Momento de confesar

711 34 1
                                    

1 de abril

El simple hecho de pensar en una confesión lo ponía demasiado nervioso. Le parecía extraño que estuviera experimentando esa clase de emoción, nunca lo había sentido con tanta intensidad como esa vez. Quizá porque no tenía las probabilidades del resultado, era como ir a ciegas a un lugar con el mínimo porcentaje de éxito. Brandon tenía dos caminos, ser un cobarde e idiota que iba a mantener el orden natural de las cosas o arriesgarse a confesar sus sentimientos y así iniciar una nueva etapa que cambiaria todas las piezas del juego para bien o mal. Era una jugada peligrosa que tenía que meditarlo con la cabeza fría, no quería perder a Itzel ni la relación que habían establecido sin haberlo imaginado.

Después del desastre de la fiesta, era demasiado notorio el cambio que tuvo Itzel alrededor de él. Aún seguían hablando con normalidad, como buenos amigos; pero podía percibir que había un muro entre ellos. Una distancia de la cual no se sentía a gusto, claro que él era el principal causante de ese quiebre. Y Adam no se equivocaba cuando dijo que tenía que apresurarse. Si la conocía perfectamente, sabía que Itzel trataría de regresar todo a su lugar incluyendo los pequeños detalles como su orejas enrojecidas cuando se acercaba demasiado o susurraba a su oído. Era una simple reacción que expresaba más de la cuenta un comportamiento que no era normal en ella y ahora estaba volviendo a esa Itzel que no tenía ninguna reacción hacia él. Sin embargo, todos sus intentos de confesarse fueron un rotundo fracaso por una infinidad de obstáculos, y sobre todo, porque no había momento en que los dos estuvieran solos por un par de minutos. Siempre había alguien merodeando entre ellos, era imposible no sentirse frustrado cuando la vida o el universo no te estaba apoyando.

Ése día por la noche, Brandon regresaba de su trabajo luego de sustituir las horas de uno de sus compañeros. Si hubiera sabido de antemano que terminaría así de agotado, hubiera rechazado la petición. Les creyó cuando dijeron que no había mucho movimiento durante ese turno, tal vez por ese día el patrón de los clientes cambió. No estaba seguro, estaba demasiado cansado como para pensar en lo exhaustivo que fue el día, solo quería que terminara. Subió al bus que estaba más vacío para evitar ruidos molestos mientras intentaba descansar en su asiento. Incluso silenció su celular para no recibir los mensajes o llamadas de Tara, a quién había dejado de hablar desde la fiesta. Sus ojos se cerraron apenas se acomodó en el asiento hasta que un aroma lo hizo despertarse. No tenía idea en qué parada estaba, pero era lo que menos importaba cuando el aroma de la lluvia se transformó en un suave lavanda. Miró de reojo hacia la subida y ahí estaba la pelirroja. Por un segundo pensó que se lo estaba imaginando, pero era realmente ella. Con su mano izquierda sujetaba su celular al oído para hablar, mientras que la derecha hacía su mejor intento de pagar su pasaje y sujetar su paraguas. Se le veía concentrada en su llamada, así que dudó en que se percatara de su presencia al final del bus. Sin embargo, ella lo hizo e incluso se fue a sentarse a su lado.

Si bien dijo que estaba cansado y deseaba regresar cuanto antes a su casa, ahora solo quería pasar tiempo con Itzel. Quería aprovechar ese tiempo a solas sin ninguna clase de interferencia, aun si eso significaba conversar en un bus. A esas alturas estaba contento con solo estar a su lado, pero decidió mover las fichas un poco a su favor para extender el tiempo juntos.

—¿Tienes tiempo para caminar un rato? —Ella revisó la pantalla de su celular.

—Depende ¿Va tomar mucho tiempo? Freya va recogerme para irme a su casa...pero todavía más tarde cuando terminé su reunión familiar.

—No, solo ir al muelle y ver la luna.

—Dudo que se pueda ver con esta lluvia, pero acepto —dijo ella con una sonrisa—. Pero primero consigamos unas bebidas calientes apenas bajemos de este bus.

—Me parece buena idea, Rojita.

—Sé que no he vuelto a mencionarlo, pero déjame de llamarme Rojita.

¿Fue parte del destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora