Capitulo 33:

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Fernando ha descubierto lo que es odiar la espera. El pobre lleva mas de una hora sentado, esperando noticias de su enfermo sobrino.

Es desesperante, la situación lo rebasa. Para Fernando, es horrible cargar con la culpa, es horrible pensar que lo que le ha sucedido a Sebastián es  su entera responsabilidad, "Si no lo hubiera presionado, nada de esto estuviera pasando" pensaba Fernando mientras sobaba su sien, aun desesperado esperando noticias en la sala de estar de aquel frío y costoso hospital.

Cada minuto era una tortura, Fernando solo se atormentaba y se agregaba culpas innecesarias, pensaba lo peor, y ya suponía que Sebastián se había enfermado de gravedad.

Sin tener que esperar mucho mas, mientras Fernando se lamentaba de lo sucedido, ha aparecido el doctor responsable de Sebastián, el cual, para sorpresa de nadie, es el mismo que lo ha atendido la ultima vez que Sebastián estuvo en el hospital.

No era coincidencia que el doctor que atendió a Sebastián la vez anterior fuera el mismo que lo ayuda hoy. En cuanto el relajado doctor escuchó el nombre de ese conocido paciente, no pudo evitar meter sus narices e indagar un poco mas de ese serio niño con una abuela muy carismática.

—No se inyectó los medicamentos ¿Verdad?—Soltó el doctor aguantando una sonrisa, sorprendiendo a Fernando, ya que no había notado su presencia a su lado.

Fernando de inmediato se puso de pie, moría por escuchar noticias del estado de su sobrino.

—No—Soltar esta respuesta le quemaba la garganta a Fernando, lo hacía sentir de lo peor, ya que era humillante tener que admitir lo inútil que fue al hacerse cargo del menor.

Fernando no ha hecho nada por Sebastián en estas últimas semanas.

—Bueno, tiene que firmar esto—El doctor ha notado lo incomodo que se pone Fernando al hablar de lo que ha pasado, así que prefiere desviar el tema a asuntos importantes—Ya puede pasar a verlo.

—Está bien—Las hojas solo era papeleo de respecto sal parentesco entre Sebastián y el, y respecto a pagar.

El doctor sin prisa le pasó una pluma a Fernando, esto mientras el leía y a firmaba. 

Al terminar de firmar todo, el doctor guio a Fernando hacia donde estaba su sobrino, esta vez no tomaron el elevador, solo caminaron entre pasillos hasta llegar a una habitación de las tantas que había.

El doctor fue el primero en entrar, después Fernando. Sebastián estaba dormido en la cama con tubitos en la nariz y estaba en un triste tono gris.

—¿Por que está dormido?—Soltó Fernando sin pensarlo demasiado.

—Por que está en coma— Dijo el doctor como diciendo algo obvio, cosa que hizo sentir a Fernando como la peor persona en el mundo, impotente, incapaz de defender siquiera a un niño que por obligación llama sobrino.

—¿En qué?—Fernando no se la creyó, era demasiada culpa por cargar, y que le suelten eso de una vez solo lo destruye.

—Si, era lógico ¿No?—El doctor tomaba sus confianzas y hablaba sin pensarlo dos veces— Ahorita mismo el no puede respirar por su cuenta, como podrá ver—Lo decía por los tubos de la nariz— El medicamento era para que no se le taparan los pulmones y para que funcionaran correctamente, pero como no se tomó el medicamento, sus pulmones están como... como...—Se quedó pensando—Como alguien que ha fumado toda su vida, algo así, se pueden regenerar, pero necesita mucho esfuerzo de parte de su cuerpo, por eso está en coma.

—Pero está bien ¿No?—Fernando buscaba una esperanza de que todo pudiera resolverse.

—Lo más probable es que si, pero eso ya depende de él—Sebastián no estaba tan bien como para poder asegurar su recuperación— Solo hay que esperar—El doctor se quedó pensando unos segundos—Bueno los dejo—Se dirigió rápidamente hacia la puerta y salió por ella dejando a Fernando con la palabra en la boca.

Había pasado un ratito desde que el doctor se fue, pero Fernando no se animaba a darse la vuelta para ver a su sobrino, la culpa lo estaba matando, y mucho más que antes, ¿Cómo le dirá esto a Linda? Es mas, si no se recupera ¿Cómo podrá vivir con esto? Y peor aún, como va a vivir Sebastián con eso.

Cuando menos se lo esperaba, Fernando empezó a llorar.

La culpa era aplastante, pero era necesario enfrentarse a ella, por lo cual, Fernando tomó un poco de voluntad y se dio la vuelta para poder enfrentarse a Sebastián como debe de ser.

—Lo siento...—Comenzó Fernando con la voz entrecortada, con culpa se acercó más a él y lo abrazó de todo corazón—Lo siento...—Repitió—Perdón por no ponerte atención... yo sabía que estabas enfermo y no hice nada— Lo estaba llenando de lágrimas pero no importaba mucho, Sebastián no podía quejarse—Perdóname ¿Si? No sabía como cuidarte...—Fernando limpió sus lágrimas con su mano, y con la otra entrelazó la mano de Sebastián con la suya—Cuando llegaste yo no estaba listo para asumir la responsabilidad de un niño, y menos el niño de mi ex... para mi fue mas fácil alejarte y no hacer nada...pero sabes que, yo nunca te odie—Con cuidado, le quitó un mechón de la cara a Sebastián— Solo estaba resentido contigo... ¿Y como no estarlo?— Se le escapó una sonrisa— Si es como si tú fueras Mariana, yo se que no lo eres... pero tú revives los malos momentos. Eso no es mi culpa, es tuya, ¿Quién te manda a ser igual a tu mamá?, y actuar como tu papá— Fernando fue descuidado con sus palabras— Lo siento, no debiste escuchar eso. Eres importante para mi— Ser honesto hacía feliz a Fernando, le daba una sensación de ligereza— Jamás lo olvides— Soltó su mano y salió rápidamente de la habitación.

¿Qué pasó ahí? Fernando no podía explicarlo, eran muchos sentimientos encontrados. Por un lado, Fernando estaba feliz de poder liberar estos sentimientos, estaba aliviado de por fin poder contarle a alguien lo mucho que odió esa situación con Mariana, y de por fin ser medio escuchado sobre esto; pero por otro lado, Fernando se siente fatal por esta felicidad. No debería poder sentirse feliz, el coma de Sebastián es su culpa, eso lo atormenta.

Son demasiados sentimientos encontrados, pero Fernando ha sacado una cosa positiva de toda esta tragedia. Fernando no siente más odio por Mariana, el ha logrado dejar ir esa mala situación de su pasado al por fin poder hablarlo con alguien.

Mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora