Capitulo 49

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Vanessa

El hospital está igual a como lo recordaba. A Vanessa le gusta más mandar sobre los otros médicos, a ser paciente y estar comiendo la asquerosa comida. Sonrió tremendamente feliz de ser ella misma de nuevo. Incluso extrañaba los llantos de sus pacientes.

El cochecito de bebés ocupa más espacio de los que creía, pero era necesario que ellos vinieran. Los adora tanto que pensar en dejarlos con otra mujer que no sea ella, la enferma, imaginarlos acurrucados en otro pecho y perderse de sus muecas graciosas al bostezar. No, no hará eso. Por eso la mejor solución para estar todo el tiempo con ellos es traerlos al trabajo. Lo mejor es que se acostumbren a los hospital, porque su mamá pasará mucho tiempo en ellos.

Sus hijos hacen esos pequeños gestos que logran que su corazón se vuelque de amor. A veces sonríen dormidos, pero cuando abren sus ojos no cabe duda que son los más hermosos. De nuevo comenzó a caminar y empujó el cochecito de bebés dentro del hospital.

— ¡¿Que haces aquí?! — dijo su amiga al verla llegar a la recepción— Acabas de tener a tus hijos hace dos semanas. Aún no puedes trabajar. Es tú cuarentena —

— No podía seguir en Kensington. Estar sin hacer nada, me hace sentir enferma. Extraño el hospital — dijo bajando sus hombros.

Barbara se inclinó sobre el cochecito y acarició a sus bebés como siempre hace cuando la visita en el palacio. También las enfermeras se esmeran por ser chistosas frente a sus bebés, pero ellos duermen como si no hubiera un mañana o como su mamá, la cual puede dormir un día entero.

— Son preciosos. ¡Por dios! Vete ya a la cirugía. Haré que tus internos cuiden a tus bebés. —

Vanessa se inclinó sobre sus bebés y beso a cada uno en la mejilla, respiro su suave perfume y los abrazo pegandolos a su rostro. Son sus algodones, sus bombones, son sus tres duendes, sus pequeños rockeros y pequeños cirujanos. Son todo para ella.

— Les prometo que regresaré en un par de horas. Mamá no los dejará solos, pero tiene que ir a salvar la vida de alguien más —

Le gusta estar en el palacio, le gusta ver que su familia está feliz en ese viejo lugar. Pero se sigue sintiendo como una extraña cada vez que los asesores posan su mirada en ella, esta segura que ellos creen que es un bicho raro americano que dañará a sus propios bebés con ideas diferentes a la Corona.

En esta sala de cirugías la alaban, la hacen sentir que es alguien en el mundo. Siente que sus esfuerzos para operar valen la pena, pero en el palacio... cualquier cosa que hace es mal visto. Estrañaba sentirse útil y no pasar todo su día descubriendo nuevos rincones en el palacio. El sonido del corazón del paciente, la sangre, el bisturí, todo es una parte de su alma. Alejarla de aquello sería como matarla.

Cambió su ropa ensangrentada de la cirugía y se puso algo mejor. Un par de Jeans ajustados y una chamarra juvenil.  Así que al verla nadie podría pensar que es la esposa del rey. Colgó su maletín sobre su hombro y salió por la recepción buscando a sus bebés. Casi se sale su alma de su cuerpo al ver al asesor de la Corona discutiendo con Barbara en la recepción.

— ¡No. Le dije que no puede llevárselos así! — grito su amiga molesta, se aferra al cochecito mientras el asesor pelea con ella. Respiró profundamente. Aquel hombre estaba a punto de llevarse a sus bebés sin decirle nada, sino fuera porque todas las tardes se van, se habría asustado terriblemente.

— Esta bien Barbara. El tiene que llevárselos — Vanessa trata de disimular su nerviosismo cuando le entrega la pañalera al asesor. Sus bebés están despiertos y quizá sea su imaginación, pero tienen esa mirada de miedo en sus ojos. Los cubrió mejor con su manta y arregló los gorros de los tres. Nadie en Buckingham los cuidará tan bien como su mamá. Su corazón se rompe cada vez que ello se van — ¿Regresaran temprano? —

Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora