Bella, la bebé más consentida

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Vanessa

— ¿Debe ser difícil mantener a tantos niños, no creés? — Le preguntó su amiga Barbara en cuánto entraron al cine — Si yo me estoy volviendo loca con mi única hija, no me quiero imaginar como le haces para mantener a seis niños y un embarazo —

Vanessa soltó una fuerte carcajada que llamó la atención de las personas en el cine, quizá fue su risa o él hecho de que sus guardias también verán la película infantil con ellos, porqué a partir de lo ocurrido con el hospital, Alexander no la deja ni salir a un bar sin guardias, menos ahora que viene con todos los niños, a extremado en su totalidad la seguridad, más con esos pequeños demonios que pegan su rostro a la maquina de palomitas sorprendidos de ver como explota él maíz.

Está segura qué desde que llegó al cine su presencia es un tanto incómoda, aparte de las miradas chismosas para conocer a los herederos, también es la cantidad de dulces que está comprando, porqué sus hijos comen mucho o puede ser porqué ningún ingles en esté cine esta acostumbrado a ver a esos guardias vestidos de negro y menos están acostumbrados a las locuras de la reina, porqué eso son, locuras de una reina americana que ama el cine y qué para calmar el llanto de seis niños les prometido llevarlos al estreno de una película infantil, de niños, no cómo las locuras que les pone Alexander.

Ese guapo rey quería venir con ellos, odia el cine, de eso está claro, pero lo soporta sólo por estar con los niños y lo vio en su mirada, ocultó detrás de esos ojos azules, las ganas de safarze de los asesores e ir con ellos, pero sólo los vio partir desde su oficina porqué sus asesores quería al rey y está tarde Alexander no podía ser un papá.

Hay tantos niños en el cine que por un momento se arrepintió de haber venido, simplemente pudo haberles puesto la película en el cine de Buckingham, pero sus hijos tienen que conocer el mundo, por eso Vanessa tiene que estar caminando de un lado a otro buscando esas cabecitas rubias qué se mueren por comprar más dulces.

—En realidad no lo se Barbara, supongo que es él beneficio de ser la reina — Vanessa suspiró cuándo encontró a sus hijos y se puso al lado de su amiga — Yo no gastó ni una sola libra en ellos, claro que si les compró cosas y juguetes, pero Alexander se hace cargo de todo, él paga cualquier cosa que los niños y yo necesitemos, le he dicho que yo puedo ayudarle, pero no quiere, si les compró un juguete a los niños, él va y les compra tres más —

Cuándo le entregaron las cosas que sus hijos pidieron, llenó de dulces y palomitas los brazos de los guardias, cómo árboles de navidad, pobres hombres, quizá están acostumbrados a cosas más peligrosas, pero si alguno de los niños llora o se pierde, entonces se morirán ante la furia del rey.

Vanessa sonrió ampliamente ante los privilegios de ser parte de la realeza, no sólo la atendieron demasiado rápido, sino que ella y sus hijos tuvieron una sala de cine para ellos solos. Primero sentó a los trillizos con sus respectivas palomitas y su soda, después tomó asiento con sus gemelas en los brazos mientras extraña con muchísimas ganas a Bella, pero tuvo que quedarse con su papá o él frío clima de Londres podría enfermarla.

— No te enojes amiga, pero me da risa recordar al rey, ya sabes, al rey del pasado, la primera vez que lo vi en él hospital supe que era él hombre más déspota que jamás había conocido y qué odiaba a los niños — Dijo Barbara llena de risa con su hija a su lado —Y míralo ahora, se nota que adora a los niños ¡¿Cuánto dinero gastó en esa fiesta?! —

— Supongo que mucho, le dije a Alexander que fuera una fiesta pequeña — Vanessa quería tomar de su soda, pero las gemelas se la arrebataron de las manos para llenar sus mejillas de soda —Pero todo se salió de control y hubo demasiados invitados 

Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora