Fresas, ardillas y una sonrisa fugaz

984 41 0
                                    

30 de octubre, 9:35 am

Los días de excursión eran las únicas actividades que Brandon disfrutaba en toda su etapa escolar. No tenía que preocuparse en prestar atención sobre algún tema académico, no tenía que investigar, sólo era una vivencia recreativa para aliviar a los alumnos del estrés de los exámenes y tareas. Un día de integración, aunque él prefería estar por su cuenta, sin problemas ni molestias a su alrededor. O al menos eso pensaba cuando bajó del bus y se encontró con el profesor Harford sonriendo sospechosamente con una caja en sus manos.

Tenía sus dudas, pero no podía ignorar las órdenes de su profesor, menos que ahora tenía más autoridad en los eventos escolares. Harford, como prefería llamarlo él, mantuvo aquella extraña sonrisa mientras movía la caja antes de acercarla a él. Se tomó su tiempo para probar su suerte y luego de varias movidas, terminó sacando una pulsera roja con el número nueve escrito con un marcador. El rostro de Harford se iluminó como si hubiera presenciado algo majestuoso; aunque Brandon no quería darle mucha importancia, así que siguió al resto de alumnos para ver que seguía después.

Todos se habían congregado en un espacio abierto que había sido dividido por banderas de colores de acuerdo a las pulseras. Lo lógico era ir a reunirse con su grupo, pero prefirió buscar primero a Tara. La encontró casi de inmediato en uno de los grupos ubicados en el centro con el color azul. Trató de llamar su atención alzando su manos, aunque ella estaba más interesada en charlar con sus amigos y captar la atención de un Adam que se veía incómodo. Si es que Harford no hubiera visto su elección, fácilmente pudo haber cambiado de pulsera con algún otro alumno, o incluso Adam. Más tarde regresaría con ella, así que se fue a buscar a su grupo.

Tuvo que atravesar un tumulto de personas para llegar a la zona roja que estaba conformada principalmente de alumnos de ciclo junior. Se podía sentir el aroma de carne fresca, de presas que miraban con cautela y temor hacia él. Algunos parecían que estaban a nada de huir espantados y otros mantenían la mirada con una extraña admiración. Bajo esa situación preferiría pasar desapercibido y evitar molestias innecesarias. Se detuvo a buscar un lugar alejado donde descansar cuando oyó una voz poco contenta que se dirigía hacia él.

—Debes estar jodiendo —exclamó Itzel caminando hacia él para verificar el número de su pulsera. Él también verificó con su mirada que la pelirroja también tenía el mismo color y número, al menos combinaba con su cabello.

—Un saludo hubiera sido suficiente —le contestó alejando sus manos—. Créeme que no fue intencional

—Lo peor es que sí te creo —dijo la pelirroja antes de acercarse a su mejor amiga. Ella al menos sí lo saludó con un pequeño gesto.

—¿Somos los únicos del ciclo senior?

—Casualmente nuestro grupo es el único... allá está el otro —señaló con la mirada a otro estudiante que estaba conversando con mucho ánimo con otro grupo de un distinto color. Al parecer era verde, no podía distinguirlo.

Por el rostro de la pelirroja, uno podía darse cuenta que no parecía estar muy contenta con su presencia. La del otro tipo, porque al menos parecía que encontraba su compañía tolerable. Al principio no entendía la razón detrás de aquel disgusto hasta que giró para verlos y reconoció al chico que casi los golpea con la puerta del depósito. Si mal no lo recordaba, se llamaba Oliver.

Él ya había olvidado ese incidente, imaginaba que también ella lo había hecho como una persona normal lo haría. No había razón para mantener esa conducta infantil, a menos que hubiera otra razón. Entonces se fijó que Freya también lo miraba del mismo modo.

—¿Se han puesto de acuerdo para odiar a alguien del grupo? —preguntó él en voz baja—. ¿No se supone que soy yo?

—No te preocupes, tu sigues en el primer lugar de la lista... pero ahora no eres relevante.

¿Fue parte del destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora