Capitulo 66:

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Razita no me lo van a creer. ¡Nos hicieron un dibujo! Aaaaah. Al chile nunca nadie había hecho tanto por mi y pues estoy muy feliz con la creación. El dibujo fue hecho por alexandra180503 todos los créditos para ella:

Neta muchas gracias por tomarte el tiempo de hacerlo wei, ni aunque me gustara tanto una historia yo hubiera hecho lo mismo ❤️

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Neta muchas gracias por tomarte el tiempo de hacerlo wei, ni aunque me gustara tanto una historia yo hubiera hecho lo mismo ❤️

Ahora si, los dejo con el cap:

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La señora Linda tenía a su hijo y a su nieto sentados en la mesa. Enojada le quedaba chico a la señora linda, estaba más que furiosa.

Sebastián estaba muerto de la vergüenza, su carita estaba totalmente roja, quería que la tierra se lo tragara, o tal vez emborrachar a su abuela y decirle al día siguiente que estaba alucinando y que solo fue un sueño loco de ella, ni siquiera tenía el valor de mirar a su abuela a los ojos.

Por otro lado a Fernando le importaba poco que los acababan de descubrir y apreciaba complacido a su lindo sobrino, le sonreía tontamente y se reía de lo lindo e inocente que se veía avergonzado y recordaba la escena de antes, recordaba sus gemidos y su linda carita echando humo por el placer. A Fernando no le importaría hacerlo suyo ahora mismo, aunque frente a él esté su madre.

La señora linda al ver que su hijo no le prestaba atención le aventó lo primero que alcanzó su mano, que por suerte era solo un mantel que estaba sobre la mesa.

—Fernando—Llamó su atención la señora linda, pero Fernando hacía caso omiso, aun y cuando le acababan de aventar un mantel el seguía absorto en la belleza de Sebastián—¡FERNANDO!—Sebastian volteó a verlo y le dio un codazo para que le respondiera. Esté entrando en razón ha hecho lo sugerido.

—Que pasó—Respondió tranquilo, así como siempre lo hace, así como si no lo hubieran descubierto en pleno acto con su sobrino.

La señora linda no podía con su furia, pero a pesar de eso, ha tomado aire y ha intentado relajarse.

—Quiero que te vayas de esta casa—Dijo la señora linda lo más relajada que pudo, pero en su tono se notaba ira y rabia hacía Fernando.

Sebastián abrió grande los ojos por la sorpresa, Fernando seguía tranquilo, sabía que eso pasaría, por lo cual las palabras de su madre no lo sorprenden.

—Abuelita por favor no—Sebastián se ha levantado de su silla y ha intentado colgarse de la pierna de su abuela, pero esta no solo se negó dándole una mirada de asco y repulsión, sino que también cuando Sebastián se acercó, su abuela le dio una fuerte bofetada que había sonado por toda la habitación.

Fernando rápidamente se ha levantado y ha ayudado a su querido sobrino a levantarse, y este aguantaba las lágrimas para que no notaran que en verdad le dolía el desprecio de su abuela, de por si Sebastián se sentía culpable, ahora se siente como lo peor de lo peor.

—Tu ni te me acerques—Dijo la señora linda en un mal tono y mirando mal a Sebastián—Homosexual asqueroso, tú también te largarás de mi casa.

A Fernando se le iluminaron los ojos con el tan solo pensar que los estaban corriendo juntos, ahora si podrían vivir juntos como se lo propuso hace un mes.

—Ni lo pienses pervertido asqueroso—La señora linda esta vez se refería a Fernando, la señora linda pudo ver sus deseos a través de sus ojos—A ver a qué internado te mando, pero con ese pervertido—La señora linda señaló a Fernando—No te voy a dejar ir ni a la esquina.

A Fernando, importándole poco los insultos y amenazas de su madre, ha limpiado las lágrimas de Sebastián y ha besado su frente. Fernando no cree en las amenazas de su madre, sabe que no podrá hacer nada al respecto, y sabe que no podrá hacerlo porque por lo menos, ama a Sebastián.

—¡No lo toques!—La señora linda ha jalado a Sebastián de su lado, arrancándolo de los brazos de Fernando—¡No harán esto frente a mí! No si estoy para impedirlo—Fernando sonrío ladino.

—¿Y sin ti si podemos?—Desafío Fernando, ganándose un fuerte golpe de parte de su madre.

—¡NO! ¡Y tú...!—Se dirigió a Sebastián—¡Estoy muy decepcionada de ti! Si hubiera sabido que tú y mi hijo harían esto, nunca te hubiera traído a esta casa—Fernando arrugó la nariz y Sebastián intentaba guardar la calma y dejar de llorar, pero simplemente no podía. Su ídola y para el un modelo a seguir, le estaba diciendo que se arrepentía de haberlo adoptado. Esto, por menos que quisiera, le dolía a Sebastián, lo hacía sentir como si tuviera toda la razón, al final, él siempre fue el que no los dejó vivir en paz.

Fernando le quitó de las manos a Sebastián a la señora linda. Fernando sabía que a Sebastián si le afectaba la opinión de su abuela, y que ella le esté diciendo esas cosas de seguro lo destruye.

—No tienes que preocuparte más—Dijo Fernando tomando en brazos a Sebastián—Nosotros nos iremos ahora mismo de esta casa.

Fernando se ha llevado a Sebastián en brazos hasta la planta alta y cuando Fernando subió el último escalón, este lo bajó.

—Ve a hacer tu maleta, nos iremos ahora mismo—Fernando sin esperar respuesta ha ido a su habitación y empacó lo más importante, lo cual eran más cosas del trabajo que de él.

Por otro lado Sebastián estaba indeciso, no se quería ir, pero ya había escuchado a su abuela, era mejor que se fuera, para ya no estorbarle más a ella. Igual, aunque a Sebastián le doliera, su abuela ya no lo quería, y lo mejor y lo único que podía hacer por ella es dejarla vivir en paz.

—¿Ya estas listo?—Fernando había entrado a la habitación sin anunciarse previamente.

Sebastián rápidamente se secó sus lágrimas y asintió con la cabeza. La verdad no estaba listo para dejar a su abuela pero ¿Que más podría hacer?

—Hey...—Fernando pasó su mano por la cara de Sebastián—No llores ¿Si? Tú no hiciste nada malo—Sebastián asintió, aunque en verdad el sintiera que lo hizo todo mal, que por su culpa su tío cargaba con sus consecuencias.

Fernando ayudó a Sebastián a terminar de empacar todo y le ayudó a llevar una de sus mochilas, una era de ropa y otra era de la escuela.

Fernando decidido ha bajado y ha guardado todas las maletas en el auto, su madre solo lo miraba cruzada de brazos. Sebastián ayudaba y seguía a Fernando, evitaba la mirada de su abuela que sabía que era de desprecio.

Cuando ya estuvo todo en el auto, Fernando subió a Sebastián en el, y seguido él. Sebastián no quería irse, pero el ver a su abuela cruzada de brazos en la puerta esperando a que se fueran no le daba la voluntad de contradecir a su tío. Parecía que irse era lo único que se podía hacer.

Mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora