Capitulo 21:

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Subí al auto con mi tío, y él en un dos por tres arrancó el auto, no esperando mas a que me subiera. Me abroché el cinturón antes de que ocurra un accidente por las altas velocidades en las que manejaba.

El venía con las manos en el volante y la mirada en el camino, no pronunciaba ni una palabra, pero tenía el ceño fruncido y bufaba, lo disimulaba muy mal.

Estaba tan aburrido que decidí romper el silencio, pensando en que se daría por concluido el tema la estar a mano ahora.

—¿Puedo...?—Pregunté apuntando los controles del aire acondicionado, los cuales estaban abajo de la radio, pero el ni siquiera me dejó terminar, ya que me ha interrumpido con su respuesta.

—No— Dijo rápidamente interrumpiendo mi oración.

—Prender el aire— Dije rápidamente tentando contra mi suerte, y no tomando esto como respuesta ya que me ha interrumpido sin siquiera escuchar.

Me barrio con la mirada y me dijo con asco.

—No—Repitió, no muy congraciado conmigo, y tal vez esperando a que me calle pronto

—¿Por que no?—insistí, ganándome una cara de desprecio y un muy probable golpe.

—Por que yo lo digo—No ha respondido a la pregunta.

—Esa no es excusa— dije poniendo mi mano en la palanquita del clima a lo que el me dio un manotazo.

—¡TE DIJE QUE NO!—Me gritó.

—Uy que delicado eres— dije cruzándome de brazos y mirándolo a los ojos, ya que era increíble lo molesto que se ponía por solo intentar encender el aire acondicionado.

—¡¿SABES COMO ME SENTÍ CUANDO TU "amiguito" ME DIJO QUE TE HABÍAN SECUESTRADO!?— Dijo recalcando el amiguito, pero sin gritarlo.

De repente me empecé a sentir un poco culpable, pero solo un poco, le iba a pedir perdón hasta que dijo la siguiente línea.

—Imagínate que le hubiera dicho a tu abuela, ¿Cómo le decía que su estorbo mohoso se perdió?, me castraba— Dijo mirando al frente y conduciendo como si nada, no pensando ni un poco en mí ni en como me sentí al ser abandonado en la carretera, y limitándose a pensar en las consecuencias que le traería con mi abuela mi notoria desaparición.

Me hirvió la sangre cuando lo dijo, ya que yo que pensaba disculparme con ese tonto, pensando en que por lo menos sentía algo de culpa, pero no era así.

—Pues ve pensándolo por qué el estorbo mohoso ya se perdió— Solté molesto, a lo que el me miró interrogante. 

Como estábamos en un semáforo yo me bajé del auto y le di un portazo al carro y salí corriendo. Me animé a salir corriendo por qué ya estábamos en la parte de la ciudad que conozco, y yo sabía llegar a casa.

En realidad iba a correr a la casa, solo lo quería asustar, estaba molesto por lo que me dijo, y pensé que mi venganza no había sido suficiente para hacerlo entender o por lo menos molestar. Pase por un callejón para llegar más rápido, la casa queda más lejos si vas en auto, pero si vas entre callejones llegas extrañamente más rápido.

Para hacer más tiempo pase por casa de Dani, toque la puerta y salió su madre, pero cuando me vio me dijo que Dani no estaba, que había salido.

Le agradecí a la señora, algo avergonzado ya que se dio cuenta que llegue sin previo aviso y ahora si, me dirigí a mi casa.

Me fui a paso lento, ya que yo no tenía ninguna prisa en llegar a la casa.

Entre callejón y callejón llegue a la casa, donde estaba mi tío, afuera, caminando de un lado a otro. Yo abrí la reja de afuera y el volteo rápidamente, yo iba a pasar de largo de el, pero me tomó de la oreja y me arrastró hacia adentro de la casa, me llevo hasta la cocina y ahí me soltó.

—Es hora de poner reglas— Soltó echando humo por las orejas, pero intentando contenerse para intentar que cediera, pero no lo haría, no lo merecía, y ya me lo ha demostrado, era mejor tratarlo como animal que esperar un comportamiento razonable de parte de el, así que hice caso omiso a sus palabras, no le prestaba atención al no sentirlo necesario— ¡HEY!—Me gritó.

—¿Que?— Solté por fin dirigiéndole la mirada.

—Que es hora de poner reglas—Repitió

—Si te oí la primera vez—Dije desviando la mirada otra vez— Pero no me importa—Fui honesto, estaba molesto con el, y que ahora intente imponer sus estúpidas reglas era irracional después de cómo me trató.

—¿¡QUE!?—Gritó, como pensado que me iba a arrepentir de mis palabras.

—¡QUE NO ME IMPORTAN TUS REGLAS!—Le grité de regreso—Tú sabrás lo qué haces, pero no voy a seguir tus reglas solo por que crees tener un derecho de autoridad— Dije dándome vuelta dispuesto a irme pero él me tomó del brazo.

—¿A donde crees que vas?— Dijo apretando más mi muñeca, no dispuesto a que me fuera, lo cual terminaba por frustrar mi huida.

—A mi cuarto, no tengo nada que oír de ti—Forcejee para soltar mi brazo pero el se negaba a soltarme.

—Vas a escucharme y no te estoy preguntando— Soltó mi mano pero puso sus manos en mi cintura para subirme al mueble de la cocina, ya arriba se cruzó de brazos, yo también lo hice— Como mi mamá no está van a cambiar las reglas en esta casa, ahora se hace lo que yo diga. De ahora en adelante vas a ayudar en la casa, nada de comer entre comidas, y todo lo que tú quieras comer te lo haces tú mismo—Todas las reglas que el decía parecían ser hechas solo para mi, hechas para que yo trabaje solo y el no haga nada.

Me quede unos segundos mirándolo interrogante y como vi que no iba a arrepentirse ni un poco, hablé yo.

—¿Y tanto problema por unas reglas que obviamente no voy a seguir? Mejor ya cállate, no tengo ganas de escuchar tus estupideces— Me baje del mueble y me crucé de brazos, aun no pudiendo creer su cinismo, pero no dispuesto tampoco a doblegarme a hacer mas.

—¡PUES AUNQUE NO QUIERAS! ¡ME VAS A ESCUCHAR!—Grito, exasperado por mi poco interés en sus palabras.

Yo ya me iba a ir otra vez pero me volvió a coger del brazo

—También habrá horarios para ocupar el baño, y si yo estoy viendo la tele te vas y te aguantas—Siguió añadiendo, creyéndose el gran rey de la casa, ya que mi abue no está.

Me zafé de su agarre, mas que molesto, queriendo golpearlo

—Estas loco si crees que voy a seguir tus estúpidas reglas, además, nadie te pidió que me cocines, ahora se por que eres un solterón Fernando—Lo moleste, queriendo que me deje en paz con sus amenazas y reglas absurdas.

—¡¿QUE DIJISTE IMBECIL?!—Gritó, dándole un manotazo al mueble de la cocina, tan molesto que parecía querer golpearme.

—¡LO QUE ESCUCHASTE! ¡Nadie se quiere casar contigo por qué eres un odioso!— El se acercaba a mi dispuesto a golpearme, pero antes de que llegara, tire un plato de vidrio que estaba en el mueble de la cocina y salí corriendo, no dispuesto a que me golpeara de nuevo como cuando llegue a casa, y tampoco dispuesto a tener que cederle mi alma con sus reglas.

Mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora