Vanessa
Vanessa tenía tiempo que no dormia de forma tan placentera. Después de perder a su bebé, las noches se hicieron largas y solo vagaba por los pasillos del palacio sin nada que hacer. Se supone que el plan de Alexander era conocer todo el lugar y sus a acantilados, porque sí, él está obsesionado con levantarse demasiado temprano. Siempre que Vanessa apenas está en ese estado de aturdimiento en el que no sabe porque existe en este planeta, donde mira a la nada y come lentamente cereal con su pijama de Star Wars y su cabello rubio revuelto, Alexander camina de un lado a otro del palacio con su perfecto traje, su cabello peinado y dejando su rico perfume que hace suspirar a las sirvientas.
Por eso hoy decidió quedarse hasta tarde en la cama, incluso se puso la camisa de Alexander y durmió con unas pantaletas de encaje, todo para hacer que su querido rey se quedará hasta tarde con ella en la cama, pero no, porque hace demasiado frío y no hay un pecho en el que pueda refugiarse. Se revolvió entre las sabanas casada de la noche anterior, no por tener sexo, sino porque Alexander pensó que era divertido buscar madera para la chimenea por todo el bosque.
— Alexander — lo llamo con voz pausada y muerta de sueño, pero no hubo contestación y cuando tomo asiento con los ojos cerrados a punto de buscarlo para tomarlo de la camisa y acostarlo en la cama, olio algo extraño y abrió los ojos de repente — ¡Se esta quemando algo en la cocina! —
Vanessa corrió y quitó la leche caliente del fuego, ni que hablar de los biberones porque el plástico derretido prendió fuego y solo pudo apagarlo cuando hecho el agua del ramo de flores que un asesor dejó para ella. Si de por sí el aspecto de la cabaña no era muy agradable, ahora con la cocina llena de humo, parece la casa de una bruja, así que tomó en brazos a sus gemelas y salió corriendo de ahí.
— Mira aquí están — Alexander se acercó a ellas con una caja roja en las manos — Estaba a punto de regresar. Pensaba cuidar a las gemelas —
— ¡Alexander! — grito furiosa Vanessa, afuera hace frío y apenas lleva puesta la camisa de Alexander, no tiene zapatos y las gemelas balbucean — ¡¿Querías matarnos?! Porque déjame decirte que eso no es romántico. No sé que idea tienes del romance, pero quemar una cabaña no es bonito. ¡Dejaste los biberones en el fuego! —
Alexander soltó una carcajada, miró la cabaña y después a Vanessa con las gemelas en brazos, y no pudo contener la risa. De seguro se burla de su cabello despeinado, de la camisa entreabierta o porque ese par de guardias que siempre lo sigue la están viendo con sus sexys pantaletas.
— ¿Ahora si te vas a levantar temprano? — Alexander pasó su brazo por sus hombros y la acerco para evitar que los guardias la sigan viendo. No es muy agradable ver a la reina en pantaletas — Vane, solo salí unos minutos para hacer algunas llamadas y hablar con los asesores —
— ¡¿Minutos?! ¡Diablos Alexander casi nos matas! Este es un horrible San Valentín —
Alexander la tomó de la barbilla y la beso sin importarle que esté furiosa, incluso se tomó el atrevimiento de morder su labio inferior y darle un golpe en el trasero y cuando dejó de besarla, acomodo el gorro de conejito de las gemelas.
— Vamos, no puede ser tan malo. Además la cabaña no está tan mal, quizá tiene un poco de humo, pero no está tan mal ¿no crees? Y todavía pensaba cocinarte, tu no aprecias mi romanticismo —
— ¿Acepto tu romanticismo sino entras a la cocina? Mejor compramos comida,no me das confianza para cocinar, podrías intoxicarme — Vanessa sonrió de lado — Supongo que ambos tenemos diferentes definiciones de romanticismo, pero estoy segura que no voy a quedarme en esa cabaña. Mis bebes y yo nos iremos al ese castillo terrorífico que está aquí al lado —
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Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]
DragosteHan pasado 3 años desde la última vez que el príncipe Alexander sintió su corazón latir por una mujer, es tan mujeriego que todas las mujeres de Inglaterra quieren tenerlo. Ahora está a unos meses de casarse, pero cuando la corona de Inglaterra cayó...