Capitulo 50

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Alexander

— ¡Amiga por dios no sigas llorando! Te prometo que tus bebés llegarán en un momento. Solo descansa —

Eso fue lo último que le dijo su amiga antes de quedarse dormida junto a ella en la cama de su habitación. Quizo creer cada una de sus palabras pero mientras pasa el tiempo y sus bebés no están todo es un jodido martirio. Sin embargo, desde que se los llevaron a Buckingham estas horas son las peores que a pasado. En toda la noche Vanessa no pudo cerrar los ojos esperando a ver el auto de los asesores llegar a Kensington, pero nada, le quitaron a sus bebés sin decirle ni una maldita palabra. Creyó que ya no los volvería a ver y su corazón se rompió por completo.

Sin embargo, sus bebés regresaron por la mañana. Por fin pudo respirar cuando escuchó al auto de los asesores desde su habitación. No se asomó por la ventana, no quiere ver a esos asesores de mierda. Solo sigue acostada mirando el techo. Su amiga removió las cortinas de la ventana. Vanessa soltó un par de lagrimas pero las limpió con sus manos.

— Lo haré Barbara, me iré —  dijo decidida. No volverá a quedarse con los brazos a esperar a que un día ya no regresen más.

Se puso en pie de la cama y corrió escaleras abajo, esquivando a los sirvientes que llevan comida en las manos. Ya conoce tan bien el palacio que sabe que escondites la llevan más rápido hasta la entrada. Su corazón está emocionado de volver a verlos. Y cuando llega a la entrada, los vio en brazos de Benjamin. Su corazón volvió a funcionar al ver a los tres, con sus mejillas rosas y regordetas, tan pequeños e indefensos buscando a su mamá

— ¡Gracias Benjamin! —  dijo antes de tomarlos de sus brazos. Los extrañaba tanto.

Los abrazó y acarició sus mejillas. No dejó de verlos ni por un segundo. Esas tres personitas, son suyas, hasta sus pestañas, ella las hizo, le dolió tenerlos, y alejarlos, la volvería loca. Pasó la punta de su nariz por su ropa, pero ninguno de los tres huele a bebé, sino al perfume de Alexander.

—  El rey le pide una disculpa por no traerlos a tiempo — el semblante de Benjamin es más agradable — Ningún asesor vendrá más por sus bebés —

Claro, ya nadie vendrá, porque se irá.

Subió a su habitación rápidamente. Todos están pendientes de lo que hace en el palacio, pero nadie debe darse cuenta de que está a punto de irse.  Después de darle un par de besos a sus bebés, los dejo en la cama con cierto temor a que alguien se entere que dejará al rey.  Sus planes no pueden arruinarse. No volverá a pasar una noche en vela, ni lejos de sus hijos. Su madre entró apresurada y cerró la puerta detrás de ella para evitar que alguien escuche. La tomo del brazo tratando de detenerla.

— ¡¿Que está haciendo?! —

—  ¡Me voy a ir, Mamá!  — entró a su vestidor y cambio su ropa, dejando su pijama tirada por el suelo. — Ya no quiero estar aquí. Ya no quiero ser reina, no quiero ser nada —

Tomó un par de maletas pero las dejo de lado, no puede llamar demasiado la atención. Dejó su bolso en la cama, escogió solo la ropa adecuada para irse. No podrá llevarse toda o todos se darán cuanta. Ella tiene dinero para comprar lo que sea. Guardo un par de boletos de avión y papeles en una bolsita de bebé.

—  ¿A dónde piensas ir? —  Su madre consoló a uno de sus nietos que llora por atención — ¡¿Vas a dejarlo?! Tienes que pensarlo muy bien —

—No lo se, mamá, me iré a donde sea. A Boston, a China o África, a cualquier país donde Alexander no sea el rey — contestó segura de irse del palacio.

Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora