Vanessa
Vanessa se levantó más temprano que otros días. El olor a comida y el ruido de los animales la obligó a ponerse de pie. Sonríe mientras toma fotografías por doquier y deja que el sol bañe su blanca piel tornandola dorada como la de Alexander. Se muerde el labio cuando gira su cuerpo para verlo en la cama. No esta acostumbrada a tanto romanticismo, quizá fueron las frutas afrodisíacas o el calor afectó su cerebro o simplemente seas sus ganas de tener sexo.
Así que sus tres años de terapia para superarlo prácticamente se fueron a la basura. A la mierda el amor y sus extrañas maneras de comprenderlo. No va a volarse los sesos pensando si era lo correcto acostarse con él, no se arrepiente de nada, lo quiso, lo tuvo y ahora esta más cerca de su objetivo, que es su bebé.
Corrió hasta la cama y se recostó sobre su espalda, pegando su rostro a su piel. Esta tan cerca de él, que incluso puede notar las doradas pecas de su espalda. Las cuenta una por una, sin dejar de abrazarlo, tanto que duele no poder tenerlo más cerca.
No quiere obsesionarse con algo que no puede pasar a algo más que unas noches de diversión y sexo ardiente. Ya hace tres años le quedó claro que solo importa ella, después ser doctora y por último el amor. Ishaq la hace sentir como si fuera la única chica en el mundo y sus vidas son parecidas, pero Alexander es ese talón de aquiles que la hace caer como una adolescente. Vanessa quiere que su bebé sea de Alexander, sin contar sus buenos genes que son muy importantes, es una forma de remediar sus errores del pasado.
Vanessa lo miró dormir y se sorprendió cuando Alexander la pegó a su pecho. Se abraza a él como una niña buscando consuelo y tomó el colgante entre sus manos, podría pedírselo de nuevo, pero es mejor que lo tenga el, quizá sea un buen recuerdo para alguna vez contarle a su hijo que su papá era un rey.
— ¡Por dios! — dice espantada cubriéndose con una sábana lo más rápido posible antes de que el sirviente vea sus senos al aire. — Ya había olvidado las letras negras del contrato al salir contigo Alexander —
Alexander sonríe y la cubrió con su cuerpo para impedir que el sirviente la vea.
— Puedes dejar el desayuno aquí — el sirviente dejo junto a la cama una bandeja con frutas y algunos otros platillos — Por favor que nadie nos moleste —
— No, no debemos seguir con el viaje. Hay cosas que hacer — contensto Vanessa al ponerse en pie para buscar sus pantaletas nuevas porque Alexander rompió las otras. — ¿Porque sonríes? Tenemos que levantarnos ahora, no quiero que retrasar más el viaje —
— Yo planee esté viaje no la reina, ella solo pago un pequeño favor que me debía — Vanessa se cubrió con las cortinas de la ventana para ponerse su ropa — No hay nada que hacer, solo somos tu y yo perdidos aquí —
Se sentó en la cama junto Alexander, sintiendo como su rostro se vuelve rojo al verlo solo cubierto con una fina sábana que no deja nada a la imaginación. Por su trabajo a visto a muchos hombres desnudos, pero ninguno como él, le gusta tanto que podría mirarlo todo el día.
— ¿Porque no me lo dijiste? — se recargó en su pecho — Pude haber tomado más vacaciones y no dejar a mis pacientes con mis internos, así los encontraré muertos cuando vuelva —
— Podemos tomar los días que queramos... — Vanessa puso su mano sobre los labios de Alexander y se sento sobre él. No sé perdió ni por un momento sus hoyuelos al verlo sonreír. Dios, ya es caso perdido de nuevo.
— Podemos pasar todo el fin de semana, pero no podemos tomar más días, tu tienes que mandar a un parlamento y yo a un grupo de cirujanos e internos —
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Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]
RomanceHan pasado 3 años desde la última vez que el príncipe Alexander sintió su corazón latir por una mujer, es tan mujeriego que todas las mujeres de Inglaterra quieren tenerlo. Ahora está a unos meses de casarse, pero cuando la corona de Inglaterra cayó...