Alcohol y verdades

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Esa mismo día, 11:35 pm

La infortunada aparición de Sierra arruinó el buen ambiente por completo. Tuvo que dejar a Itzel de nuevo en su casa, aunque todo el camino se mantuvo callada. Solo le dijo gracias cuando bajó de la moto.

A lo mejor debió avisarle a Mark sobre lo que pasó, pero la reacción de la pelirroja había sido muy distinta. Más calmada, aún cuando se le veía incómoda. Tal vez no era necesario intervenir, después de todo, él conocía suficiente a su hermana para deducir si algo había pasado con ella en el camino. Y supuso que todo estaba bajo control porque no recibió ningún mensaje de su amigo.

Terminó juntándose con otros amigos del trabajo en un pub que quedaba cerca de la oficina. Estaban celebrando la aprobación de un nuevo proyecto, pero al estar en un día de semana, tendrían que controlar el alcohol que bebían. Debían salir del local caminando lo mejor posible con sus sentidos casi intactos. Así que tenían que estar atentos a cualquier signo de ebriedad.

Los vasos comenzaron a acumularse en su mesa a medida de las horas, incluso siguieron pidiendo una segunda ronda después de sentir los efectos del alcohol. Todavía estaba controlable la situación por lo que pensaron en continuar si no fuera que uno de sus amigos empezara a quedarse dormido en su sitio. Era la clara señal de que era momento de irse. Dos de ellos se encargaron de sujetar al durmiente, mientras él los seguía por detrás.

Había demasiada gente, pero aún así reconoció una cabellera rojiza que estaba sentada cerca de la barra. No tenía ninguna duda de que se trataba de la misma persona, porque llevaba puesta la misma ropa; pero eso era lo de menos cuando vio la cantidad de vasos acumulados en su mesa. Era difícil saber si estaba sola en compañía, por lo que no tardó en despedirse de sus amigos para comprobar que estaba sucediendo. A simple vista se veía que había tomado más de su límite

—Ya detente —dijo él, quitándole la bebida que tenía en su mano—. ¿No crees que has bebido demasiado?

—Sé lo que hago, así que déjame sola. No tienes que preocuparte por mí, no eres mi guardaespaldas.

—¿Qué no me preocupe? Estás bebiendo sin control estando sola. No pienso dejarte aquí a que algún extraño se acerque a ti con malas intenciones.

Iba a ser imposible razonar con ella en ese estado, así que se encargó de pagar la cuenta y salir de ahí con ella, sin importar que pusiera resistencia. La diversión ya había terminado. Al menos, salió sin hacer algún alboroto que pudiera crear malentendidos.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó cuando estuvieron fuera del local. Ella se aferraba a su brazo para no perder el equilibrio.

—Fatal no es una buena palabra que define cómo me siento, pero está cerca.

—¿Puedo preguntar porque estabas tomando sola? ¿Alguien sabe que estás aquí? —Brandon buscó su celular para llamar a Mark.

—Debería llamar a Cameron... —El nombre lo tomó de sorpresa ¿Por qué lo mencionaba?— No, no... solo causaría problemas innecesarios si escucha tu voz. Solo quiero dormir...

De todos modos, terminó llamando a Mark para avisarle que había encontrado a su hermana. Sin embargo, su celular estaba apagado. No podía dejarla sola en un taxi, así que tomó la decisión de llevarla a su apartamento. Era la idea más lógica y sencilla que podía pensar en esos momentos de "lucidez" que se apresuró en cargarla en su espalda para no perder más tiempo. Se había quedado dormida en todo el camino hasta que cruzaron la puerta.

—Está no es mi casa —dijo en voz baja.

—Es la mía, quedaba más cerca... te dejaré en la ca...

—No, solo quiero sentarme en el suelo.

—¿No prefieres el sillón? Ni siquiera sé por qué te pregunto... solo lo haré.

Ella se quedó observando con curiosidad mientras él encendía la lámpara que estaba a su lado. Daba la impresión que ella estaba viendo algo producto de su imaginación, así que se sentó en el suelo, delante de ella. Esperaba que Itzel se acostara para volver a quedarse dormida, pero prefirió sentarse con la intención de hablar. No tenía idea de cómo habían recargado energía de un momento a otro.

—¿Por qué huele a lavanda? —preguntó.

—Me gusta el aroma, me hace creer que estás a mi lado —contestó con tanta seriedad que Itzel se rió en voz baja.

—También estás ebrio.

—Tal vez un poco, ¿se nota demasiado? —Brandon se acercó un poco más hacia ella para ver mejor su rostro—. ¿No tienes miedo de que intente atacarte? —Itzel negó sonriendo y se acercó más a él. Brandon no supo cómo interpretarlo.

—Ya no eres esa clase de chico... no harías eso.

—¿En serio? ¿Aun crees en mí estando en ese estado?

—Para ser sincera, espero que seas el Brandon de antes. —Itzel evadió la mirada volviéndose a acostar en el sillón—. Pero no deberías y tampoco debería estar diciendo esto... Solo olvida lo que dije, no debería hablar cuando estoy ebria.

—¿Por qué dices la verdad? Me gusta más está versión de ti.

—No deberías decir eso. —La pelirroja volvió a levantarse.

—¿Decir qué? Que me gustas... y lo que más deseo ahora mismo es besarte. Creo que es lo mismo para ambos. —Ambos mantuvieron la mirada por un largo minuto.

—No tiene sentido hablar si ambos estamos ebrios.

—Estoy siendo completamente sincero —Indicó él, y sujetó la muñeca de la pelirroja—. No miento cuando digo que te quiero, no miento cuando digo que sigo enamorado de ti.

De repente, lágrimas empezaron a caer sobre las mejillas de la pelirroja. No lo había dicho con la intención de hacerla llorar y entonces se fijó que su ojos miraban hacia su mano lastimada con culpa. Empezó a hacer un recuento de todas las conversaciones que tuvieron y las razones que la mantenían un paso atrás de él.

—Rojita, mírame por favor —Itzel vaciló, pero terminó mirando directamente hacia sus ojos; mientras él limpiaba sus lágrimas—. Dime qué puedo hacer para que dejes de dudar. No me importa que ya no seas la Itzel que conocí en Dublín. Quiero ser parte de tu mundo, en los buenos y malos momentos...porque eres lo más importante para mí.

—No tengo ningún derecho después de todo lo que ha pasado.

—Es una lástima que me da igual. Así que no pediré disculpas por esto.

Así que no dudó en besarla. No era lo correcto hacerlo sin el consentimiento previo, pero no lo rechazó. Empezó a poner sus manos en su cuerpo, al tiempo que él acortaba más la distancia entre los dos. Él también siguió el juego, pero sabía lo peligroso que podía ser si seguían así. Ya había confirmado lo principal, así que se detuvo.

Sin embargo, ella le devolvió el beso con la misma intensidad del suyo. Ya no había vuelta atrás, así que terminó empujando a Itzel hacia el sofá mientras recorría con sus labios su cuello hasta llegar a su pecho. Poco a poco empezaron a juguetear con sus manos y a quitarse la ropa. No había forma de que se detuvieran con sus instintos ya despiertos y con esos intensos sentimientos que habían estado bajo llave tanto tiempo. De repente, Brandon la cargó en sus brazos y la llevó a su habitación a terminar con lo que habían comenzado.

¿Qué podría salir mal? Todo estaba yendo de maravilla.

¿Fue parte del destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora