Capitulo 23:

5.1K 456 24
                                    

—Ten—Habló Dani, extendiéndome el uniforme que le pedí y jadeando por qué se le hacía tarde por haberse quedado dormido.

—Gracias—Dije tomando la ropa bien doblada que me había extendido.

Dani me barrió con la mirada.

—¿Era necesario venir en pijama? Te ves muy gracioso—Lo decía por qué como no tenía uniforme, vine a la escuela en pijama, pero con zapato de gala, si me veía gracioso, pero no me gusta que el se ría.

—Si, no tenía otra cosa— Solté, cruzándome de brazos con el ceño fruncido. No me da gracia que el se ría de esta tragedia.

—¡JAJAJAJAJA! ¡Es que te ves ridículo! — Exclamó, limpiándose una lagrima falsa— Pero dime— Ha tomado algo de aire y se ha tranquilizado un poco— ¿Qué le pasó a tu uniforme?—Preguntó finalmente.

—Mi tío ¿Que más podría ser sino?—Suspiré— Metió todos mis uniformes a un charco de lodo, hasta los blancos. Pero que ni crea que se va a quedar así— Solté con odio, tensando los nudillos, y a este punto deseándole lo peor.

—Pues yo creo que lo mejor será que hagas una tregua con tu tío, ni modo, no hay de otra, aunque sea hasta que regrese tu abuela, por que sino tú tío y tú la pasarán muy mal en ausencia de tu abuela— decía mientras ponía una mano en mi hombro y se alejaba para ir al salón.

—Si ajá— Susurre por lo bajo y me fui al baño a cambiar de ropa, no creyendo en esas palabras y ni siquiera que sea posible poder estar tranquilo con el en casa.

Sonó el timbre, comenzaron las clases y yo no podía dejar de pensar en lo que me dijo Dani, estuve considerando lo de la tregua por toda la mañana, y analizándolo bien, la verdad es que si me quito a mi tío de encima con la tregua podre estar mejor, y no tendría que estar preocupado en cubrirme las espaldas de él, esto aunque me tenga que doblegar un poco para conseguir dichosa paz.

Por fin sonó el último timbre y por fin nos podemos ir a casa. Tome mis cosas, pero antes de salir mi novia me tomo del brazo, ya no había nadie en el salón por lo que estábamos solos, todos, incluso el profesor, corrieron con el timbre.

—Mañana después de clase vas a venir a mi casa—Sonrió picara, a lo que yo fruncí el ceño por esa imposición, realmente solo escuche, pero no preste demasiada atención a sus palabras.

—Ni un por favor para mi— Dije mientras le intentaba robar un beso, el cual tuvo éxito.

—Nop, es una orden de tu novia— No se arrepintió, tomó mis manos y las movió de un lado al otro.

—¿Para que me quieres en tu casa mañana después de clase?—pregunte inocente, no intentando buscar un doble sentido.

—No lo se— sonrió pícara— Si vas mañana lo averiguas—Caí en cuenta.

—A ver convénceme— Dije sonriendo y acercándome a ella, ella me dio un beso rápido y yo le sonreí— Creo que con otro de esos me convences

—¡Ay! no seas empalagoso, vas a ir y no te estoy preguntando— Dicho esto ella tomó su mochila y salió del salón.

—¡ADIÓS!— grite al ella estarse alejando, y yo también tome mi mochila y me fui a mi casa.

Cuando llegué a casa me percaté de que no había comida hecha, tome una sopa instantánea y la preparé en el microondas, cuando ya estaba caliente la dejé cociéndose y me fui en busca de mi tío, el cual no tardé en encontrar, estaba en su cuarto con la computadora tecleando no se que cosas.

—Hola tú— Dije entrando a su habitación, mientras soplaba mi sopa para no quemarme y poder comerla.

—Ahorita no estoy de humor para que me estés molestando, salte del cuarto si no quieres problemas conmigo— Dijo sin despegar la vista de la computadora.

—Solo vine a decirte que lo mejor para los dos es que hagamos una tregua, mira, yo no quiero que te metas en mis cosas y yo no me meteré en las tuyas—Lo pensó un segundo, esas palabras me habían costado toda mi mañana, y lo menos que espero es que por lo menos ceda, ya que, siento que me he doblegado suficiente.

—Estoy de acuerdo— Por fin ha levantado la mirada de la computadora— Aunque vivamos juntos, lo mejor será que no nos hablemos para poder vivir en paz, entonces si no me tengo que preocupar por ti serás una carga menos para mí—Lo dice como si yo fuera el pesado, pero cedí al ser la respuesta para quitármelo de encima.

—Entonces ¿tregua?—Le extendí mi mano, para que de esta forma, este trato quede sellado.

—Tregua— Ha aceptado mi mano y ambos sonreímos complacidos de quitarnos de encima.

Mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora