Capitulo 90:

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Linda había encerrado a Sebastián en su habitación. El estaba tan frustrado, por fin Sebastián lo había entendido todo, linda había mentido, todo lo que ella había hecho no era simplemente por su bien, era más que todo porque no soportaba que Sebastián fuera gay.

Sebastián lloraba en silencio, Sebastián se había equivocado, todo lo había hecho mal.

Sebastián tomó su teléfono, no estaba seguro de que iba a hacer, pero por alguna razón, Sebastián quería hacerlo, quería llamar a Fernando, quería decirle que lo sentía, y que lo quería, pero después de lo que hizo Sebastián, el no cree que Fernando simplemente vuelva con los brazos abiertos, además, ahora está en otro país, Sebastián siente que no vale tanto la pena como para que alguien quiera viajar tan lejos por el.

Igualmente, Sebastián tecleó el ya memorizado número de Fernando en su celular y marco a este.

Por otro lado, y muy lejos de ahí, se encontraba Fernando, el cual había quedado devastado por haber perdido a Sebastián. La culpa no lo dejaba dormir, todo había sido culpa de Fernando, si el no hubiese perdido los estribos, nada de esto estuviese pasando.

Fernando había vuelto a lo mismo, de trabajo a casa y de casa al trabajo, ya no era una persona que agradara a la gente por su pésimo humor, el siempre estaba enojado, pero más que todo, triste. De nuevo había perdido lo que el quería teniéndolo entre sus manos.

Fernando se sentó en la orilla de su cama y se quedó mirando a la nada, el estaba preparándose para dormir, aunque no tenía muchas ganas de hacerlo, ya que los sueños y pensamientos de Fernando siempre toman rumbo hacia Sebastián, lo cual lo hace un viejo deprimente, al cual lo había destrozado un niño de 13 años.

Fernando se dejó caer en su cama, y dispuesto a dormir, se ha acomodado en esta, ha cerrado los ojos, y cuando estaba a punto de dormirse, su teléfono había sonado.

Molesto, Fernando ha colgado al que sea que fuera que estaba llamándolo a esas horas de la noche, y de nuevo dispuesto a dormir, ha cerrado los ojos, pero de nuevo se vio interrumpido por el molesto teléfono que no paraba de sonar.

Igualmente, Fernando ha vuelto a colgar la llamada, no estaba dispuesto a estar pegado en su teléfono a altas horas de la noche, pero, a Fernando le ha pasado una idea entre su molestia hacia esa persona, ¿Y si es importante? Se planteó Fernando, es decir, ¿Por que alguien te llamaría tan insistentemente a tal altas horas de la noche? La única razón que le pasa a Fernando por la cabeza es accidente o muerte. O tal vez simplemente un idiota haciéndose el chistocito a las 4 de la mañana.

El teléfono volvió a sonar, esta vez, Fernando tomó su teléfono, viendo que el número que le marcaba era uno desconocido, y que no coincidía con el número de código del país. Igualmente, Fernando respondió la llamada, quedándose en silencio en cuando la respondió.

—Hola...—Se escuchó del otro lado de la línea, Fernando había quedado sorprendido, podía estarse equivocando, pero para el, esa fue la inconfundible voz de Sebastián.

Para estar seguro, Fernando decidió preguntar.

—¿Sebastián?—Preguntó, pero de el otro lado de la linea no se oía respuesta.

La línea estaba en silencio, Fernando, aunque no hubiese recibido respuesta, estaba seguro que la persona de el otro lado de la línea era Sebastián.

En el teléfono se comenzaron a escuchar sollozos, Fernando estaba sorprendido, la persona del otro lado del teléfono había comenzado a llorar.

—Lo siento...—Se escucho de la otra línea—Perdóname por favor—Se escuchaba como la persona de el otro lado de la línea sorbía su nariz—Todo fue mi culpa... hubiese confiado más en ti, pero tenía miedo—Se escucho otro sorbido—Lo entendí todo mal, ojalá que puedas perdonarme algún día—Se escucho como la persona de el otro lado de la línea tomaba aire, intentando tranquilizarse—Te quiero mucho, aunque tú tal vez ya no lo hagas, tal vez ya tienes una novia y así, pero yo aún te quiero—Antes de que Fernando pudiese contestar, la llamada había sido finalizada, Sebastián había colgado la llamada, dejando a Fernando confundido.

Mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora