Capitulo 15:

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—Ándale mi amor, acércate que te voy a inyectar—Dice mi abuela por milésima vez en la mañana, a lo que yo niego con la cabeza y me encojo de hombros atrás del sillón.

—No quiero— dije cruzándome de brazos— Además así nunca convencerás a nadie— Dije agachándome abajo del sillón para que no me viera— ¿Por que no mejor esperamos a que me cure solo o me muera?—Dije asomando la cabeza pero aún sin salir de abajo del sillón.

—Mi amor, por milésima vez, el médico fue muy claro en eso, lo tienes que hacer todos los días, deberías ponértela tú que es tu enfermedad, no la mía— Dice acercándose al sillón lentamente como para que no me moviera pero corrí hacia abajo de la mesa, dejando a mi abuela en el sillón.

—¿Que será de ti cuando yo no pueda cuidarte?—Dice mi abuela con una mano en su cintura, resignada a lo que parece ser mi muerte.

—Ser un enfermo feliz abue— Digo aún abajo de la mesa asomando mi cabeza entre dos sillas para que ella me viera, y sonreír en broma.

Mi abuela pone su mano en su pecho y dice sarcásticamente.

—¿Que no eres feliz conmigo?—Mi abuela ha limpiado una lagrima falsa de su mejilla, a modo de sarcasmo por mi negativa..

—Si lo soy abue— Salí de la mesa, pero cuando me iba a acercar a ella, mi abuela intentó atraparme, pero yo fui más rápido y corrí hacia las escaleras, pero cuando iba comprobando que mi abuela no me seguía, taclee a mi tío por accidente.

—¿Estás bien?— Digo por ver a mi tío en en suelo, lo cual finalmente si fue un accidente, a lo que le extiendo la mano para ayudar a levantarlo pero el me da un manotazo en respuesta.

—¡Niño insolente! No se corre por la casa—Me regaño, ahí en el piso enojado.

—Perdón, no te vi—Retrocedí dos pasos para darle espacio a que se levante.

En eso mi abuela se acerca a la escena, pero no dice nada al respecto, tal vez queriendo ver el desenlace.

A mi tío no le importó que mi abuela estuviera presente y siguió diciendo cosas.

—Agradecido deberías de estar que te dan techo y comida, y que no te dejaron en la calle— Ha dicho enojado, pero con un pequeño tono burlón sobre la situación, lo cual terminó por molestarme a mi tambien.

Me ofendió mucho su comentario así que no dude en responderle aún y cuando ahí estaba mi abuela.

—Mira, tú cállate, tú no tienes derecho a decirme nada, si aquí el arrimado eres tú; 32 años y sigues viviendo con tu madre, ¿Por qué no mejor te casas o algo? Para que así dejes de molestarme, aunque creo que va a estar difícil, por qué nadie quiere a los odiosos como tú— digo bastante enojado, apuntándolo con mi dedo, a lo que mi abuela se quedó helada, y con justa razón, nunca habíamos discutido enfrente de ella, pero mi tío no se quedó ni 5 segundos con la palabra en la boca.

El desvío la vista hacia mi abuela y la metió en la discusión.

—¡¿Ya viste lo que estás haciendo con tu nieto?!—Dice gritándole a mi abuela a lo que ambos nos quedamos confundidos.

—¿Yo?— Dice mi abuela señalándose a si misma.

—¡Te digo! Este mocoso es capaz de faltarme al respeto— Sin mas palabras, ha tomado su maletín del piso y ha salido por la puerta principal dando un portazo.

Mi abuela y yo nos quedamos confundidos ahí en el mismo lugar.

A los pocos segundos mi abuela rompió el silencio que se había hecho por la escena anterior.

—Hijo, no seas así con tu tío— Dijo poniendo su mano en mi hombro— Las cosas no han sido fáciles para el.

—Pero es él el siempre me molesta— Digo cruzándome de brazos, creyendo que ignoraba el hecho de que se burló de la muerte de mis padres en mis narices—No te pongas de su parte, yo nunca haría nada en contra de el, por qué yo sé que él y tú son lo único que tengo— Dije serio, y dije la verdad, aunque me haga la vida imposible, después de todo, es mi única familia.

Las lágrimas se empezaron a juntar en mis ojos pero no las deje salir, mi abuela me abrazó y recordé a mis padres, y ahí mis lágrimas empezaron a desbordarse, de la tristeza y la rabia que me causaba que se burlaran de mi por aquel acontecimiento.

Después de un rato ella rompió el abrazo para llevarme a la cocina.

Ya en la cocina tomó mi brazo y lo extendió para poner la aguja con la medicina en el.

—No creas que se me olvidó— Dice soltando una sonrisa, obligándome a ceder con la dolorosa medicina, y no reconfortándome para nada de lo que pasó antes.

— Veo que no—Conteste. Ella terminó de hacer lo que sea que le haga a mi brazo y me fui a la escuela.

Mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora