Capitulo 37:

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—¿Vas a seguir enojado?—Sebastián giro la cabeza y se cruzó de brazos.

Lleva media hora haciendo berrinche por que lo obligue a inyectarse la medicina, no ha parado de mirarme mal y cuando lo paso de largo el se pone enfrente de mi.

—No voy a aguantar tus berrinches todos los días ¿o si?—Lo mire interrogante y el me fruncía el ceño y me sacaba la lengua.

—Yo no me vuelvo a dejar, para la próxima no se te hará tan fácil—Nunca se dejó, yo lo obligué desde el principio, ¿se puede hacer esto mas difícil?

—Bueno, pero cuando no puedas respirar y tengas que vivir en el hospital yo no me haré cargo de ti—Mentí.

Sebastián ya no me contestó nada, solo se fue enojado a su cuarto, que incómodo va a ser para los dos que haga una rabieta todos los días.

No le voy a ir a rogar que no se enoje por cuidar de su salud.

Fui a la cocina y metí unas palomitas al microondas, mientras esperaba me puse a agarrar todo lo que encontraba en el refri de la cocina para mis palomitas, solo encontré 2 salsas casi vacías.

Me resigne y las dejé las salsas sobre la alacena, cuando las palomitas estuvieron las saqué del microondas y les eché las salsas casi vacías.

Me fui a mi cuarto y puse el aire acondicionado a lo mas frío que se podía, en esta temporada hemos llegado hasta los 40 grados y yo no estoy dispuesto a cocerme por nada.

Prendí la tele y por la tele estaban pasando una película, no se veía mal así que la dejé y me acomode mejor en la cama, me quite los zapatos con los pies y comía de mis palomitas mientras me rascaba la panza, no podía estar más cómodo en este momento.

No pasaron ni 5 minutos cuando tocaron la puerta de mi habitación, Sebastián sin entrar al cuarto abrió la puerta en su totalidad.

Sebastián me fruncía el ceño desde la puerta de la habitación, no entendía por qué estaba enojado ahora pero no lo voy a averiguar.

Le reste importancia y regrese a mi película y a mis palomitas aún con Sebastián en la puerta, y al ver que no le prestaba atención me escupió una pregunta.

—¿Haz visto el control de mi aire acondicionado?— dirigí la vista hacia el tenía toda la frente sudada, parecía que había corrido un maratón, yo lo miré interrogante.

—¿Por que crees que yo sabría dónde están tus cosas?—Volví mi vista a la tele—Recoge el marranero de tu cuarto y de seguro lo encuentras

—¡Ya recogí y no está! No te lo estaría preguntando si no hubiera hecho eso—Rodé los ojos y me senté en la cama.

—¿Seguro?

—¡Que si! Ven a ver si quieres—Me levante de la cama dejando todo así cómo está, solo tome unos crocs del piso y camine hasta el cuarto de Sebastián, que curiosamente, si estaba limpio.

Entre los 2 nos pusimos a buscar el control y efectivamente, no estaba, y yo no fui por qué no he entrado aquí.

—Pues no está

—Eso dije—Rodó los ojos.

—Buena suerte—Me iba a ir de su cuarto pero antes de que me fuera el me tomo del brazo.

—Espera—Me voltee hacia el y me plante en mi lugar, lo mire a los ojos y el hablo—¿Puedo dormir contigo hoy?—No me esperaba esa pregunta, me sonrojé, o al menos eso creo.

El me miraba a los ojos esperando una respuesta. Tranquilo Fernando, eres su tío, no te entusiasmes por esto. ¡Eres un adulto!
¡Si! Maneja la situación Fernando.

—Duerme en el cuarto de tu abuela—Me safe de su agarre pero antes de que se fuera el me contestó.

—El aire acondicionado de mi abue saca polvo, ya lo intente—Rodó los ojos—Si te lo estoy pidiendo es por que eres la última opción.

Controla la situación Fernando.

—Pues hay un abanico abajo, agarralo y ya—Sebastián entrecerró los ojos

—Fernando es en serio—Esa era mi respuesta en serio, el controla la situación.

—Esta bien—Solté un suspiro de derrota.

El agarró una almohada que estaba encima de su cama, haciendo que se destendiera totalmente su cama y caminó hacia mi habitación sin siquiera esperarme.

Yo caminé atrás de el, y lo seguía hacia mi propio cuarto. Ya adentro cerré la puerta y dejé los crocs a un lado, el piso ya se sentía frío, se sentía genial comparado con el calor que hacia afuera del cuarto.

Me tire a la cama y coloque la vasija de palomitas que había dejado ahí hace un rato y las puse en mi estomago por que ahí van.

Sebastián se acosto a un lado mío y empezó a comer de mis palomitas.

—¿Y tú qué?

—¿Yo que de qué?—agarró un puño de mis palomitas y se las metió a la boca.

—Tu vete al piso—Sebastián chisto la lengua.

—Vete tú al piso—Chiste la lengua y lo empujé con mi pie hacia afuera de la cama.

El cómo podía se defendía y hacía lo que podía por no caerse.

—¡Ya quítate!—Cogio mi pierna con su mano para que dejara de empujarlo—Ahorita me bajo.

Soltó mi pierna y yo dejé de patearlo, el se acomodó plácidamente al lado mío y me quito la vasija de palomitas en un abrir y cerrar de ojos.

Yo se las volví a quitar y el ya no hizo nada al respecto. Mirábamos la película en silencio mientras comíamos de mis palomitas.

—¿Ves a esa mesera de ahí?— Dijo Sebastián apuntando a la tele.

—Mjm—Emití un sonido con la boca llena de palomitas.

—Ella es la asesina—Dirigí la vista hacia el y lo mire mal.

—Y al final se muere la esposa del señor—El me sonrió ampliamente y yo en un rápido movimiento lo pateé hacia la orilla de la cama haciendo que se cayera de esta.

—¡AU!—Chilló Sebastián desde el piso. Se levantó de el piso sobándose la cadera y se volvió a acostar en la cama—Si me dolió

—No te tumbe para hacerte un masaje

—Tsk—Chisto la lengua y se incorporó más en la cama.

Seguí viendo la película aún y cuando Sebastián me acaba de contar el final.

Sebastián ya no dijo nada acerca de la película solo estaba del otro lado de la cama mirando la película.

Cuando me había olvidado totalmente de su presencia sentí como se recostó en mi hombro.

Mi corazón empezó a latir rápidamente y me sonrojé. La oscuridad del cuarto hacían que mi sonrojo no se notara pero como el estaba recargado sobre mi hombro los latidos de seguro si.

Reaccione rápido y empuje su cabeza hacia otro lado

—Quítate de encima

—mnn...Cállate...—Quito mi mano de su cara y se acurrucó sobre mi pecho. Antes de que le pudiera reclamar el ya estaba dormido.

Me dirán, ¿como sabes que está dormido? Es por que siento su baba en mi pecho y ademas suelta suaves ronquidos, no eran ruidosos, solo era como un suspiro.

Acaricié su cabello y le di un beso en la frente, el ni se inmutó, seguía dormido

—Buenas noches..—Dejé la vasija de palomitas en la mesita de noche y apague la tele y antes de que me pudiera dar cuenta ya estaba profundamente dormido.

Mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora