Te quiero a mi lado

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24 de junio

Freya había propuesto hacer una salida fuera de la ciudad para salir de la rutina. Consiguió alquilar una cabaña, así que solo faltaban los acompañantes. El plan original era salir en parejas a manera de reencuentro entre los mejores amigos. Sin embargo, Kyle tuvo que cancelar por unos inconvenientes laborales, así que el rostro de su novia aún seguiría como un misterio. Mackenzie se apuntó de inmediato, aunque no se podía confirmar la compañía de Brandon. De poder asistir, los alcanzaría en el lugar, aunque había otro infiltrado.

Nadie había invitado a Mark, ni siquiera su propia hermana se lo mencionó para evitar que fuera. Pero de todas maneras se auto invitó y apareció de sorpresa para acompañarlos a su pequeña excursión. Por un lado era bueno, así ella tendría compañía, solo que no era la clase de compañía que ella quería. Esperaba que ese viaje fuera su medio para distanciarse de su hermano por un par de horas. Por suerte, Brandon les avisó que los encontraría allá por la tarde.

—¿Sabes cuándo llegará Brandon? —preguntó Mark de camino a la cabaña—. Deberías saberlo...

—Dijo que nos alcanzaría apenas terminé su trabajo. Soy su novia, no su rastreador ni su niñera. Llegará cuando tenga que llegar, ¿tienes algún problema con eso?

—No te tienes que poner así, solo decía.

—Pobre de ti que andes de entrometido.

—Entendido Sargento.

Brandon llegó después del almuerzo. Tuvo que apresurarse en ser la primera en recibirlo, porque estaba segura que su hermano saldría corriendo como una bestia salvaje. Ya tenían todo listo para iniciar la caminata por los alrededores, a pesar de que era un recorrido casi a ciegas. Realmente no conocían la zona, ni siquiera habían revisado un mapa con antelación para verificar la ruta, así que sólo confiaron en el único camino que había y la información que habían encontrado al alquilar la cabaña. Como no era un sendero accidentado, más bien era casi plano, no hubo muchas complicaciones.

—Creo que deberíamos tomar un descanso —dijo Freya luego de dos horas de caminata. La única persona que coincidió con ella fue Mark, y Andrew, porque tenía que quedarse a su lado—. El camino es más largo de lo que esperaba.

—Pero prometimos que llegaríamos, ya no falta nada para el atardecer —dijo la pelirroja.

—Lo siento, pero no creo que pueda.

—Entonces, ¿no les importa qué nos adelantemos? —añadió Brandon..

—No, vayan... Nosotros los esperaremos aquí.

—Entonces, nos vamos adelantando los dos.

Estaba segura de que Mark había intentado decir algo, pero cuando miró hacia atrás solo vio a los tres en medio de una conversación poco amigable. Bueno, Freya era la única intimidante del grupo, pero confiaba que no le iba a pasar nada a su mellizo mientras Andrew estuviera ahí. Ella siguió avanzando con Brandon sin tener la mínima idea de adónde se estaban dirigiendo. Lo único que recordaba del mapa era que había un lago cerca de ellos, por lo que se sorprendió cuando llegaron a un campo de flores. Su primera reacción fue como la de una niña que acababa de hacer el mejor descubrimiento de su vida.

Brandon sonrió hacia ella ante su infantil comportamiento. Era como si fuera la primera vez que veía flores, porque incluso empezó a tomar varias fotos.

—¿No querías ver el atardecer?

—No puedo ignorar esto, no todos los días ves un campo de flores para ti sola.

—Pero... ¿No estás cansada?

—Un poco, sí. Se supone que debería haber un lago cerca.

—Cruzando la colina. —Sin embargo, eso bastó para desanimarla a seguir caminando.

—Este sitio es perfecto para tomar un descanso.

Se sentaron uno al lado del otro, mirando en dirección al sol que poco a poco iba descendiendo y tornando el cielo de un color rosa y violeta. Itzel apoyó su cabeza sobre el hombro de Brandon.

—Qué bueno que llegamos a tiempo. Esto superó mis expectativas —comentó ella.

—Y eso que aún no terminan las sorpresas.

—¿A qué te refieres? —En eso, Brandon sacó una pequeña caja de su bolsillo. Ella le dió una pequeña ojeada al objeto y a él sin entender qué estaba pasando—. ¿Qué es esto?

—Ábrelo —ella lo miró con duda—. No es nada malo, no va a saltar nada de ahí. Te lo prometo.

—¿Me lo juras?

—Sí, solo ábrelo. Me estás poniendo nervioso. —Mackenzie rió en voz baja. Y entonces, abrió la pequeña caja para encontrar dentro un anillo de bronce. Su risa se detuvo, especialmente, cuando notó que él llevaba uno igual en su mano.

—¿Qué significa esto? ¿Estás bromeando cierto? —Brandon negó con la cabeza—. No me digas que es lo que pienso

—Si fuera eso, ¿me preparo para un rechazo épico?

—Sería demasiado pronto ¿No crees?

—Sí, pero quería tener algo que evidencie que estoy yendo serio contigo, Rojita. Una manera simbólica de decir que eres parte de mí —dijo Brandon—. No quiero que sientas miedo de lo que pueda pasar entre nosotros. Eres la única chica que quiero a mi lado, así que no descartó un posible compromiso en un futuro cercano.

Él sacó el anillo de la caja y lo colocó con mucho cuidado en su dedo. Calzó perfectamente que la hizo sentir un leve cosquilleo, lo que también la hizo pensar cuánto había planeado para entregárselo de esa encantadora manera. Su corazón simplemente se derritió por él una vez más que no dudó en lanzarse sobre él. Ya no tenía ninguna duda de que había escogido al chico correcto. Y sin notarlo, las lágrimas comenzaron a caer sobre su rostro.

—¿Y por qué lloras? —preguntó Brandon en lo que ordenaba un par de mechones detrás de su oreja y besaba su mejilla.

—Porque estoy feliz, idiota —Ambos sonrieron y se acercaron lo suficiente para besarse—. Te amo —susurró en voz baja, con el corazón latiendo a mil por hora—. Me gustaría que esto durara para siempre.

—Oh, no tengo intenciones de dejarte ir, cariño. —Brandon volvió a besarla—. Aún si se complican las cosas, lo resolveremos. No pienso perderte de nuevo. Aunque queda Mark.

—Yo me encargo de él. Entonces, ¿qué sigue ahora?

—Es un misterio. Nos espera un largo camino, posiblemente con altibajos, pero me es suficiente siempre que esté contigo.

—En las buenas y en las malas. —Entonces, levantó su dedo meñique para sellar la promesa. Era algo infantil, pero no iba a ser algo nuevo para ambos.

—En las buenas y en las malas —repitió Brandon, y con una sonrisa brillante miró hacia la pelirroja al mismo tiempo que entrelazaba su meñique con el suyo—. Y por enésima vez te diré que te amo, Rojita. 

¿Fue parte del destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora