Capitulo 65:

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Sebastián después de su repentino shook, se ha dado cuenta de que Dani ya no estaba a su lado.

Decidido, Sebastián ha ido en busca de Dani para que regresen juntos a casa y para pedirle una disculpa por haberle dicho, aunque sea la verdad, esas cosas sobre su novio.

Sebastián recuerda que Dani había ido tras su novio, y también pudo ver hacia donde fueron. Sebastián ha caminado hasta donde pudo divisar, después empezó a improvisar, ya que Sebastián no es un adivino y solo pudo saber por donde fueron por lo que alcanzó a ver.

Las calles eran confusas, para Sebastián todas eran exactamente iguales. Sebastián no era muy bueno ubicándose, solo conocía el camino de la escuela a su casa.

Sebastián cuando se auto declaró perdido, se rindió, y al intentar regresar, se perdió aún más.

Sebastián ya arrastrando los pies, estaba decidido a pedir ayuda, y cuando iba a pedirla, pudo encontrar a Dani.

Sebastián corrió hacia el, porque en el estaba su salvación. Dani se encontraba tirado en el piso boca abajo, a ojos de Sebastián, Dani parecía un vagabundo.

Sebastián llamó la atención de Dani y este levantó la cara del piso para poder ver a su amigo. Sebastián quedó sorprendido al ver la cara tan demacrada que su amigo tenía. La cara de Dani estaba roja y sus ojos hinchados y húmedos, de estos todavía corrían lágrimas. Sebastián se ha sentado en el sucio piso de la calle con su amigo y lo ha obligado a sentarse con el.

Sebastián limpio las lágrimas de Dani con su mano y este lo ha atrapado en un fuerte abrazo. Sebastián lo ha correspondido y solo sentía como su hombro era usado de pañuelo, pero eso no importaba ahora.

—Perdón ¿Si?—Dijo Sebastián—No debí decirte nada sobre tu novio, es mi culpa que hayan terminado—Dani no le respondía nada, se limitaba a llorar e hipear en su hombro. No quería aclararle a su amigo que ni siquiera pudo terminar con su novio.

—No te preocupes—Dijo Dani casi en un susurro—También es mi culpa.

Sebastián se ha quedado con Dani hasta que este paro de llorar y pudo tranquilizarse. Después Sebastián lo ha acompañado hasta su casa.

Sebastián a partir de la casa de su amigo pudo regresar hasta su casa. Sebastián se sentía culpable por que por su culpa ha arruinado una relación. Dani se veía muy feliz con su nueva relación y por su culpa habían terminado.

Sebastián llegó a casa y aventó su mochila a un rincón. Sebastián se fue a acostar al sillón de la sala y su tío al escucharlo llegar ha casi corrido a darle la bienvenida.

—Hola—Saludó Sebastián al ver a su tío a su lado.

—Hola—Fernando ha besado su nariz cariñosamente—¿Como te fue?

—Bien—Contestó Sebastián algo indiferente.

—Tu abuela hoy no viene a comer—Fernando ha cargado a Sebastián y lo ha sentado en una de sus piernas—Tenemos toda la tarde, ¿Que quieres hacer?—Sebastián lo ha meditado un poco.

—Nada—Contestó Sebastián.

—¿En serio?—Fernando le ha robado un beso—¿No quieres hacer nada?

—Pues no quiero salir a la calle—Puso de condición Sebastián.

—Entonces no salgamos a la calle—Acepto Fernando.

—¿Que vamos a comer?—Preguntó Sebastián.

—Lo que tú quieras—Dijo Fernando—Bueno, lo que quieras que se pueda pedir a domicilio.

—¿Podemos comer hamburguesas?—Preguntó Sebastián algo emocionado por que se podrá hacer su santa voluntad.

—Si tú quieres—Fernando ha besado la comisura de los labios de Sebastián y este lo ha transformado en un desesperado beso.

Sebastián se colgaba del cuello de Fernando y este dejaba que Sebastián lo besara, le gustaba sentir que Sebastián también necesitaba de él.

Fernando no pudo más, el ha tomado el control de ese beso y Sebastián lo seguía. Las manos de Fernando paseaban por debajo de la camiseta del uniforme de Sebastián, acariciando la suave y lampiña espalda de Sebastian y este enredaba sus dedos en el cabello de Fernando, despeinándolo por donde sea que pasaban.

Todo había pasado muy rápido, Sebastián ya no tenía camiseta y Fernando ya estaba encima de él, casi devorándoselo.

A Sebastián le importaba muy poco lo que llegara a pasar, se sentía muy bien lo que estaban haciendo. Sebastián quería que su tío lo tocara más, y Fernando quería seguir viendo esas expresiones que su sobrino hacía cada vez que lo tocaba con sus manos.

Fernando, cegado por la lujuria, ha metido una de sus manos al pantalón de su sobrino, sacándole un gemido a su sobrino.

Sebastián se ha sonrojado por la vergüenza y ha tapado su boca, aunque el gemido fue casi inaudible, Sebastián sabía que Fernando lo había escuchado.

Fernando ha decidido dejarlo ahogar sus gemidos, igual, él aún podía oírlos, y le parecía tierno que Sebastián se avergonzara por estos.

Sebastián por otro lado estaba perdiendo la compostura, se removía para que esa mano dentro de su pantalón lo tocara más. Se sentía tan bien, mejor que en cualquier sueño o que cualquier fantasía rara que el tuviera.

Sebastián se sentía como un pervertido por estar deseoso de más, pero igual, si eso era ser un pervertido, podría serlo sin problema si así es como se sienten todos ellos.

Fernando disfrutaba sacar a su sobrino de sus cabales, quería más de él, quería todo de el. Su mano sin pudor alguno se ha metido dentro de la ropa interior de su sobrino.

Sebastián se ha estremecido por sentir la mano de su tío en ese lugar. Su mano de sentía fría, pero el placer nadie se lo quitaba. Fernando movía su mano y cada vez que lo hacía, su sobrino gemía debajo de él.

Sebastián ya no se preocupaba por esconder sus gemidos y jadeos, el placer lo había cegado. A Fernando también, ver a su sobrino así, tan a su merced, lo incitaba más a hacerlo suyo y no solo tocarlo con su mano.

Fernando ha atrapado a su sobrino en un beso desesperado, Sebastián a duras penas podía seguirlo, sus repentinos gemidos no le permitían a Sebastián seguir el beso.

—¡Ay Dios mío! ¡¿QUE ESTÁ PASANDO AQUÍ?!—Ha dicho una voz ajena a esos dos.

Mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora