo cabello negro. Suspiré aliviado, más porque comprobé que no estaba volviéndome loco que por darme cuenta de que era una pequeña quien me había encontrado husmeando.

― Hola, preciosa ―le saludé de vuelta.

― ¿Quién eres? ―preguntó.

Un niño salió de una de las otras habitaciones reuniéndose con nosotros. Eran mellizos.

― Wow, ¿eres un policía de verdad? ―preguntó emocionado y yo reaccione al recordar mi disfraz.

― Oh, sí ―respondí sonriendo―. Soy un policía de verdad verdad.

― Genial ―dijo el niño―. Yo quiero ser un policía también cuando sea mayor.

― Eso es asombroso, apuesto a que serás el mejor de todos ―me quite le gorra y se la puse con cuidado―. Pero no dejes la escuela.

La niña soltó un grito y miré a todas direcciones alarmado.

― ¿Qué sucede? ―pregunté.

― Tu cabello ―dijo sonriente―, es azul.

Recuperé el aire por segunda vez en los últimos cinco minutos y asentí.

― Sí, es azul. ¿Te gusta?

― Sí, es muy bonito. Mi hermana lo tuvo rosa una vez.

― ¿Vanesa? ―pregunté y ella asintió.

― Vas a encontrarla ―dijo el pequeño―, tú vas a encontrar a nuestra hermana y la traerás con nosotros otra vez, ¿verdad?

Sus pequeños ojos inocentes se clavaron en los míos como unas afiladas dagas. Era como si con cada nueva persona afectada que conocía y cada historia detrás aumentara era el peso que debía cargar. Me sentía presionado porque no quería decepcionar a nadie.

― Lo haré, lo prometo.

No dejamos la casa hasta el anochecer. El señor y la señora Anderson habían sido muy amables al invitarnos a cenar, pero el oficial Schmidt se negó por nosotros argumentando que teníamos que volver a la oficina de policías a informar sobre nuestros resultados.

No dijimos nada durante el trayecto hasta mi casa, donde el oficial y yo nos demoramos en salir del vehículo.

― ¿Está todo en orden, Josh? ―me preguntó logrando sacarme de mis pensamientos.

― Sí ―respondí simple.

― ¿Demasiada emoción por un día, eh? ―sonrió― Por eso no nos quedamos a cenar, sentí que había sido suficiente.

― ¿No cree que pueda hacerlo?

― No, claro que puedes, no me refería a eso. Yo también fui novato una vez y sé que el primer encuentro puede ser agotador ― explicó―. Oye, ¿qué dices si te invito unas hamburguesas?

― Gracias, sería genial ―acepté con una sonrisa que él me devolvió.

Ya eran las 9 PM. No estaba en mis planes estar afuera hasta tarde, ni siquiera tenía hambre, sin embargo ahí estaba sentado en una mesa de McDonald's pidiendo un combo. Pero no me molestaba en lo absoluto, parecía que el oficial necesitaba compañía después de haber pasado tanto tiempo alejado de su familia y creo que de alguna forma le recordaba a su hijo, su forma de tratarme lo delataba.

Slowtown | JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora