6:30 am
Entró en pánico cuando despertó solo en su cama. Se suponía que debía encontrar a Mackenzie acostada de su lado, quizá apoyada en él; pero estaba completamente solo. O en algún momento su cerebro había logrado un modo de crear ilusiones demasiado realistas, o simplemente había perdido la cordura, pero aún así se negó a creer que todo había sido un sueño. Era imposible y podría confirmarlo porque todavía quedaban rastros del perfume de Mackenzie en el ambiente; sin embargo, el lugar estaba muy silencioso. No había otra señal de que había otra persona en el apartamento.
Comenzó a llamarla mientras se levantaba de su cama, tratando de no caer en la desesperación. Bastaban dos pasos para llegar a la puerta que no fueron necesarios cuando la pelirroja se asomó a ver qué pasaba. A simple vista uno se podía dar cuenta que salía de la ducha con el cabello húmedo, además que todavía llevaba puesta una bata de baño. Él no contestó en ese segundo. Su mente se puso en blanco y simplemente se quedó de pie a mitad de camino en lo que Mackenzie se sentaba al borde de la cama.
—¿Pasó algo? ¿Volvió a llamar Mark? —le preguntó con un tono de preocupación, porque volvió a ponerse de pie.
Él negó con la cabeza y simplemente caminó hacia ella para abrazarla, para demostrarse a sí mismo que no estaba soñando. Podía sentir su calidez, aunque su perfume se había esfumado por completo luego de salir de la ducha.
—¿Está bien si te beso?
—Por supuesto que sí. Tienes toda la libertad de hacerlo.
Ambos rieron al mismo tiempo y luego Brandon besó suavemente la sien, luego su mejilla hasta llegar finalmente a sus labios. Sus manos se movieron con destreza en su cuerpo, aflojando el cinturón de la bata. Bajó su rostro por su cuello hasta llegar a su pecho, aunque se sintió un poco decepcionado de ver que Itzel llevaba puesta su ropa.
—¿Esperabas algo más revelador? —preguntó ella cuando notó su mirada—. Hace demasiado frío como para andar solo con la bata.
—Tal vez —contestó él con una sonrisa pícara. Volvió a acomodar la bata como estaba antes y sacó una toalla de su armario—, pero mientras esté la advertencia de Mark, soy un hombre de palabra. Y ahora te ayudaré a secar tu cabello.
Ella fue a sentarse en la cama sin vacilar con una gran sonrisa, lo suficiente para él decidiera tomarse el día libre de su trabajo. Solo bastaba con una llamada y una excusa de un intenso resfriado, pero estaba seguro que Mackenzie no estaría de acuerdo con su idea. Al menos le quedaba tiempo antes de que tuviera que salir.
En lo que secaba su cabello con cuidado, le preguntó porqué se había levantado tan temprano a tomarse una ducha. Quería evitar decir que no le había gustado despertarse solo, menos cuando ahora comprendía como se había sentido en ella en un momento similar. Esperaba que no se tratara de una pequeña venganza, aunque su respuesta lo hizo reír. Por un momento de emoción se había olvidado que era un completo desastre en la cocina. Tuvo la intención de preparar un desayuno simple para los dos hasta que recordó que no había necesidad de regresar de nuevo a un hospital.
Entonces, le preguntó si había algo que deseaba para el desayuno. No es que tuviera su despensa completamente abarrotada, lo suficiente para que él pudiera sobrevivir por su cuenta, pero aún así se sentía en la capacidad de preparar algo decente para ambos. Aparte del café instantáneo que reveló la noche anterior. Mackenzie iba a dar su respuesta cuando el sonido de una llamada los interrumpió. Era el celular de ella, así que se levantó en ese mismo segundo pensando que se trataba de su hermano. Incluso él pensaba lo mismo, era la única persona que podía llamar a esas horas. Sin embargo, fue fácil saber que no se trataba de él con solo ver la expresión de Mackenzie.
—¿Quién es? —Brandon se acercó a ella y entonces se fijó en el nombre que salía en la pantalla—. ¿Por qué te llamaría Cameron?
—No tengo idea, debe ser medianoche por allá —Mackenzie también se veía igual de sorprendida como él—. Creo que debo contestar la llamada.
—Sí, supongo. Iré a la cocina...
No quería alarmarse por una llamada, aún si se trataba de un ex novio. Quedaba claro que no tenía que preocuparse en absoluto cuando la tenía a su lado en esos momentos y podía decir en voz alta que al final él había logrado tenerla de vuelta. Cameron no significaba ningún peligro. Ni en ese momento, ni en el futuro; pero todavía permanecía ese pequeño resentimiento dentro de él. Dejó que Mackenzie contestara la llamada en la habitación en lo que él iba a preparar café y unas tostadas.
Pensó que la llamada sería corta, una cosa de minutos y ella estaría de vuelta para desayunar juntos ¿De qué podrían estar hablando para que ella siguiera en la habitación? ¿Qué necesidad había de llamar a esas horas? Y antes de que se respondiera solo, la pelirroja apareció. Llevaba puesta su ropa con la que había llegado, aunque con una expresión sería.
—¿Todo bien? —Le alcanzó una taza de café que rápidamente le agradeció con una media sonrisa.
—Sí...llamó para avisarme que estaba ordenando su habitación y había encontrado un par de cosas mías...
Entonces, hubo una repentina pausa. Apenas unos segundos que parecían eternos, en lo que ella procesaba lo que acababa de decir, mientras él intentaba no darle mucha importancia al comentario. Sin embargo, no logró disimular su molestia. Había recordado la sensación que experimentó cuando se dio cuenta de cuán íntima había llegado a ser su relación. Lo detestaba tanto que realmente tuvo tantas ganas de desaparecer a Cameron del planeta, aunque era un sentimiento completamente motivado por los celos y la codicia. No estaba muy orgulloso de sí mismo por eso, pero lo volvería a hacer por cualquier otro chico que se hubiera cruzado en el camino de Mackenzie.
—Y volví a arruinarlo —dijo la pelirroja acompañado de un largo suspiro—. Lo siento, no tenía que decir eso. Creo que ni debí haber contestado tu llamada.
—No, no, tranquila. No tienes que darme ninguna explicación de lo que pasó con alguna persona en el pasado.
—¿Estás seguro?
—No puedo negar que me molesta un poco que otra persona haya estado cerca de ti de la forma que yo quiero —admitió—, pero al menos espero ser el último. Es como una promesa de largo plazo. —De repente sufrió un ataque de timidez por sus propias palabras que tomó un sorbo de su café como si fuera a proporcionarle más confianza. Lo único que podía hacer era cambiar el tema, aunque su cerebro no filtró correctamente las palabras—. Entonces, ¿cómo está la situación con Cameron? ¿Él sabe...
—No. No he vuelto a hablar con él desde que terminamos. Quizá Jane le haya comentado algo, pero no creo que le sorprenda demasiado la noticia.
—Pero, ¿sabe lo que pasó entre nosotros?
—Solo llegué a contarle sobre lo que pasó en el cumpleaños de mi padre. Lo peor fue que lo dije con intenciones de terminar la relación en ese mismo instante y no funcionó.
—¿Cuándo fue eso? —preguntó por simple curiosidad.
—La noche que estuvieron buscándome. —Por supuesto que recordaba ese día—. No fue una simple discusión, pero ya no importa. Lo que sí importa ahora es qué haremos.
—Bueno, yo tengo que ir a trabajar y tú tienes que conseguir un vuelo de regreso ¿Recuerdas?
—Podríamos hacernos de oídos sordos con respecto a mi hermano
—¿Y qué le diré a tu padre? —Incluso él mismo se sorprendió de su pregunta. Nunca le había importado la opinión de otros adultos, y probablemente era la primera vez que deseaba dar una buena impresión.
—Somos adultos, Brandon. Y estoy segura que va estar de acuerdo con todo lo que esté relacionado contigo. Toda mi familia te tiene en un pedestal.
—Por más que intentes convencerme, igual tendrás que subir a ese avión. —Tampoco lo deseaba, pero no podía romper su promesa. Al menos, quería evitar perder de nuevo la confianza de una persona cercana por una segunda vez.
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¿Fue parte del destino?
Подростковая литератураDicen que del odio al amor hay un paso ¿será eso cierto? La historia de dos chicos que viven experiencias y emociones en el transcurso de los años, y de los que nunca se esperaron. Ambos metidos en sus propios mundos y por su lado hasta que de algún...