¿Dónde estás?

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Al día siguiente

Como no hubo clases por el festival, Brandon salió de su casa desde temprano para evitar a su madre. Pasó un tiempo en casa de Adam con algunos de sus compañeros hasta la hora de almuerzo y luego siguió caminando sin un rumbo fijo en el centro de la ciudad. Se detuvo a descansar debajo de un árbol en uno de los parques más grandes que quedaba cerca. Solo se quedó sentado apoyándose del tronco, pensando en lo que haría en las horas que le quedaban antes que su madre fuera a trabajar.

Tuvo la intención de llamar a Tara, fue casi por inercia cuando sacó su celular de su bolsillo. Estuvo a poco de marcar su número, pero terminó guardándolo de nuevo en un lugar seguro. No iba a obtener nada de ella, salvo un limitado tiempo de satisfacción seguido de largas horas de agonía. No era el plan ideal. Siguió pensando en el festival, en todo lo que tuvo que soportar de los alumnos menores y los profesores para evitar meterse en problemas. Casi golpea a un alumno de segundo que intentó meterse en su camino, por suerte uno de sus compañeros lo detuvo a tiempo antes de romper su nariz.

Un simple recuerdo le hizo pensar en la pelirroja y el puñetazo que le dio a ese patético chico. Aún estaba fresco en su memoria ese casual encuentro. Podía entender porque Itzel lo golpeó, se lo había estado buscando desde hacía tiempo, pero no le hallaba sentido a la presencia de Adam. Ni siquiera cuando le preguntó qué había ocurrido. Se preguntó qué estaría haciendo la pelirroja, si ya había tenido la conversación final con su todavía novio. Un pensamiento que era muy impropio de él, por lo que se obligó a cambiar de tema. Ayudó que su madre le enviara un mensaje para recordarle la razón porque seguía en la calle. Si bien no lo leyó, sintió el peso de la cadena que llevaba consigo como un recordatorio.

Esto causó que cambiara de ubicación. Entre sus posibles destinos estaba la playa o simplemente ir al cine o una sala de juegos, pero en medio de su caminata sonó su celular. Apenas vio que era el nombre de su madre, volvió a guardarlo con la intención que ella captara que no estaba interesado en hablar; sin embargo, ella volvió a llamar reiteradas veces. Fue tanta la insistencia que él se vio obligado a contestar. Se preparó para una discusión y argumentos sin fin, pero fueron apenas un par de palabras que lo dejaron en blanco, alarmado. Su hermanita no había regresado de la escuela.

De hecho, no era la primera vez que pasaba. Parecía que una característica de los Smitch era ser problemáticos y hacer lo primero que venía en su mente. Su madre pensó que la menor sería más calmada, y lo era gran parte del tiempo, pero había momentos en donde no le importaba nada y hacía lo que quería. No podía culparla, no tenía un buen referente como su hermano. Y ahora podía estar en cualquier parte caminando por su cuenta.

Lo importante en ese momento era encontrar a Sam. Todavía era temprano, así que no le iba ser difícil identificarla desde lejos. Pensó en ir a su escuela, a lo mejor se había quedado ahí, pero desechó la idea al segundo. Su madre ya debió llamar, por eso se comunicó con él. Entonces, pensó en a la inversa, conocía muy bien a su hermana. Ella había crecido mirando cómo se comportaba, aprendiendo de él, así que si no quería ser encontrada... no iría a un lugar que le gustara.

Con eso en mente, se dirigió a una construcción que quedó paralizada a varias cuadras de su casa por problemas de inversión. Lo destacable de ese lugar eran los enormes tubos de concreto que dejaron abandonados que la mayoría de niños le gustaban para divertirse, claro que su hermana lo detestaba por no ser lo suficientemente vistoso y tener un extraño olor. Tendrían que obligarla para que pusiera un pie de nuevo. Fue corriendo hasta ahí, pero no había señal alguna de ella, empezó a desesperarse. No sabía si llamar a la policía o seguir buscando por los alrededores o llamar a su madre. Y en medio de esa angustia sonó su celular.

Su primer pensamiento fue su madre con alguna noticia, pero era un número desconocido. Iba a declinar la llamada, no tenía tiempo para contestar a un extraño. Estaba a punto de presionar el botón cuando cambió de opinión. Llevó su celular a su oreja y entonces, reconoció la voz de la otra línea. La mejor parte era que traía buenas noticias, el paradero de su hermana.

¿Fue parte del destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora