Vanessa
— Lo mejor es que no siga siendo su doctora, no es correcto que me involucre en la familia — Vanessa se sentó en la esquina de la cama de la reina — Le recomendaré a otro médico, es tan bueno como yo y el podrá operarla —
— Te entiendo. Si fuera tú no querría pisar de nuevo el palacio. Pero no hay otro médico que quiera atenderme y creo que entiendes mi desesperación, la coronación será en unos meses y debo estar bien —
Vanessa se recargó en el respaldo de su silla. La apariencia acabada y enferma de la reina no es buena, no es de esas doctoras que se dan por vencidas tan fácilmente, jamás deja a un paciente a menos que se muera... pero no quiere volver a ver a Alexander.
— No es correcto. Le grité a su nieto, le grité en su palacio, es considerable si jamás quiere volver a verme — dijo con el rostro bajo. La reina se inclinó y tomó la mano de la joven doctora. — Y lo entiendo, pero solo vine a recomendar otro médico —
— No estoy enojada, si supieras cuántas veces he querido gritarle yo de esa manera, te sorprenderías. Ustedes dos necesitaban hablar, jamás supe cual fue la razón de su ruptura, mi nieto no habla de eso. No quiero que tu relación con mi nieto influya en tu trabajo, te juro que no te volverá a molestar —
Ambas sonrieron y Vanessa se puso en pie para seguir con su trabajo, la reina tiene razón, el príncipe no tiene porque acabar con su trabajo. Ella operará a la reina así sea lo último que haga.
— ¿Querida puedo hacerte una pregunta? — Vanessa asintió con la cabeza — ¿Estuviste embarazada de mi nieto? ¿Tu ibas a ser la madre del heredero? —
Por supuesto que tuvo que haber oído cada parte de su discusión. Es la reina, ella sabe todo. Incluso esta segura que la prometida del principe se enteró que su amiga se acostó con Alexander.
— Si lo estuve — la miro a lo ojos, su semblante es amable— Pero solo por un tiempo, yo... perdí el bebé —
— ¿Qué fue lo que pasó? — pregunto preocupada. — Era heredero a la corona —
— Lo perdí, después de ver a Alexander con otra mujer... así que no hay ningún heredero a la corona —
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Alexander
Alexander no podía quedarse así, tiene esa sensación dentro de su cuerpo de arreglar las cosas. No puede olvidar sus ojos con lágrimas. No es un hombre que se arrepienta debe hacer algo pero... solo quiere verla y decirle cuanto lo siente. Espera no recibir otro golpe a causa de un libro, le ha dejado un buen moretón.
Bajó de su auto y miro a ambos lados para cruzar la calle con paso rápido para cubrirse de la lluvia nocturna. No quiere gente entrometida tomando fotos. Esta de más mencionar que en menos de un segundo ya tenía su dirección. Le gusta su nueva casa. Subió las escaleras y con incertidumbre tocó el timbre. Unos segundos después la puerta se abrió y tuvo que bajar la vista para ver a la pequeña niña vestida de princesa y grandes ojos curiosos.
— ¿Eres el repartidor de pizzas? — la pequeña niña lo cuestiono sin dejar de mirarlo — ¿Tienes mi pizza? —
— No, no lo soy — respondió confundido y miró adentro de la casa, grande y moderna pero no hay nadie más que la niña y una película infantil y se preguntó si ella sería su... hija? Diablos, puede que esta niña sea suya — No soy ningún repartidor de pizzas
— Entonces eres un extraño y mi tía dice que no pudo hablar con personas que no conozca — sintió un alivio al saber que aquella niña no es su hija. No sé siente digno de ser padre de nadie.
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Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]
RomanceHan pasado 3 años desde la última vez que el príncipe Alexander sintió su corazón latir por una mujer, es tan mujeriego que todas las mujeres de Inglaterra quieren tenerlo. Ahora está a unos meses de casarse, pero cuando la corona de Inglaterra cayó...