Cabos sueltos

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—¿Qué haces aquí? —preguntó Brandon apenas salieron de la habitación, sin siquiera intentar sonar amable.

No tenía ningún sentido que Sierra estuviera en el hospital, nadie la había contactado y tampoco era una persona que fuera cercana a Itzel. Era demasiado sospechosa su repentina aparición por la tarde, vestida como si estuviera tratando de pasar desapercibida y con parte de su frente lastimada bajo una deficiente capa de maquillaje. Las alertas no tardaron en activarse.

—Estaba preocupada por Itzel —contestó ella con una extraña sonrisa—. Me enteré por tu madre cuando fui a buscarte a tu casa. No podía creer lo que había pasado con ella... Se salvó de suerte.

—¿Desde cuándo te has preocupado por ella?

—Ay Brandon, solo tenemos diferencias. Las mujeres nos defendemos en situaciones como estás, nos olvidamos de nuestros problemas para apoyarnos. —Era sorprendente la habilidad que tenía para decir tantas mentiras ¿Cómo es que no se dio cuenta antes?—. Es una lástima que la atacaran con un cuchillo, ¿qué clase de persona haría eso?

—Qué bueno que pienses eso —continuó él—. Solo que hay algo que no me queda claro ¿Dijiste que mi madre te comentó lo que pasó? —Ella asintió con cinismo—. Qué extraño, porque no recuerdo haberle mencionado nada a mi madre sobre el accidente de Itzel, porque ella está fuera de la ciudad con mi hermana. Y en ningún momento se mencionó como fue herida. —La expresión de seguridad de Sierra empezó a quebrarse—. Entonces, ¿cómo sabes todos esos detalles? ¿Está relacionado con el golpe en la frente?

El minuto de silencio bastó como respuesta. La principal culpable estaba delante de sus ojos, siempre lo estuvo.

—No puedo creer que te defendí todo este tiempo, ¿cómo pudiste hacerle eso a Itzel?

—Lo hice por ti —dijo ella—. Era un problema en tu vida, necesitaba sacarla del camino para que tú pudieras...

—El único problema eres tú. —Tenía la mandíbula tensa de estar conteniéndose de no cometer un error—. ¿A qué viniste? ¿A ver cómo quedó tu obra de caridad? —Entonces, se dio cuenta que las manos de Sierra se mantenían ocultas dentro del bolsillo delantero de su casaca. Deseaba que se tratara solo de su celular, pero resultó ser una cuchilla. Lo peor fue verla sonreír orgullosa de su acto—. Jamás te perdonaré por esto. No vuelvas a aparecerte delante de mí y si intentas hacerle algo a Itzel juro que no me voy a contener ¿Querías que regresara el antiguo Brandon no? ¿En serio?

—Deberías tener cuidado con tus palabras, porque eres el único responsable aquí. Tal vez no estaría así si no hubieras abierto tu boca.

—Al menos muestra algo de arrepentimiento. Desaparece antes que llamé a la policía o use mis propias manos para borrarte esa sonrisa.

Sierra vaciló. Parecía estar dispuesta a quedarse a comprobar si alguna de las dos cosas sucedía, pero luego de unos segundos giró en dirección a la salida. Brandon se quedó observando cómo se alejaba, furioso, lo necesario para querer golpear la pared que estaba a su lado. Si se hubiera mantenido callado cuando la encontró después de corta travesía con Itzel, tal vez ella no hubiera tenido que escapar dos veces por su vida. Y si solo hubiera cumplido con su palabra, si solo hubiera contestado el maldito celular, quizá pudo suceder algo diferente.

Se quedó afuera por unos minutos para calmarse antes de volver a entrar a la habitación. Itzel estaba acostada a lo ancho de la camilla mirando al techo.

—¿Cómo te sientes? —Itzel levantó la mirada hacia él.

—Si es sobre ti, ahora es más tolerable verte —contestó y volvió a sentarse al borde la camilla. Él permaneció cerca de la puerta—. Con los analgésicos, el dolor es pasable...aunque no es muy efectivo en dolores emocionales.

¿Fue parte del destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora