Capitulo 58:

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—¿Por que pareces tan feliz hoy?—Preguntó Dani—Hasta parece que se murió Valentina—Soltó una carcajada por su propio chiste y yo lo fulminé con la mirada.

—No deberías jugar con esas cosas—Lo miré fulminante y el levantó los brazos en seña de inocencia—por cierto—Suspiré—Tú te ves más desanimado estos días, ¿Pasó algo?—Dani frunció el ceño.

—No mucho—Se rascó la nuca—Mi mamá quiere que mejore mi promedio.

—¿Y eso es malo?—Sonreí sarcástico y él me miró enojado.

—¡Claro que es malo!—Dijo dramático—Mi mamá quiere venir a la escuela a pedirme un tutor, y si viene a la escuela el vejestorio de matemáticas le dirá que voy a reprobar por faltas—Fruncí el ceño y lo miré interrogante.

—¿Por que por faltas si tú siempre vienes a la escuela?—Dani se dejó ir rendido a una banca que tenía a un lado.

—Es que ya no me deja entrar a su clase—Hizo una pose dramática—Por que le pregunté si usaba un peluquín ¡Ahhh! ¡Que frustrante!—Se levantó rápidamente—¿Puedes decirle a mi mamá que serás mi tutor? ¡OH! No, no. Ya se, ya se. Vamos a envenenar al profe para que no venga ese día y así mi mamá no escuche su mitote—Aplaudió para si mismo.

—Que extremo eres—Sonreí—También puedes pedirle disculpas al profe para poder volver a entrar a su clase y salvar la materia.

—¡JAMÁS!—Me interrumpió—No voy a arrepentirme por que no hice nada malo—Me reí y Dani me miró mal—No te rías—Golpeó mi hombro—No le veo lo gracioso

—Si no te creciera pelo y usaras un peluquín, ¿Te gustaría que te preguntaran si usas uno?

—¿Te estas poniendo de su lado?—Hizo una mueca graciosa—Me siento traicionado—Simuló limpiarse una lagrima lo cual me sacó una carcajada.

—Solo discúlpate o sobornarlo, las 2 te van a funcionar. Si lo secuestras le tienes que dar de comer, y si lo matas te va a buscar la policía y en ambas opciones te va a descubrir tu mamá

—Ay que drástico—Suspiró—Tengo 10 pesos de lonche, a ver si con eso me alcanza

—¡JA! Con 100 de esos más y ya tienes pase de entrada—Dani abrió grande los ojos.

—10 por 100 son... umm—Lo meditó un poco—¡MIL! No tengo tanto dinero. Creo que mejor me disculparé o algo así. ¿Crees que le gusten las nueces? Tengo más bolsitas en mi casa, tal vez sirvan de soborno

—Solo pídele perdón y ya

—Que pésimo consejero eres—Se cruzo de brazos y negó con la cabeza.

Las clases pasaron rápido, nada que reportar. Dani compro comida con sus 10 pesos en lugar de guardarlos para su soborno.

Llegando a casa olía delicioso, olía a comida de mi abuela. No es que mi tío no cocine bien, pero nada se compara con la comida de mi abue.

—Hola mi amor—Dijo mi abue desde la cocina—¿Como te fue?—Fui hasta la cocina con ella para ayudarle.

—Bien abue—Saqué los manteles de la mesa—No me dieron tarea

—Que bueno mi amor—Terminé de acomodar manteles y fui a ayudarle con los platos.

En eso se escucha la puerta y de esta entra mi tío con una pequeña bola de pelos en brazos.

—¿Por que traes un gato?—Pregunté, mi abuela al escuchar gato, dejó lo que estaba haciendo para ir a ver a que me refería.

—Porque lo atropellé—Mi abue abrió grande los ojos y lo golpeó.

—¡TU! ¡Debes tener cuidado cuando conduces! Mataste a ese pobre animal por descuidado

—No está muerto Mamá—Dijo con un tono de obviedad—Mira—Lo levantó y se pudo apreciar al pobre gato con una patita vendada.

—¡PERO SI LE FALTA SU PATITA!—Mi abuela ha agarrado a mi tío de piñata—¡Pobrecito!—Exclamó mi abue—¿Lo llevaste al veterinario?

—Si, yo no le puse las vendas al gato—Mi abuela suspiró.

—Que alivio que no lo hayas matado—Mi abue dejó de golpear a mi tío—¿Para que usas el carro si no sabes manejar?

Antes de que mi tío le pudiera contestar mi abue ha corrido a la cocina. Cuando regresó tenía un pedazo de jamón en la mano.

Mi tío dejó al gato en el piso y mi abue le dio el jamón para que se lo comiera. El gatito no se hizo del rogar y devoró el jamón en un dos por tres.

Pobre gatito, se va de lado al caminar.

—¿Y como se llama el gatito?—Preguntó mi abue.

—Pues no le he preguntado—Con ese comentario mi abue lo fulminó con la mirada.

—Pues parece un copito de nieve—Sonrió mi abue levantando al gatito y acurrucándolo en sus brazos.

—Que se llame simpatía—Dije yo metiéndome a la conversación. Ambos me miraron interrogantes.

—¿Por que se llamaría simpatía?—Preguntó mi tío y mi abue me miró esperando mi respuesta.

—Pues porque le falta una pata—Ambos fruncieron el ceño y se miraron entre ellos, creo que no entendieron el chiste, o tal vez estén dudando de mi salud mental—Ya saben...—Me rasque la nuca—Sim patía—Ambos seguían frunciendo el ceño—Bueno olvídenlo

Avergonzado me fui a la cocina y fui a terminar de sacar platos. Mi abuela dejó a el gato por la paz y vino a terminar de hacer la comida.

Cuando ya había acabado la sirvió en los platos y yo los llevé a el comedor. Ya todos sentados empezamos a comer y el gato se quedó jugando con una bola de polvo que sacó de abajo del sillón.

Comíamos en silencio, lo único que se escuchaba era el gato chocando con las cosas y el sonido de los platos chocando con los cubiertos.

A media comida mi abue sacó una gran carcajada rompiendo el silencio de la mesa.

—¡JA! ¡SIMPATÍA! ¡YA ENTENDÍ!—Mi abuela comenzó a reírse ella sola y mi tío la miraba extrañado—¡PORQUE LE FALTA UNA PATITA! ¡BUAJAJAJAJA!—Mi abuela dio un gran golpe a la mesa y se apretaba la panza por la risa de el chiste de hace 10 minutos atrás.

Daba más risa su risa que el chiste en sí.

Le seguí la corriente a mi abue y ambos nos reíamos. Ella de el chiste de hace rato y yo de su risa.

Mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora