Vanessa
— Mi nieto es muy atractivo, mira como tiene a todas esas jóvenes detrás de él para verlo sin camisa — la abuela reina soltó una carcajada y la miro de soslayo — No debes ponerte celosa si el rey tiene otras mujeres, es común que sus hijos bastardos vivan en Buckingham
Vanessa miró furiosa a la reina madre porque al parecer para todos es normal que Alexander vuelva a ser un mujeriego, pero esa anciana se está burlando de ella. Se muere de ganas de tirarla de su silla y borrarle esa vieja sonrisa del rostro. Solo suspiro y decidió no prestarle atención, quizá solo es una anciana envidiosa porque ahora ella es la reina.
Además el para Vanessa nunca han sido buenos los embarazos, se esta muriendo de las náuseas, pero son tan lindos los bebes que por un momento se le olvida todo el sufrimiento de los nueve meses. Bajó su mirada y miró su vientre de cuatro meses apenas perceptible, es tan pequeño que apenas se nota debajo de su ridiculo vestido especial para el juego de polo.
Esta tan aburrida que le gustaría estar en el hospital en emergencia con algún paciente al bordo de la muerte, pero aquel cónico hombre atractivo que la mira desde el campo de juego con esa mirada de deseo y perversión, se hizo pasar por uno de sus pacientes y le pidió que viniera a verlo jugar.
Así que tiene que ver a su pervertido favorita desde lo alto, sentada en medio de sus guardias y de todas esas viejas señoras de la realeza. Se ve tan guapo, que ese calor en su entrepierna es culpa de las hormonas del embarazo la hizo sonrojarse muerta de vergüenza, porque seria horrible que todos descubrieran que la reina esta pensando en sexo.
Lo miró quitarse la camisa después de ganar, esta lleno de lodo, sudoroso y con el cabello rubio revuelto, pero su trasero se tan tan lindo en esos pantalones blancos que Vanessa tuvo que pasar saliva muerta de deseo. Alexander se giró para verla y sonrió ampliamente haciendo flexionar sus músculos al tratar de subir hasta con ella, pero esas jóvenes no lo dejan caminar, es como un dios griego rodeado de gárgolas horribles.
El sonido de las carcajadas de sus hijos la distrajo por completo, brincan en sus lugares contentos y las gemelas están en su cochecito, son tan pequeñas que apenas balbucean y juegan con cosas brillantes de bebés.
Los observó detalladamente con una sonrisa de lado, sus risas son graciosas, sus palabras mal dichas y sus gestos de niños pequeños, hacen que su corazón se infle de amor. Son tan diferentes a ella que a veces siente que no son sus hijos. Son tan blancos, con su cabello rubios y su porta aristocráticos, parecidos a Alexander, son perfectos ingleses, pero esos grandes ojos y esas largas y perfectas pestañas delatan su sangre latina.
Sus hijos apenas saben hablar español, pero Inglaterra y México no son la misma cosa, es tan diferente que sus hijos jamás tendrán una infancia parecida a la suya. Jamas sentiran la piel quemada porque en Inglaterra no hay mucho sol, no tendrán que ver a su papá cada sábado porque Alexander es un excelente padre, sus pequeños rubios nunca sufriran caidas escandalosas de bicicletas por calles llenas de piedras porque los principes no hacen eso, no tendran que cargar grandes mochilas para ir a la escuela porque para eso tienen nanas, no tendrán que contar las monedas para comprar un dulce, ni tendran que ver a su madre sin dinero, pero tampoco tendrán esa felicidad de encontrarse 10 pesos e imaginar que pueden comprar el mundo porque Alexander tiene demasido dinero, no tendran que cargar grandes bolzas con frutas ni trabajar bajo el sol, menos tomar cafe de olla, no se dormirán en misa cada domingo, no tendrán que despertarse temprano para tomar el bus porque con un chasquear de dedos tienen a sus choferes, no sabran lo que es el olor de la comida, ni el miedo de quebrar la ventana de la vecina, ni las canciones de Selena Quintanilla mientras hacen quehacer, ni que su abuela los oblique a rezar o ayudarla a regar sus cientos de flores, mucho menos sabran bailar musica latina.
Porque son los perfectos príncipes de Inglaterra.
Vanessa acaricio el rubio cabello de Helena mientras su hija se abraza a su pecho. Quiza simplemente tuvo una infancia diferente a sus hijos, una donde no había lujos, donde vivia con su abuela y sus tias, donde comia pasteles caseros y le ayudaba a su abuela a cocinar mientras su madre trabajaba y aprendió a juntar dinero para ayudar a su madre.
Vanessa soltó una risa, su infancia en Mexico fue bastante buena, pero sus hijos jamas vivirán eso porque los principes tienen la vida resulta. Si Vanessa no hubiera atendido esa noche a Alexander nada de esto estaría pasado, no tendria a sus hijos, no seria la reina y no lo tendria a él.
Miró a todos los ingleses a su alrededor, a veces se siente como una extraña en un mundo diferente, quiza solo extraña su tierra, esas platicas todas las tardes con su familia, extraña comprar tacos en cada esquina, los pueblos pintorescos y esa musica que te obliga a bailar, porque jamas se convertirá en Inglesa, es latina y lo sera hasta la muerte.
Soltó una carcajada cuando los trillizos pelean por abrazarla también y arman en escándalo delante de todos. El amor de madre no es ciego, quizá fue un error decirle a Helena que seria reina desde pequeña, es altanera, presumida y mira con desperecio, no sera una buena reina, pero la quiere tanto que no le dará una corona que arruine su vida, Helena necesita una burla a vida, no una corona.
— ¿Quieres ir con tus hermanos? — se inlcino para darle un beso en la mejilla a Andre al verlo tomar asiento junto a ella — Quizá te diviertas con tu abuela reina y los hijos de otros duques —
Pero Andre nego con la cabeza y se hiso un ovillo en el asiento.
— No me gusta la reina madre y esos niños me hace sentir mal porque yo no soy como Helena, porque ella va a ser la reina —
Lo miro detalladamente, Andre es identico a Alexander, es como si lo viera pero en un niño de 4 años y no va a dejar que su hijo se sienta mal por eso. Las náuseas del embarazo son horrible, se puso en pie y dejó a las gemelas con sus nanas y movio el rubio cabello de Andre. Es su pequeño rey sin corona.
— No te sientas mal Andre, un buen rey no necesita un corona para gobernar. Ven, yo te llevaré con tu papá —
Tomó a Andre en brazos y abrio paso en medio de todos y mostro una amplia sonrisa cuando caminó en medio de esas chicas para acercarse a su esposa. Pero Alexander la miro extrañado, porque esta prohibido que se toquen delante de todos, porque para todos tiene que ser un matrimonio frío. Si tan solo supieran que Alexander es un romántico escondido detrás de una corona, con sus citas a medianoche y las platicas debajo de las sábanas. Pero esta ahí mirándola con el ceño fruncido, con el pecho y el rostro lleno de lodo, quizá piesa que Andre esta enfermo, pero no, solo abraza a un futuro rey.
— Andre quería verte — está muerta de vergüenza, pero lo quiero y si el necesita que se lo demuestre, eso hará, aunque después de gane un regaño de los asesores — Te ves muy guapo Alexander —
Se puso de puntillas y se aferró a su cuello sin importarle que su vestido se llene de lodo o porque su maquillaje se arruine por la lluvia de champagne. Solo se aferró a esos hombros que tanto le gustan para darle un sonoro beso delante de todos, porque ella no es inglesa, solo es una reina latina perdida en Londres.
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Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]
RomanceHan pasado 3 años desde la última vez que el príncipe Alexander sintió su corazón latir por una mujer, es tan mujeriego que todas las mujeres de Inglaterra quieren tenerlo. Ahora está a unos meses de casarse, pero cuando la corona de Inglaterra cayó...