¿Es el fin?

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3 de agosto

Brandon no tuvo más opción que buscar a la señora Dorrian para saber algo de la situación de la pelirroja. Su celular parecía estar apagado, así que era la única que podía darle alguna razón de ella. La señora Dorrian se adentró a su casa luego de su pregunta y salió unos minutos después con un número apuntando en una pequeña nota de papel. Marcó el número cuando llegó al muelle en busca de suerte. En la segunda llamada recién atendería un hombre de voz rasposa, pero amigable. Brandon creyó saber quién era, pero solo preguntó por Itzel. Hubo un prolongado silencio, pero al final logró escuchar la voz de Itzel al otro lado de la llamada. Suspiró de alivio.

—¿Estás bien? No he sabido nada de ti en días.

—Estoy bien —contestó ella—. Solo que perdí mi celular en el camino ¿Cómo llegaste a este número?

—Nunca subestimes a mis contactos —se imaginó a Itzel poniendo los ojos en blanco y sonrió—. ¿Qué tal es estar allá? con tu familia.

—Aún se siente un poco raro... Ahora tengo un mellizo, lo cual es genial porque es como tener una versión masculina de mí, pero puede ser un poco aterrador. Todavía no he salido mucho por la ciudad, he estado conociendo a mi familia.

—¿Qué tal tu padre?

—No tengo palabras para describirlo, es como un sueño de esos que no quieres despertar. Realmente puedo decir que soy hija de él, somos una familia de pelirrojos. —De repente, se escuchó la voz de alguien hablándole a Itzel—. Tengo que colgar. Te pediría que no vuelvas a llamar a este número que es de mi padre. Ya tendré oportunidad de comunicarme contigo mientras inicio esta nueva vida como una Stingler. Mándale saludos a tu hermana y cuídate.

—También cuídate.

Brandon creyó que ella se mantendría en contacto como dijo, pero pasaron los días, las semanas y ella desapareció. Había llegado al punto que había desactivado la cuenta de su red social anterior para iniciar una nueva bajo el nombre de Mackenzie Stingler que por obvias razones era privada. Sin embargo, Brandon se percató que Itzel cada cierto tiempo activaba sus cuentas para revisar que sucedía con sus amigos en Dublín. Eso duró un tiempo hasta que eliminó su cuenta definitivamente. Lo último que supo de ella fue gracias a Freya, pero no eran el tipo de noticias que deseaba oír.

3 de diciembre

Brandon había regresado a su casa después de hacer unos recados para su madre mientras ella seguía en su trabajo. Tenía que llegar temprano para recibir a su hermana que regresaba de un pequeño viaje a un campamento con un grupo de amigas; sin embargo, Sam fue quien le abrió la puerta.

—¡Hermanito! —exclamó alegremente su hermana al correr hacia él—. Te extrañé un poco.

—¿Solo un poco? —Brandon empezó a despeinarla—. ¿Quién te abrió la puerta para entrar?

—Yo misma forcé la puerta como me enseñaron en el campamento —contestó muy orgullosa de su pequeña hazaña.

—¿A qué campamento te inscribió mi mamá?

—Eso no importa ¿¡A que no adivinas a quién me encontré de camino?!

Se preguntó quién podría ser para causar tanta felicidad en ella ¿Quizá alguna antigua compañera? ¿O una profesora? ¿Quizá algún personaje de la televisión? Había muchas posibilidades y ninguna se acercó a sus opciones, porque ni siquiera lo creía posible.

—¿A quién viste? —volvió a preguntar como si no hubiera oído correctamente.

—A Itzel —indicó ella—. No la reconocí al inicio, porque no estaba pelirroja...pero me dio muchos dulces cuando nos encontramos. Estuvimos hablando un rato mientras me acompañaba.

—¿Hace cuanto llegaste a casa?

—No sé, ¿media hora?

Entonces, su cuerpo se movió por sí solo hacia la entrada de su casa. No importaba que estuviera lloviendo, necesitaba confirmar lo que su hermana le acababa de decir. Se suponía que la pelirroja debía estar a miles de kilómetros de distancia y cruzando un océano. Y entonces vino a su mente una imagen de Freya acompañada de una chica caminando por el centro; pero como no había ningún rastro de la cabellera rojiza, no le tomó importancia.

Caminó en dirección a la playa sin saber que iba a encontrar ahí. Su corazón latía con más fuerza cada vez que la distancia se acortaba y por un momento, creyó que iba a detenerse cuando vio a una persona mirando el mar desde el muelle. No era una pelirroja, pero igual se acercó.

—Pensé que no volvería verte —dijo él y volvió a cruzar miradas con Itzel después de meses, pero había algo distinto. No se trataba de su nuevo color de cabello, la ropa que llevaba puesto, sino de sus ojos. Algo había cambiado en ella durante ese tiempo—. ¿Cuándo regresaste?

—Hace un par de días. Por el momento me estoy quedando en casa de Freya —respondió ella con sutileza.

—¿Y ninguna llamada? ¿O un mensaje? Sigo teniendo el mismo número.

—No estaba segura de qué podría decirte. No es sencillo regresar a un lugar como Mackenzie Stingler cuando todos me conocieron como Itzel Dorrian.

—Mackenzie —repitió el nombre en voz alta, aunque se sentía extraño.— ... pareciera que es otra persona completamente diferente.

—Lo es... Fue un largo proceso reintegrarme a un lugar al que siempre he sido una extraña, pero no me arrepiento. Ahora soy una Stingler y esperó que Itzel quedé como un recuerdo.

—Entonces, solo viniste a despedirte ¿Por qué?

—No quiero quedarme atrapada en el pasado. Mis últimos recuerdos aquí dejaron una profunda herida que no me permite continuar con mi vida. Sin que no haya una noche ni día en que recuerde todo lo que pasó. Sin embargo, sería injusto irme para comenzar una nueva vida, mientras aún tengo asuntos pendientes que cerrar aquí. —De repente, sacó algo de su bolsillo—. Debo devolverte esto.

—No, eso es completamente tuyo. Siempre lo fue —dijo—. Te dije que esperaría por ti y ahora me dices esto, ¿qué pasó aquella noche? ¿Sabes cómo me estoy sintiendo?

—Lo siento. —La mirada de Itzel perdió brillo—. Lo mejor para ambos es seguir con nuestras vidas por caminos separados. Yo ya no soy la misma chica de la que te enamoraste y jamás va a regresar. Estoy segura de que habrá otra chica esperando por ti —Su voz se quebró de repente—. Ya no tienes por qué esperar.

—Al menos, quédate con la cadena como una señal de que terminamos en buenos términos... solo te pido eso. —Itzel lo pensó unos segundo, pero terminó guardándola de nuevo en su bolsillo antes de marcharse.

Brandon ni siquiera pensó en ir detrás de ella. Él se marchó por su lado, intentando no derrumbarse ante la idea de que acababa de perder alguien tan valioso para él delante de sus propios ojos. Al final, nada salió como esperaba. Había sido muy inocente al creer que todo se resolvería en un par de meses ¿Cómo podría regresar todo a la normal después de todo? Pensó amargamente,

Itzel dejaría la ciudad en los próximos días para reunirse con su familia, mientras que él se quedó aún en su preciado Dublín con la esperanza que su anhelado sueño perdido regresara otra vez. A pesar de que sabía que ella ya no volvería a esas calles que la vieron crecer, sonreír, llorar, sufrir, experimentar diferentes emociones y recrear gratos recuerdos. Tuvo que seguir su vida de nuevo, alejándose de sus recuerdos de aquella persona que siempre estuvo en su corazón. A esa chica que al principio odiaba y terminó amándola, a esa dulce joven que se fue de su vida y dejó un vacío en su corazón.

Quizá no era el tiempo para que estuvieran juntos. Quizá en algún futuro, los hilos del destino los uniría de nuevo. Él podía esperar y si realmente sucedía, haría lo posible para tenerla de vuelta. Pero antes, necesitaba seguir con esa nueva vida que había ganado luego de conocer a la pelirroja y por lo cual estaba profundamente agradecido de que apareciera en su camino. Nunca la olvidaría, así que solo le quedaba confiar en el destino una vez más.

¿Fue parte del destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora