Dónde todo comenzó

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1 de abril, 6:45pm

Después de tres meses, estaba tan emocionado con la idea de regresar a casa que no quiso esperar hasta la mañana siguiente para tomar su vuelo. Había logrado convencer a Mark para que regresaran a vivir a Dublín, al menos por un tiempo, usando de excusa que no estaban obligados a trabajar presencialmente en la empresa de su padre. Ya para ese momento, Mackenzie también se había integrado para ayudar a su hermano. Sin embargo, en la última semana no sabía con exactitud el paradero de su novia. Lo último que supo fue que Sam, en conjunto con su madre, le pidieron que se quedara con ellas por unos días. Un tiempo de mujeres, sin ningún contacto masculino.

Ellas desde un inicio sabían la fecha en la que iba a regresar, ya que siempre se las decía antes de irse. Era parte de su rutina cuando tenía que viajar a alguna ciudad dentro o fuera del país. Eran las primeras en saber los cambios en sus planes, pero esa vez tardó en contarles la otra buena noticia. Todavía no se sentía listo para decirle a alguien más por el temor de que pudiera traerle mala suerte, a pesar de que no era el tipo de persona supersticiosa. Y tal vez por eso estaban aplicando represalias por la demora.

Sin o con intenciones, al menos, tenía la seguridad de que sabía dónde encontrar a Mackenzie. Ya no importaba si ella sabía o no que ya estaba de camino a Dublín, sólo quería verla de nuevo. Solo necesitaba eso, así que tomó el primer taxi que apareció fuera del aeropuerto para ir directo a su casa. Todo para que al final él sea el sorprendido, porque no había ninguna señal de la pelirroja. Su madre era la única persona que estaba en casa.

—¿Dónde está? Creí que iban a pasar tiempo juntas.

—Y lo hicimos —contestó ella con calma—, pero nos dijo que te esperaría en un lugar especial ¿Por qué no la llamas?

—Eso estaba a punto de hacer ...

Brandon marcó su número de inmediato cuando de pronto empezó a sonar un celular cerca del comedor. Quería creer que era una simple coincidencia, pero volvió a sonar al segundo llamado. Él simplemente miró a su madre en busca de respuestas. No iba a molestarse si se trataba de algún plan de ellos, sin embargo, su madre estaba igual de sorprendida.

—En su defensa —comenzó a decir su madre—. Salió apurada, deberías llevarle su celular.

—¿No te dijo algo más?

—Ya te lo dije, ¿no deberías saberlo de inmediato? Tienes suficiente tiempo para encontrarla antes de que anochezca. Te está esperando.

Dejó sus cosas en lo que todavía era su habitación, y salió sin realmente saber a dónde ir. Tenía muchos lugares en mente, muchas posibilidades, que no sabía por dónde comenzar. Pensó en llamar a Mark con la esperanza que supiera algo sobre su hermana, pero no iba a ser de mucha ayuda si estaba fuera de la ciudad. Además que Mackenzie se había vuelto un poco más reservada con lo que le decía a su hermano tras su nuevo papel como hermano sobreprotector. Tenía que tomarse un tiempo para pensar con calma antes de actuar. No podía ser algo imposible de lograr. No era momento de perder su confianza.

Estuvo sentado por unos minutos cuando escuchó el sonido de una notificación. Sabía que no era de su celular, así que debía tratarse del de la pelirroja. Tal vez era el golpe de suerte que necesitaba, aunque se trataba de un mensaje de Freya que iba dirigido a él. Era fácil saberlo porque al final del mensaje ponía una advertencia de que no intentara llamarla. El mensaje en cuestión era corto de cuatro palabras que decía:

Encuéntrame dónde todo comenzó.

Repitió las palabras en su mente en su intento de descifrar a dónde debía ir. Él debía saberlo. Sabía que tenía la respuesta delante de sus narices. Y de todas las opciones, el único lugar que él podía considerar especial para los dos era el muelle. Ahí fue dónde se armó de valor para confesar sus sentimientos, y si no era suficiente, era exactamente el mismo día. Era una clara señal, así que no dudó en salir corriendo. Estaba realmente motivado por haberlo descifrado rápido. Vaya sorpresa se llevó cuando llegó al muelle y vio a varias personas reunidas, menos a la pelirroja.

Todavía no quería desmoralizarse. Aún tenía tiempo antes de que el sol se ocultara, por lo que podía hacer uso de la magia que había detrás de las casualidades. Ambos estaban en la misma ciudad, no debía ser difícil encontrarla en medio del camino. Sin embargo, después de una hora caminando por los otros posibles lugares, empezó a dudar del destino. Seguía repitiendo el mismo mensaje, tratando de recordar cada encuentro que tuvo con la pelirroja en el pasado ¿A qué momento se refería ella? ¿Qué es lo que no estaba viendo?

Ya eran casi las ocho de la noche y no tenía una respuesta. A esas alturas, estaba dispuesto a tomar el riesgo de llamar a Freya. Estuvo muy cerca de hacerlo cuando escuchó la voz de su hermana gritando hacia él. Hasta ese momento se había olvidado por completo que su hermana no estaba en casa. Es más, no debía estar en la calle a esas horas.

—¿Qué haces aquí?

—¿No debería hacer la misma pregunta?

—Estoy en medio de un evento escolar, ¿no te acuerdas que te lo dije hace unas semanas? —le contestó notoriamente molesta—. No me equivoqué en decir que eras un idiota. Itzel es muy buena como para merecerte.

—¿Perdón?

—Ella dijo que no tardarías en encontrarla, pero aquí estás vagando... mientras tu novia sigue esperándote ¿En serio te has olvidado?

Aparte de que se sentía atacado por las palabras de su hermana, sus pensamientos entraron en un estado de confusión. Y debía notarse en su rostro, porque Sam no tardó en mostrarse decepcionada.

—Te voy ayudar, solo porque me estás dando pena... hermanito —dijo ella—. ¿Dónde fue la primera vez que se hablaron?

—Nos conocemos desde el kinder, en algún momento hemos conversado...

—¿El kinder? ¿En serio, esa es tu respuesta? —exclamó Sam indignada—. ¿Cuándo, realmente, empezaron a hablarse? Solo diré eso. Tengo que regresar a la escuela.

Y ahí estaba su respuesta. Sam tenía razón al decir que era un idiota. En ningún momento pensó en la escuela como una posible opción, porque gran parte de las memorias dentro de los salones y pasillos no habían sido del todo agradables, pero aún así fue el comienzo de su historia. Desde la primera vez que ambos terminaron castigados.

Sin embargo, el lugar al que debía ir, no era el salón de detención. Él, mejor que nadie, debía recordar perfectamente cuando empezaron a hablar como personas civilizadas, por qué él mismo había sido quién había hecho una propuesta de paz sin saber todo lo que pasaría después. Sin tener la mínima idea de que terminaría enamorándose de ella.

¿Fue parte del destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora