Buscando respuestas

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20 de septiembre

Luego de un día meditando su plan, salió por su cuenta para hacer una corta visita a la mujer que por un tiempo fue su abuela. Había llamado a una de sus antiguas primas con las que aún tenía contacto para asegurarse que estaba yendo al lugar correcto. No tenía la mínima motivación de ir a ver a esa mujer si no fuera que necesitaba preguntarle sobre su madre. Era la única que debía saber dónde estaba, al menos, tenía que tener alguna información de su hija. Su relación había mejorado desde la aparición de ese hombre, pero nada podía garantizar que se mantuviera igual después del incidente.

Aunque tampoco tenía duda que el encuentro estaría lejos de ser cercano y de color de rosas. No hubo ningún tipo de afecto hacia ella, así que ese sentimiento debía mantenerse igual o peor de la última vez. Estaba más que preparada para ver su expresión de disgusto de volver a verla, pero se sorprendió cuando notó cuánto había envejecido en esos años. Su mirada seguía siendo arrogante e implacable, pero ya no era la misma mujer elegante y empoderada que antes reflejaba.

No hubo ningún saludo. Ninguna pregunta sobre cómo había estado, sólo la miró de lejos y empezó a reírse.

—¿Qué pasó? ¿Tu nueva familia también te desechó cuando vieron quién eres realmente?

—Estoy bien con ellos, pero gracias por preocuparte por mí —dijo con una sonrisa, intentando no caer en su juego—. Ellos sí me mostraron lo que era estar en una verdadera familia. Están agradecidos con tenerme de vuelta ¿No es lindo?

—¿Entonces qué haces aquí? ¿Dinero? Porque creo que dejé en claro que no eres bien recibida en esta casa.

—Qué mal concepto tienes de mí, abue. Pero tengo que decir que no vendría a visitarte aunque la propia reina me ruegue de rodilla. —La mujer se quedó en silencio—. Quiero saber donde está ella, mi madre.

—Después de arruinarle la vida tienes el descaro de buscarla. En mal momento tuviste que cruzar su vida. Incluso, cuando me encargué de recuperar...

—¿Acaso también le falla la memoria? Lo mejor que pudo haber hecho fue alejarse de ese maldito bastardo. Ni siquiera quiero pensar en cómo regresó a su vida, porque sólo haría que el poco respeto que le tengo se esfume. —La sonrisa arrogante volvió a aparecer en su rostro.

—Solo eras una mocosa estúpida que pensó egoístamente en sí misma. Estoy segura que exageraste para arruinar la vida de ese hombre.

—¿Esto te parece una exageración? —Entonces, alzó su camiseta para mostrarle el único rastro que quedó permanente en su cuerpo. Causada por otra persona, pero directamente relacionada con ese día. Y aún así, no fue suficiente para que siguiera mirándola como si se estuviera haciendo la víctima—. No me importa lo que tengas de decir del pasado. Sé que siempre me despreciaste, así que limítate a responder mi pregunta para irme y no tener que volver a ver de nuevo.

—Bueno... yo tampoco sé dónde está esa malagradecida.

—Si lo dices para que solo me vaya...

—Ni siquiera te hubiera abierto la puerta, así que se un poco más educada que te esté dejando hablar. Pero no sé dónde está. Le dije que no me importaba lo que hacía con su vida, así que ahora largo de mi casa.

La conversación había terminado oficialmente sin información relevante. Y aunque existía la posibilidad de que estaba mintiendo, no iba a rogarle. No estaba dispuesta a bajar su cabeza a esa clase de persona, así que antes de desaparecer de su vista, le dijo unas últimas palabras para que jamás la pudiera olvidar. Claro que las mismas víboras se sentirían indignadas por ser comparadas con esa clase de persona.

Salió de la casa notoriamente molesta. Horas que no volvería a recuperar y un amargo recuerdo que tardaría en olvidar por unos días, a pesar de que no merecía la pena darle tanta importancia. Lo único que deseaba era saber algo de su madre. La mínima información de cómo estaba luego de haber decidido desaparecer de su vida de manera unilateral. La extrañaba.

Todavía no tenía pensado en regresar con Mark. Le iba a hacer millones de preguntas si la veía con esa expresión sombría. Lo mejor que podía hacer era ir a caminar por el centro, distraerse con el ruido de la calle y quizá pedirse algo delicioso para comer. Sin embargo, se sintió tentada de ir a su antiguo vecindario, a su antiguo lugar favorito. Quizá ya no vivía en la zona, pero aún le quedaba la subida al faro por un poco de tranquilidad.

La manera más rápida de llegar era un taxi. Que lo hubiera pedido si no se hubiera olvidado su billetera sobre el tocador, lo único que tenía era la tarjeta para el bus y 10 euros; así que caminó hacia el paradero más cercano. Se fue directo al asiento del fondo y en vez de sentarse como una persona normal, se recostó. Hizo exactamente lo mismo cuando subió al segundo bus. Al menos en el último no había tantas personas, así que pudo cerrar sus ojos por unos minutos, lo suficiente para bajarse del bus en el momento preciso.

Esa era la expectativa, pero se despertó a minutos de llegar a su estación. Se levantó de un saltó de su asiento para presionar el botón y cómo sus sentidos estaban medio adormecidos por la corta, pero profunda, siesta no respondieron correctamente al coordinar sus pasos para bajar. Se proyectaba una dolorosa caída. Aún intentando sujetarse de las barandas, aunque tuvo suerte de que alguien la sujetó a tiempo.

Iba a agradecer a su salvador o salvadora con prisa para no retrasar al conductor, pero sus palabras se quedaron atoradas en su garganta cuando vio que se trataba de Brandon. El tiempo empezó a ir tan deprisa que de un momento a otro ambos estaban viendo el bus alejándose de ellos. Por supuesto que terminó dándole las gracias por su ayuda entre lo que trataba de mantener sus nervios y sus latidos bajo control.

—Ha pasado un tiempo, Rojita —dijo con una voz suave—. Estuve esperando tu llamada.

—¿Por qué? ¿Esperaba que fuera directo a ti cuando te llegaron las noticias? —Mackenzie rió en voz baja ante la confianza que irradiaba Brandon—. Eso es un poco arrogante de tu parte, no todo va a salir de acuerdo a tus expectativas.

—No, pero esperaba que me dijeras algo...lo que sea.

—Bueno, lo que necesito ahora es un tiempo conmigo misma ¿Te sirve? Ahora tengo unos asuntos que atender.

—¿Al menos puedo hacerte compañía? Algo me dice que vas al faro —La pelirroja vaciló. Era una suposición lógica, pero ¿por qué?—. Mark me comentó que saliste sola y algo debió de haber sucedido para que estés yendo a tu lugar favorito. No creo que debas estar sola.

—No planeo hacer algo malo...

—No me refería a eso —indicó con prisa—. Un poco de compañía no hace mal cuando te sientes con los ánimos bajos. Te prometo que no preguntaré nada, solo me quedaré en silencio. —Debía decir que no, pero no quería que ese momento terminara tan pronto.

¿Fue parte del destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora