Mi Tío

Capítulo 8: Recuerdos

Esto es parte de la historia para que no te lo vayas a saltar

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Agosto, 2002:

—¡Fernando! ¡¿Cuantas veces tendré que repetirlo?! ¡¡No entres a mi habitación!!— ha gritado Jorge, ya que he entrado a su habitación sin permiso, y me ha descubierto.

—¡Mamá me dijo que tú tenías mi uniforme de la escuela!—Replique, gritándole de vuelta mientras hurgaba sus cajones, ya que mamá dijo que habia dejado mi uniforme de la escuela ahí.

—¡No te metas con mis cosas!—Jorge no dejaría caer el balón, así que me ha gritado de regreso y se ha acercado a mi, tomó mi brazo y me arrastró hacia afuera de su habitación—¡No vuelvas a entrar!— Cerró la puerta en mis narices, dejándome fuera y sin mi uniforme del día.

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—¡Y por su culpa tuve que ponerme el uniforme sucio!— Le he explicado a mamá, mientras ella no quitaba la vista de el camino para llevarnos a la escuela. Realmente ella ha dejado de prestar atención a lo que digo desde hace un buen rato.

—Sabes, es culpa tuya por no preparar el uniforme en la noche— Decía mamá concentrada en el camino, aún sin dirigirme la mirada por estar ocupada, pero sintiendo que ni siquiera esta procesando mis palabras.

—¡Si chico, apestas!— Gritó mi hermano en mi oreja pero por u alto tono se ha se escuchado por todo el auto.

—¡Quítate!— Reclamé, poniendo mi mano en su cara, empujándolo hacia atrás para que no sea molesto y deje de gritarme en el oído.

—¡No! ¡Quita tú mano de mi cara!— Dijo mi hermano poniendo su mano en mi cara para defenderse y conservar su lugar.

—¡Cállense!— Gritó mi madre frenando el auto de repente y por fin dirigiéndonos la mirada— ¡O los bajo aquí!— dijo señalándonos por la ventana un árbol.

—No no, ya nos callamos—Ambos estábamos de acuerdo en eso. Ella siempre nos amenaza así, pero ella siempre cumple esas amenazas, así que, después de eso, no dijimos nada en todo el camino

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—¡Adiós mis amores!— Gritaba mi madre desde el auto moviendo su mano en señal de despedida haciendo que todos a nuestro alrededor dirigieran la vista hacia nosotros.

Jorge al darse cuenta de como me molestaba la atención que ambos llamaban, decide gritar de vuelta

—¡¡Te amo mamá!! ¡¡Fer dice que te ama mucho tambien!!— Todos al escucharlo empezaron a carcajearse por lo que me puse rojo de la vergüenza y me fui disimuladamente, disimuladamente para mi, por que gracias a Jorge soy el centro de atención, de una mala manera.

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Al pasar el rato comienzan las clases.

Yo estaba acostado en mi escritorio, es un mal habito que ya se me ha hecho costumbre. Hago esto hasta que el profe llega, a los profesores normalmente les molesta cuando te recuestas sobre los escritorios.

Un poco mas tarde, ha llegado el profesor y ha cerrado la puerta de un fuerte portazo, nos hace que nos levantemos y nos volvamos a sentar, para así comenzar a dar su clase.

Al pasar no menos de 10 minutos de su clase, tocan la puerta. Una chica nueva, nada del otro mundo. Se que es nueva porque nunca la habia visto,  además de que se esta haciendo común la gente nueva en esta época del año.