Algo realmente está cambiando

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28 de diciembre, 6:45 pm

A quince minutos de la hora pactada, Itzel ya estaba esperando a su acompañante. Freya se había marchado antes para avanzar con algunas prioridades, pero se encargó diligentemente en arreglar a su amiga para el evento. Quería que todas las miradas se centraran en ella, así que escogió un vestido largo de color vino simple y elegante con un corte en la pierna. El tono combinaba a la perfección con su cabellera rojiza y el maquillaje que había aplicado para la ocasión. Itzel se sintió extraña al ver su reflejo en el espejo, pero le encantó lo que veía en absoluto. Freya había hecho un majestuoso trabajo, mejor de lo que ella hubiera hecho por su cuenta. Por un lado lamentó que tuviera que cubrirse con un enorme abrigo para no morir de hipotermia de camino, porque estaba siendo uno de los inviernos más fríos.

Se quedó esperando al lado de la ventana para ver el momento que llegaba Brandon. Era bueno que su madre estuviera trabajando, así se evitaría una conversación innecesaria e incómoda sobre el joven que había ido por ella. No habría necesidad de dar explicaciones. Era posible que ella también estaba pensando demasiado en la situación, así que decidió sentarse en el sofá. Él llegaría en cualquier momento, y si no lo hacía, bueno, no tenía planeado ir al baile en primer lugar.

De repente, el timbre de su casa sonó. Brandon había llegado puntual como había dicho, no podía tratarse de otra persona. Itzel se dirigió a la puerta, tomándose su tiempo por no estar acostumbrada a usar tacones. Se detuvo al frente de la puerta, sujetando de la perilla, pensando en lo que encontraría del otro lado. Dudó por unos segundos, pero terminó abriendo la puerta.

Ambos se quedaron mirándose en silencio, asombrados por lo que estaban presenciando en directo. Era la primera vez que sus ojos estaban a la misma altura. Luego bajó la mirada, una rápida revisión de la vestimenta de Brandon que llevaba puesto un traje que no le quedaba para nada mal, aún con su brazo enyesado y bien abrigado. Se podía atrever a decir que estaba guapo.

—¿Me veo demasiado rara? —preguntó ella al ver que la expresión de Brandon seguía en blanco. Pensaba que se veía bien—. Creo que no debí pedir consejo a Freya... Tenemos estilos muy diferentes.

—No, no, para nada... Estás... —Se apresuró a decir Brandon, pero las palabras tardaron en ser expresadas. Parecía que estaba buscando sinónimos dentro de su cabeza—. Bien

No era el elogio que esperaba oír, pero lo iba a aceptar porque se trataba de él. No debía esperar o tener muchas expectativas de su parte. Para él, ella solo era una simple chica de su clase de literatura que se entromete en su vida. No había manera que Brandon la considerara como un interés, así que sus elogios serían de ese tipo.

—Gracias, eres todo un adulador —exclamó ella—. También, te ves bien

—Vamos, me he lucido con este traje ¿No he hecho latir tu corazón, Rojita? —añadió él—. Aunque agradezco que existan los tacones, ya no eres una enana.

—Hablas demasiado. Agradezco que por suerte no eres mi tipo... muy problemático. —Brandon acercó su mano a su pecho con un gesto de haber sido ofendido, pero luego continuó con su sonrisa—. ¿Entonces, nos vamos?

—Después de ti —dijo él señalando con su mano el auto estacionado al frente—. Lo tomé prestado por la ocasión. Las motos son preferibles cuando huyes de los matrimonios con la novia... o novio.

La primera parte se había logrado con éxito. Ya estaban de camino a la escuela como dijeron; sin embargo, los nervios empezaron a crecer dentro de Itzel a medida que se acercaban más a su destino. Sabía que en la fiesta estaría Kyle con su nueva novia. Y a pesar de que su ruptura estaba dentro de los límites de haber sido "tranquila" y casi superada, no estaba completamente segura de cómo se sentiría ahora al tenerlos cerca, viéndolos tan amorosos entre ellos, abriendo aquella herida llamada traición. Luego, estaba ese otro chico, Oliver. Dudaba que fuera a intentar hacerle algo, pero su simple presencia bastaba para incomodarla. Y por último, no menos importante, qué excusa le podía decir a Adam. No lo había pensado hasta ese momento.

¿Fue parte del destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora