Epílogo

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8 años después

No todo fue color rosa en la relación de Brandon y Mackenzie. Hubo buenos tiempos, a pesar de que tuvieron que iniciar una relación a distancia; pero también un momento donde ambos tuvieron que distanciarse para entender qué rumbo debía seguir su relación. No hubo ninguna infidelidad, más bien fueron temas de confianza y falta de comunicación que fueron causando poco a poco problemas en su día a día. Tampoco había a quién culpar, porque ambos tenían las mismas responsabilidades en cómo poder solucionar esos problemas.

Y por un momento parecía que iba a ser una decisión definitiva.

¿Qué podía asegurarles que la misma situación no volvería a suceder? No estaban seguros si podrían resolverlo una segunda vez y con la distancia de por medio, cada uno podía valerse por su cuenta propia. Tal vez era el miedo de comprobar que su relación estaba destinada al fracaso que hizo que se olvidaran lo que ellos realmente querían y sentían. Aunque la decisión final recayó totalmente en la pelirroja. Lo que no fue nada sencillo con la presión y sus nuevos problemas con los que tenía que convivir en su día a día. Algunas heridas iban a seguir presentes en su actualidad.

Ya era la tercera oportunidad, y para no tentar a la suerte, Brandon decidió que era momento de avanzar a una siguiente nueva etapa. Era casi como comenzar desde cero, pero con experiencias acumuladas que les servirían para no repetir los mismos errores.

***

—¿Dónde están? —Mark acaba de llegar de visita a su casa luego de tres meses que estuvo trabajando fuera con su padre, y lo primero que hizo fue ignorarla por completo.

—Sí, estoy bien. Gracias por preocuparte.

—Sí, sí, lo que digas, ¿dónde está?

—¿Te refieres a mi encantador esposo?

—No me restriegues tu relación, algún día ... —Su mellizo se detuvo al escuchar pasos bajando las escaleras, al tiempo que se escuchaba una voz varonil.

Apenas se mostró la persona, el pelirrojo se acercó de prisa hacia quien era su cuñado, pero no exactamente por él. Brandon llevaba en sus brazos a dos niños de apenas tres meses. Ambos pequeños eran una mezcla de ambos. Uno heredó el cabello pelirrojo de Mackenzie, pero los ojos de su padre y viceversa. Sin embargo, Mark sostuvo en sus brazos al pequeño pelirrojo mientras acompañaba a su hermana a la sala.

—Estoy tan feliz de que nuestro gen no haya desaparecido —exclamó Mark al borde de las lágrimas mientras jugaba con el menor de los gemelos en el sofá—. Siempre serás mi sobrino favorito

—Hey, nada de favoritismo —exclamó en voz alta su hermana. Si no fuera que tenía a su hijo en brazos, ya le hubiera dado un golpe. Solo podía hacer uso de las palabras—. Ten tus propios hijos.

—Algún día, pero el otro parece más un Smitch que un Stingler... el cabello pelirrojo debe perdurar.

—Ya dejen de actuar como niños —intervino Brandon tras dejar al otro niño al lado de su hermano. Luego, se dirigió a Itzel que tenía intenciones de golpear a Mark para alejarla—. No hagas mucho esfuerzo... deberías estar en reposo.

—Estoy bien, no va a pasarme nada. No soy de cristal.

—Deberías, porque es un milagro que sigas aquí —Mark de pronto puso una expresión seria, de las que muy pocas veces hacía. Entonces, el ambiente se volvió tenso.

Cómo no estarlo cuando seguía siendo un tema delicado dentro de la familia. En especial, cuando fueron los momentos más desesperantes de Brandon al enterarse que existía una alta posibilidad que ella no pudiera resistir la llegada de los mellizos tras una complicaciones. Fue un nacimiento caótico, en el que nadie sabía que estaba pasando, y Brandon estaba a cuatro horas de la ciudad sin ninguna idea de que su esposa había ido de emergencias al hospital.

¿Fue parte del destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora