Alexander
Alexander estacionó su auto afuera del palacio de Kensington. No debería estar aquí, no molestándola. No es que quiera ponerla mas nerviosa... pero necesita preguntarle algo y verla, si, necesita mirarla antes de la boda.
Entró a la sala principal del palacio, buscándola por todas partes, pero hay tantas mujeres que es bastante complicado. No tiene tiempo para buscar a Vanessa hasta por los jardines, ya sufrió un fuerte regaño de parte de su abuela por tener que venir a verla, quizá son las ansias por preguntarle o son las terribles ganas de besarla.
Esta perdiendo la cordura desde aquella noche cuando ella durmió en su habitación. Se muere por dentro solo de imaginarla lejos de él, por eso, esta semana fue una terrible locura. Parecía un loco pidiéndole fotos de los bebés cada cinco minutos con el pretexto de verla a ella.
Falta poco tiempo para verla en el altar, pero esta tan desesperado que ni siquiera se abrocho el saco, ese de color negro que utilizan los reyes en sus bodas, con insignias por todos lados y tela decorada en oro. Todos creyeron que era una tontería venir a verla, que lo obligaron a tener sus guardias esperando en la entrada del palacio.
Como si fuera a robarse a la novia.
Subió las escaleras de dos en dos para llegar mas rápido hasta su habitación
Tiene una sonrisa en el rostro mientras esquiba a los sirvientes y se pasa las manos por el cabello. Esa maldita puerta de madera es lo único que lo aleja de ella y tenerla vestida de novia. No puede ni imaginar los celos que siente de imaginarse que otros hombres la verán de esta manera.- ¡No abra la puerta Majestad! - una mano se detuvo en el picaporte de la puerta, impidiendo que pueda abrirla, por un momento se molestó y estuvo a punto de gritarle que se alejara pero al ver el rostro de la abuela de Vanessa, se contuvo - No puede ver a mi nieta. No todavía -
Sin duda esa mujer le esta mintiendo, lo sabe, sus ojos están nerviosos y se aferra a la puerta como si su vida dependiera de ello. Es experto en las mentiras. Puede darse que hay algo completamente extraño.
¿Ahora que fue lo que hizo Vanessa?
- No tardare ni un segundo. Necesitó hablar con Vanessa -
- ¡No! Lo siento Majestad pero no puede ver a la novia antes de la boda. Es de mala suerte. Tiene que esperarse hasta el altar -
Estuvo a punto de decirle que él es Rey de Inglaterra y que si quiere con una sola mirada puede hacer que todas las puertas del palacio sean abiertas. No le importa verla antes de la boda, no le importa un condenado vestido o el anillo que llevará en su mano, solo quiere verla. Está decidido a quitarla de la puerta y entrar en la habitación sin su concentimeinto, quizá hasta podría hacerla suya a Vanessa antes de la boda, le gustaría adelantar la noche de bodas... pero ver a sus bebés lo detuvo por completo.
- No se preocupe Alteza, mi nieta llegará a la boda - la señora le dio el cochecito de bebés. No verlos durante una semana hace que los extrañe terriblemente. Jamas llegó a creer que podría querer tanto a alguien a un cuando sus nombres sean tan extraños. Aún le cuesta acostumbrarse a los bebes, pero al parecer ellos lo reconocen solo con oír su voz, porque esta seguro que sus pequeños brazos se elevaron al verlo. Hasta lo hicieron colgarse la enorme pañalera al hombro, como si el no fuera el rey - Llévese a sus hijos y yo me encargaré de llevarle a mi nieta al altar. Se lo prometo -
No tuvo mas remedio que colocar tres asientos para bebés en su auto deportivo y pedirle a sus guardias que se llevarán la pañala, como si fuera un niñero. No tuvo más remedio que regresar a Buckingham con sus hijos y prepararse para su boda.
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Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]
RomanceHan pasado 3 años desde la última vez que el príncipe Alexander sintió su corazón latir por una mujer, es tan mujeriego que todas las mujeres de Inglaterra quieren tenerlo. Ahora está a unos meses de casarse, pero cuando la corona de Inglaterra cayó...