Capitulo 22:

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Estaba durmiendo plácidamente hasta que un ruido estruendoso se escuchó afuera de mi habitación, pegué un brinco al escucharlo, el ajetreo que se escuchaba afuera de la habitación era demasiado, así que salí de la habitación tallándome los ojos por el sueño, pero bastante enojado por haberme despertado.

Cuando salí, solo vi a mi tío corriendo de un lado a otro, deje de darle tanta importancia y me dirigí al baño para meterme a bañar para ir a la escuela, pues ya estaba despierto y no podría volver a dormir.

Tomé mis cosas y me encerré en el baño, me bañé lo más rápido que pude para no pelear con mi tío tan temprano, me agota.

Salí del baño y me dirigí a mi cuarto para cambiarme, cuando llegué ahí no encontré mi uniforme, pero después recordé que hace unos días lo había lavado.

Bajé a el patio donde estaba el tendedero con mi ropa y lo primero que vi fue a mi tío en la mesa de afuera tomando café.

Hice un movimiento de cabeza en señal de saludo y seguí mi camino, ya que, he sido algo grosero con el estos días, tal vez le he hecho los días demasiado pesados para nosotros, pero me da un poco de vergüenza disculparme por lo de ayer, por lo mismo que he estado siendo algo pesado con el.

Cuando giré la cabeza hacia el tendedero no vi ninguna ropa, voltee hacia donde mi tío y le pregunté.

—¿De casualidad no has visto mi ropa?—Tal vez el lo sabia y podría decirme.

—¿Por qué tendría que saber dónde están tus cosas?— soltó despectivo, dejando su taza de café en la mesa.

—Solo preguntaba—No me moleste, el tenía sus razones esta vez, ayer no fue el mejor día para ambos. Me iba a dar la vuelta pero el me llamó.

—Búscala bien— dijo con una sonrisa que no me daba mucha confianza, así que fui donde el tendedero y aún no veía nada, por pura casualidad divisé un charco de lodo, no le iba a tomar importancia hasta que me puse a pensar en que no ha llovido para que se haga un charco de lodo.

Me acerqué al charco y pude notar un pantalón gris del uniforme el cual obviamente era mío.

—¡FERNANDOOOO!—Grite con todas mis fuerzas.

El se aproximaba muy tranquilo, como si no hubiera hecho nada.

No puedo creer que he sentido culpa por haberlo tratado como lo traté.

—¿Que pasa querido sobrino?— Dice regalándome una sonrisa, lo cual me hizo enojar mas.

—¡No me vengas tan tranquilo diciendo "Qui pisi sibrini"! ¡Explica eso!— Dije señalando el charco de lodo con mi ropa.

—Un charco— Soltó tranquilo.

—¡Ya se que es un charco estupido! ¡Me podrías explicar qué hacen mis uniformes ahí! Tengo escuela hoy.

—Yo los puse ahí—No demostraba ni una pizca de arrepentimiento, lo cual me estaba sacando de mis casillas

—¡¿Y POR QUÉ?!—Grite, queriendo golpearlo lo mas fuerte que se pudiera, no tenia por que, no se que haré ahora.

—Tú ayer rompiste mi plato, entonces yo ensucié tu ropa—Esto era tan infantil, y esto anula todo sentimiento de culpa que pude haber sentido anteriormente.

—¡FERNANDO LOS UNIFORMES SON BLANCOS!—Solté aun incrédulo, viendo aquella ropa nadar en suciedad.

—Si ya se—Odiaba la tranquilidad con la que se toma el arruinar mis cosas y ni siquiera sentir arrepentimiento.

—¡¿Como los voy a lavar?!—Quería llorar de la rabia, tenia que llegar a clase pronto.

—Con mucho esfuerzo— dice con una sonrisa y cruzándose de brazos.

—Esto no se va a quedar así— Tome mis uniformes del charco y haciendo una pila de uniformes y lodo y los acomode para poderlos arrastrar hasta la lavadora, no quiero ensuciarme.

Encendí la lavadora y metí mis uniformes de uno en uno, cuando terminé agarré mi teléfono y le marqué a Dani.

El timbre sonó 3 veces y luego atendió.

—Que— Respondió el teléfono Dani, seco y somnoliento, pues el disfrutaba de levantarse tarde.

—Necesito un favor—Mi mandíbula estaba tan tensa por lo que pasó que me comenzaban a doler.

—Solo me llamas cuando necesitas algo—A Dani no parecía caerle de lo mejor mi llamada.

—Es importante— Necesitaba este favor, así que insistí al ser mi única opción.

—¿Que necesitas?— dijo ya convencido, suspirando de la resignación, y dando entrada a que yo dijera mi gran favor.

—Necesito que me prestes uniformes para hoy—Solté rápidamente, esperando a que no se arrepintiera.

—¿Solo eso? Pensé que querías que matara a alguien o así ¿Para qué necesitas uniformes?—La pregunta me hizo tensar de nuevo.

—En la escuela te cuento—Si lo tengo en frente, podría desarrollar una mejor conversación que gritarle al teléfono ahora.

—Bueno si eso es todo volveré a dormir. Adiós—Al Dani vivir mas cerca de la escuela, se lo tomaba con mas calma, y de forma impresionante, siempre llegaba temprano.

—Adiós—Con esto, Dani colgó el teléfono.

Mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora