Extra 2: La nueva vida de Sebastian y Fernando

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Fernando iba llegado del trabajo, llegó a su casa agotado, le dolía la espalda de estar sentado en una incómoda silla todo el día, y lo único que quería era tirarse al suelo y ver a Sebastián, el cual a esa hora ya debe de estar en casa.

La casa de Fernando y Sebastián, como ya se dijo, es una casa en la costa, por lo cual, no hay ningún tipo de restricción de la calle a la playa, por lo que su patio no tiene ningún tipo de reja, y la puerta de el patio de su casa nunca la cierran con llave, simplemente por pereza, además de que Sebastián siempre olvida sus llaves, entonces fácilmente puede entrar a la casa sin tener que esperar a que Fernando llegue.

Fernando, siguiendo el mal ejemplo de Sebastián, también siempre usa la puerta del patio para entrar a la casa, por lo cual la puerta de enfrente ya es simplemente una formalidad para las visitas.

—Hola—Saludó Fernando a Sebastián, el cual se encontraba tirado en el piso del patio con la puerta abierta, jugando con su celular.

—Hola—Regreso el saludo Sebastián, sin despegar la vista de su celular, y sin intentar levantarse del piso.

Fernando dejó las cosas del trabajo adentro de la casa y se fue a recostar a la amaca que estaba junto a Sebastián.

—¿Como te fue hoy?—Pregunto Sebastián, dejando su teléfono a un lado, y mirando a Fernando, el cual se mecía en la acogedora amaca.

—Bien—Respondió Fernando—Compre helado pero hacía mucho calor y se derritió, pero igualmente te traje algo—Fernando metió la mano a su bolsillo, y de este saco una pequeña bolsa de nueces—No es helado pero es algo—Sebastián se levanto para tomar las nueces.

—Gracias—Habló Sebastián, abriendo el regalo de Fernando, y comenzando a comérselos.

—¿Y tú? ¿Que hiciste hoy?—Pregunto Fernando, viendo a Sebastián comerse gustoso su regalo.

—Metí los pies al mar y este se llevó mi chancla—Sebastián miro sus pies, y Fernando también lo hizo, notando que lo que decía Sebastián era cierto, Sebastián solo traía puesta una chancla.

—¿Por que te metes al mar con chanclas?—Pregunto Fernando, riéndose de la graciosa anécdota que le había contado su sobrino.

—Vi un video en internet de una señora que le picaba un animal que estaba en la arena. Era como slime transparente—Sebastian se quedó un momento pensativo—Al final el pie de la señora se había puesto morado, fue muy gracioso, pero yo no quiero tener mi pie morado—Sebastián se subió encima de Fernando, el también quería subir a la cómoda amaca.

Fernando dejó que Sebastián se acostara encima de él, y lo abrazó con su brazo izquierdo.

—No deberías poder ver eso en internet—Regaño Fernando—Pero no tienes por que preocuparte, los quemadores solo salen en invierno, no necesitas perder otra chancla—Fernando beso la frente de sebastian.

—¿Y tú cómo estás tan seguro?—Se cuestiono Sebastián.

—Un señor que pesca langostas me lo dijo—Fernando se reincorporó en la amaca, el brazo sobre el que Sebastián recostaba su cabeza ya estaba adormecido—No puedes cuestionar la sabiduría de un pescador, el debe de saber más que nosotros sobre el mar—Sebastián lo medito un poco.

—Supongo que tienes razón—Cedió Sebastián—Entonces me meteré con crocs al mar, así ya no los perderé como con las chanclas—Fernando frunció el ceño, pareciera que Sebastián no creía las palabras de Fernando.

—Como tu te sientas más cómodo, solo no vayas a perder los crocs en el mar—Advirtió Fernando, a lo cual Sebastián río.

—Nadie va a perder nada—Aseguró Sebastián, pasando su mano por el cabello de Fernando, despeinando a este, y jugando con sus mechones de cabello—Oye—Hablo Sebastián, Fernando ya tenía sus ojos cerrados, Sebastián no quería que Fernando se durmiera—No te duermas—Regaño Sebastián.

Mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora