Capitulo 8

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Vanessa

Para Vanessa lo más importante del palacio de Buckingham y no lo tiene que pensar tanto, es la comida. Claro que esta consciente que en sus próximas vacaciones a una playa perdida junto a su novio, su bikini no le quedará nada bien por culpa de las tartas de queso que dejan en su mesa cada mañana, una tarta diferente en su escritorio todos los días.

Y no es lo suficientemente fuerte para rechazarlas.

No sabe si es por la amabilidad porque conoce a cada uno de los sirvientes o sea el mismo príncipe el que las envía, posiblemente sea él, ya que es la única persona que sabe que las ama con locura. Miró la tarta de queso junto a mesa con la boca hecha agua, pero no quiere comerla si Alexander fue quien la envió. Si tan solo su amiga supiera lo feliz que está, Barbara es una maldita bruja con la boca llena de razón, jamás en estos días a visto o escuchado del príncipe, pero sabe que esta ahí acechandola.

Si esta consultando a la reina o si se actualiza con los chismes del palacio, lo puede ver rondando por los pasillos del palacio seguido de sus asesore pero jamás la voltea a ver, no de reojo, absolutamente como su fueran un par desconocidos, pero si esta atendiendo a la reina el principe está ahí mirándola de esa manera que en ocasiones la hace sentir incómoda como si quisiera decirle.

Vanessa se puso en pie dispuesta a salir de una maldita vez del palacio y por fin comer alguna grasosa hamburguesa de la calle, oh si, será su noche perfecta. Algunas películas de Netflix y quizá una llamada con su novio y su noche será perfecta.

Le gusta ser la doctora de la reina. Tiene el suficiente poderío para mandar sobre su salud y sobre todos esos viejos médicos. Pero no todo es bueno en esta ciudad de reyes, su nombre de nuevo es reconocido en Londres y quizá no le guste tanto las comparaciones que hacen de ella con la nueva prometida del principe.

Vanessa ya no es nada para el principe, no puede entender porque la gente de Londres quiere la típica historia cliché de siempre.

Sus pasos se hicieron casa vez más lentos hasta que sin querer, casi como una cosa del destino su vista se dirigió a la sala donde esta el costoso vestido de novia. Las puertas están abiertas y la doctora tiene una curiosidad muy grande, con sumo cuidado miró a ambos lados para percatarse de algún guardia, pero no hay absolutamente nadie.

Es el vestido soñado por toda mujer.

La tela es blanca como la nieve y suave como la seda, se acopla al cuerpo como una segunda piel. Pasa sus manos delicadamente por el vestido de novia de la prometida de Alexander. Ella se verá bellísima ese día y al pensarlo no puede evitar sentir celos.

Si, porque hace tres años pensó que sería la reina de Inglaterra, porque le hicieron creer que tendría una vida perfecta, le pidió matrimonio y la ilusionó para nada. Sus ojos se llenan de lágrimas y no puede controlar sus impulsos más básicos, como soltar un par de lágrimas, porque también se ilusionó con vestir de blanco, se limpió las lagrimas para no seguir pensando en tonterías.

— ¿Esta bien, señorita? — le pregunta una señora de limpieza, tiene su uniforme negro y su rostro es preocupado.

Que vergüenza

Si, solo es un poco de picante que me entró en el ojo, no se preocupe —

Con un poco de pena se fue sin pensar más en bodas frustradas. Si fuera una ex rencorosa hubiera desecho el vestido en mil pedazos, pero esa pobre chica no tiene culpa de nada.

El olor de la biblioteca es a viejo, el olor de los libros la hace sentir cómoda y cuando entra las luces se encienden para ver todo el camino de estantes llenos de libros. Es demasiado grande para conocerla en una sola noche, incluso puede ser... un poco solitaria. Los estantes forman pequeños pasillos oscuros al igual que una historia de terror, se puso de puntillas para alcanzar el libro que necesita, cuando lo tomólo sostuvo contra su pecho y se giró para mirar hacia atrás.

Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora