La última palabra

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12:45 am

Tras dejar la habitación del hospital, Brandon la llevó al único lugar que tenía disponible a esas horas. No tenía ninguna intención, pero tampoco sabía qué hacer porque su cerebro seguía procesando los últimos eventos de la noche. Parecía que estaba viviendo un sueño.

—¿Deseas algo caliente? ¿Un café? —le preguntó cuándo llegaron a su habitación. O lo que él consideraba habitación, porque era uno de los apartamentos más pequeños en el que se había quedado. Apenas tenía espacio para tres personas en la supuesta entrada—. Lamento el espacio.

—Cualquier lugar es mejor que estar afuera —le contestó—. Y estoy bien con el café. Realmente lo necesito.

—¿Por qué? ¿Te sientes mal? ¿Necesitas regresar al hospital? Porque... —Él ya se estaba colocando su abrigo de vuelta cuando la vio sonreír.

—Estoy bien. Solo necesito un poco de cafeína, aunque mejor no. Creo que ha sido muy clara la razón por la que estoy aquí.

—Imagino que sí, porque sería muy raro que hayas venido por una simple taza de café instantáneo.

—El café francés puede ser diferente, pero ese no es el punto. Necesitas una explicación.

—De hecho, es lo que me gustaría escuchar —dijo él, y fue a sentarse al otro extremo del sillón—. Nunca llegué a entender a qué te referías con "El futuro no se ve alentador".

—No sé si sorprenderme porque llegaste a escucharlo, o que lo sigas recordando —comentó ella—. Pero es algo simple. Tenía la tonta idea que nuestra relación estaba destinada a fallar. Puede que sea por lo que pasó en el pasado o por mis nuevos conflictos personales... —Se detuvo unos segundos—. En especial, lo último. No quería que vieras ese lado problemático, aunque igual fue en vano.

—¿No recuerdas que te dije que no me importaba?

—Lo sé, pero las palabras.... a veces no son suficientes. El miedo tomó control de cada una de mis decisiones, incluso ahora me está haciendo dudar. Y a pesar de eso quiero estar a tu lado. Estoy algo tarde, pero tenía que decirlo. Está bien si no...

—Espera, espera...ni siquiera he dicho nada y ¿ya sabes mi respuesta? —Mackenzie se encogió de hombros.

—Llegué pensando en el peor escenario y en todo el camino has estado inexpresivo ¿Cómo puedo creer en una mínima posibilidad?

—¿Qué clase de pregunta es esa? —Brandon vaciló.

Podría decir que su cerebro recién comenzaba a procesar todas sus emociones. Era una mezcla de felicidad, emoción, sorpresa, e incluso preocupación en un bajo nivel. Estaba recibiendo una confesión que esperaba desde hacía bastante tiempo, aunque no parecía estar yendo por el camino que debería.

—Estoy feliz de oír lo que has dicho ¿Cómo podría decir que no? —continuó, acercándose más a ella—. Cuando te vi al frente de mí, estaba tan preocupado por la simple posibilidad de perderte de nuevo por tu arriesgado acto impulsivo.

—Entonces, ¿aún me quieres? ¿No llegué demasiado tarde?

—Por supuesto que te quiero. Los sentimientos no desaparecen de un día para otro.

—¿A pesar de todo lo que pasó?

—A pesar de todo, Rojita. Si eso no es amor, que alguien me explique mejor —De repente, Itzel sonrío y sé lanzó a abrazarlo con fuerza. Él aprovechó para darle un pequeño beso en la frente—. Deberíamos descansar ¿no crees? Mañana tendremos algo de tiempo luego de conseguirte un vuelo de regreso.

—Pero...

—En primer lugar, no deberías estar aquí... y se lo prometí a Mark. —Mackenzie estuvo a punto de protestar, pero él continuó—. Aunque no dije no prometí nada sobre compartir la misma cama. El sofá es el peor lugar para descansar.

Así que él le extendió su mano hacía ella acompañada de una sonrisa y la mejor parte fue que ella la aceptó sin dudar. Se sintió extraño, en el buen sentido, tener una acompañante en su cama. Notoriamente ambos estaban un poco nerviosos, pero luego de una corta charla sobre la travesía de Mackenzie ambos terminaron acurrucados bajo el pretexto de que estaba haciendo frío.


¿Fue parte del destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora